miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cuentos Jasidicos

1.- No todo es malo: Dijo el Rabíno de Kobrin: “Cuando un hombre sufre tribulaciones, no debería decir ‘esto es el mal’, puesto que El Eterno no nos envía males sino remedios. Debería, antes bien, decir: ‘Estoy sobrellevando una mala y amarga experiencia’. Cuando un médico le prescribe a su paciente una medicina desagradable, éste sabe que es para su propio bien”. 2.- Los hermanos desunidos Sufría mucho un labrador al ver siempre disputando a sus hijos. Jamás estaban de acuerdo en nada, y sus continuas peleas los separaban cada vez más. El pobre hombre pensó entonces que había que darles una lección y un día los reunió a su alrededor. -He recogido estas ramas para hacer fuego-les explicó-, y quisiera cortarlas. Pero parece que ya no tengo fuerza, por lo que les pido que me ayuden. Y al decirlo entregó al mayor de los jóvenes las ramas reunidas en un haz. Muy envanecido de su fuerza, lo tomó el muchacho para partirlo, pero todos sus intentos fracasaron. Pasó el haz de leña a otro de sus hermanos, y este a otro, y el otro a aquel, pero ninguno logró quebrar las ramas reunidas. Entonces el labrador soltó el atado y dándoles las ramas por separado, hizo que las partieran, lo que consiguieron con toda facilidad. -¿Lo ven hijos?-dijo entonces-Mientras estén separados, será fácil vencerlos. Pero nadie podrá contra ustedes si están unidos. 3.- El plato de madera El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. hijo y su esposa se cansaron de la situación. “Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente”. “Derrama la leche hace ruido al comer y tira la comida al suelo”. Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos su comida se la servían en un plato de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: “¿Que estás haciendo?” Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos.” Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupo un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse mas, cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel. Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitaran esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos constructores sabios y modelos a seguir. He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo. La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca como los hiciste sentir.