domingo, 8 de diciembre de 2013

La estulticia

Pedir el boicot a un acuerdo académico es muy fácil. Lo que sería bonito es que todos estos revolucionarios de bolsillo se nieguen a tomar las medicinas inventadas por los israelíes, y cuando estén en un hospital que pregunten si el medicamento que les salvará la vida tiene el sello del malvado Israel. Los sospechosos habituales han reaccionado. Tarde, es cierto, quizás agobiados por el indiscutible éxito de los acuerdos económicos y culturales surgidos del viaje del president Mas a Israel. Pero como la manía antiisraelí es una de las más fuertes del planeta Catalunya, y como los militantes de la cosa están siempre al acecho, no fuera que se les escapara alguna noticia con la palabra Israel que ellos no hubieran denunciado, vilipendiado, boicoteado y etcétera, finalmente ha llegado el numerito previsible. Y el numerito, en este caso, es "la exigencia" (término sobradamente democrático) al rector de la Universitat de Vic y al alcalde Vila d'Abadal de que rompan el acuerdo con la Universidad de Haifa y el Rambam Health Care Campus. Es decir, que rompan cualquier acuerdo con una universidad de gran categoría académica, y un hospital de renombre internacional. Sobra decir que tal exigencia la hacen extensiva a todos los que tengan la osadía de cerrar acuerdos con universidades y hospitales israelíes. Y a partir de aquí, la retórica al uso sobre las pérfidas maldades de Israel y las bondades eternas de Palestina, haciendo buena la idea de que cuanto más complejo es un conflicto, más simplista es el análisis de los irreductibles. Sin embargo, y más allá de los maniqueísmos de este tipo de proclamas, lo que resulta más llamativo es la petición de boicot académico. Primero, porque es una aberración que, en nombre de una idea, se quiera boicotear la cultura y la ciencia. Y en el caso de la Universidad de Haifa, donde estudian muchos árabes, la aberración se eleva al cuadrado. Y segundo, y dado que estas universidades y hospitales israelíes son los responsables de una cantidad ingente de inventos tecnológicos, descubrimientos médicos, avances científicos y premios Nobel, ¿qué quieren decir los adalides del boicot? ¿Que no tomarán ninguna medicina hecha por israelíes? ¿No utilizarán sus avances científicos y tecnológicos? Lo digo porque pedir el boicot a un acuerdo académico es muy fácil. Lo que sería bonito es que todos estos revolucionarios de bolsillo se nieguen a tomar las medicinas inventadas por los israelíes, ni usen sus inventos, sino los inventados por Arabia Saudí o por los amigos de Siria, y cuando estén en un hospital que pregunten si el medicamento que les salvará la vida tiene el sello del malvado Israel. Es tan tonto pedir el boicot a la universidad y a los hospitales, que sólo puede significar una cosa: que no estamos ante críticos, sino ante fanáticos, fanáticos que, por otro lado, nunca pedirían el boicot a Irán o a Yemen o a Qatar, o a cualquier otro paraíso de las libertades. En realidad hacen lo mismo que hacían con los judíos en la edad media: los perseguían, pero por las noches iban a buscar a sus médicos a escondidas, para que curaran a los niños. Pasan los siglos, pero siguen intactos los métodos de los fanáticos... Pilar Rahola * Estulticia: Culto a la necedad, ignorancia, tontería (Nota del Editor) http://www.pilarrahola.com/3_0/ARTICULOS/default.cfm?ID=2102&SUBFAM=36