viernes, 21 de marzo de 2008

MacCain, el más claro aliado de Israel

...Todos sabemos que EE.UU. "perdió la inocencia" (¿su libertad, tal vez?) tras los ataques terroristas del 9/11. Ya no pueden transitar libremente en sus aeropuertos, trenes y autobuses sin pasar por varios anillos de seguridad dentro de su propia casa. Cada vez que aumentan las restricciones en su libertad de movimiento, cada estadounidense debe estar pensando en quiénes los han llevado a ese nuevo estilo de vida que a nadie le gusta. Pero pareciera que están acostumbrándose, aceptando un látigo que nunca antes habían tenido tan cerca en la tierra de los libres y la tierra de los corajudos, como reza el último verso de su himno nacional. Y el resto del mundo sigue de brazos caídos e impotentes ante la amenaza de otro blandir del látigo con el que el fundamentalismo islámico pretende señorearse sobre el mundo.
En obvia consecuencia, la influencia y credibilidad de los EE.UU. como abanderado de la libertad (acuñada en sus monedas y billetes) están dejando mucho que desear. ¿Realmente los norteamericanos gozan de esa libertad que tanto atesoran y buscan promover en el mundo, alentando democracia en países totalitarios? Sus principios parecen estar en tela de juicio, en entredicho. Y por consecuencia, su liderazgo en el planeta. Con el desastre económico que enfrenta, con la seguridad nacional en peligro y con sus principios y valores ahora inaplicables, ¿qué se puede esperar de la otrora tierra de promisión? ¿Un milagro, tal vez? No. La respuesta es recuperar un liderazgo efectivo para arreglar el desmadre que, tal como está hoy día, podría pronto convertirse en la victoria de la desaforada agresiva ilusión del fundamentalismo islámico.
Por eso las elecciones presidenciales de noviembre serán las más cruciales en en la historia estadounidense y para el mundo civilizado...

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