lunes, 8 de septiembre de 2008

Los peligros están delante de nuestras narices‏

Mahmud Ahmadinejad no es estúpido. Sus amenazas beligerantes contra israel, seguidas con su insistencia de que Irán tiene pleno derecho a continuar enriqueciendo uranio, materia prima de bombas atómicas, han logrado que la mayoría de los líderes de Israel se focalicen en el peligro iraní pasando por alto casi completamente los peligros más inmediatos que se ciernen delante de nuestras narices. Por Moshé Arens. Haaretz.
La mayoría de nuestros políticos, en los últimos años, se parecen a caballos con anteojeras, con las que pueden mirar sólo hacia adelante. Parece que hubieran perdido su visión periférica.En tanto, Hezbollah y Hamás realizan el trabajo de Irán. Continúan erosionando el poder de disuasión de Israel en el norte y en el sur. En Teherán dicen, desde ya, que no necesitan una bomba atómica para borrar a Israel del mapa. En tanto sigan hipnotizando a Israel con amenazas de bomba iraní, los misiles de Hezbollah y de Hamás pueden hacer el trabajo por ellos, y a un precio mucho más bajo.Para Irán, el "Muro de Hierro" adoptado por David Ben Gurión como base de la estrategia de defensa de Israel se ha convertido en un muro de papel, no más que eso, que se puede agujerear con facilidad. La semana pasada, el ministro de Defensa, Ehud Barak, emitió otra de sus tontas e insignificantes amenazas: "Tzahal se prepara para una victoria contundente, si Irán ataca a Israel", dijo a un periódico italiano. Éste es el hombre que comenzó a empeorar las capacidades efensivas de Israel hace ocho años cuando, como primer ministro y ministro de Defensa, ordenara retirar a Tzahal de la Zona de Seguridad del Sur del Líbano.
Las amenazas que emitiera entonces, de que toda provocación de Hezbollah luego de la retirada sería respondida por una muy fuerte represalia israelí, fueron -tal como resultó- no más que palabras huecas. Hezbollah no sólo provocó a Tzahal numerosas veces en los años que siguieron, sino que se fortaleció en el sur del Líbano y fue equipado por Irán con miles de misiles. Muchos de ellos fueron lanzados contra israel en la Segunda Guerra del Líbano.Ariel Sharón, el premier que sucedió a Barak, y Biniamín Ben Eliezar y Shaúl Mofaz, sus ministros de Defensa, sólo se quedaron sentados contemplando cómo crecía el poderío de Hezbollah hasta el punto de comenzar a disuadir a Israel de tomar acciones de prevención, que podrían haber puesto fin a su capacidad militar creciente. No pasó mucho tiempo, y la población civil de Israel pagó un terrible precio por el adormilamiento que se apoderó de los líderes ante tal peligro. Las repetidas declaraciones de Ehud Olmert, según las cuales Israel ganó la Segunda Guerra del Líbano, y que uno de sus grandes logros fue la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, resultaron ser una estupidez total. Hezbollah no sólo es más fuerte hoy de lo que era antes de la guerra, y el peligro para Israel es mucho más grande que en el pasado, sino que, a raíz de la victoria contra el ejército israelí, y debido a la tonta aceptación del gobierno de intercambiar a Samir Kuntar por los cadáveres de los soldados Eldad Réguev y Ehud Goldwasser, la organización se ha apoderado del Líbano.Hezbollah goza de alabanzas por parte del nuevo presidente del Líbano, Michel Suleiman, y su derecho a efectuar acciones militares contra Israel ha obtenido ahora el respaldo del nuevo gobierno libanés. Éste es el resultado del "Efecto Moderación" de las fuerzas de UNIFIL y del ejército libanés en el sur del Líbano, que fueron alabados por el gobierno de Olmert como uno de los grandes logros de Israel en la guerra. En el sur del país, el gobierno, con Ehud Barak a la cabeza, se comporta de la misma manera que en el norte, y por eso puede esperar los mismos resultados. Israel deberá pagar caro esta política, basada en la suposición de que la inacción es la mejor alternativa.Ahora han aparecido dos nuevos candidatos a la conducción de Kadima, y tal vez del país, Shaúl Mofaz y Tzipi Livni. Ambos son altos corresponsables de los errores cometidos durante el gobierno de Olmert. ¿Qué tienen ellos para ofrecer?
Mofaz, tal como Olmert y Barak, está hipnotizado por Ahmadinejad. Sólo es capaz de hablar de la amenaza nuclear de Irán. En Teherán, por supuesto, se mueren de risa cuando ven que también los ojos del hombre que aspira a conducir a Israel están tapados por las mismas anteojeras, y parece no percibir lo que ocurre en el Líbano y en Gaza. ¿Y Livni? Ella tiene una sola cosa en mente: la creación de un estado palestino, que para ella será la solución a todos los problemas de Israel.
Sería bueno que estos políticos se quitaran las vendas de los ojos y miren bien en todas las direcciones. El peligro quizás acecha en lugares en los que ellos menos esperan.

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