miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una Jerusalén dividida no podrá sostenerse

CONSULADO DE ISRAEL CÓRDOBA – ARGENTINA _________________________________ Una Jerusalén dividida no podrá sostenerse Cuando una ciudad- capital con una población en aumento necesita expandirse, ¿Por qué hace disparar alarmas internacionales? Por Nir Barkat* The Wall Street Journal Jerusalén El Gobierno de Israel se encuentra bajo una pesada crítica por haber aprobado, hace poco, los permisos de construcción en lo que la comunidad internacional llama “asentamientos”. Sin embargo, lugares como Ramat Shlomo, Gilo y Givat Ha’matos se encuentran dentro de los límites municipales de Jerusalén, y las colinas vírgenes del “E-1” – entre la ciudad de Jerusalén y Ma’aleh Adumim – cuentan con más de tres milenios de profundas raíces judías. Aquí, en Jerusalén, quedamos apenados y paralizados por los ministros de la Unión Europea quienes condenan esos proyectos de construcción mientras ignoran los llamados, por parte del líder de Hamas, a la destrucción del Estado Judío de Israel. Cuando el pueblo de Israel abandonó Egipto y llegó a esta región, hace 3.500 años, cada una de las 12 tribus recibió una parcela de tierra sobre la que construyeron sus ciudades y desarrollaron sus modos de vida. La excepción a la regla fue la ciudad santa de Jerusalén, que no fue dividida ni dada a ninguna de las tribus. Jerusalén era, por igual, de las 12 tribus judías, así como también de las personas de otras religiones que llegaban a rendir su culto. Jerusalén se convirtió en el centro mundial de facto, controlado por reyes hebreos durante 1.000 años. Todos los residentes y peregrinos, que ingresaban por sus entradas, eran tratados con honor y respeto. Después de la destrucción de Jerusalén, en manos de los romanos, en el año 70, la ciudad fue pasando de un conquistador a otro – incluyendo babilonios, asirios, turcos, británicos y jordanos – durante dos milenios. Ninguno de estos gobernantes conservó la libertad de religión de la ciudad, esencia de Jerusalén. Estos imperios nunca adoptaron a Jerusalén como su capital. El pueblo judío, por otro lado – aún en los días más oscuros, en medio de expulsiones, pogromos, el Holocausto y olas de terror – siempre se reconfortó con el dicho: “El año próximo en Jerusalén”. En 1967, Israel reunificó su capital, Jerusalén, dividida entre el control israelí y jordano desde la fundación del Estado judío, en 1948. Desde entonces, la ciudad mantuvo la libertad de acceso, movimiento y religión. Los peregrinos pacíficos de todas las religiones pueden nuevamente visitar los lugares santos, sin ninguna limitación o restricción. El turismo a Jerusalén está floreciendo, así como la economía de la ciudad, y su tasa de crimen per capita es una de las más bajas del mundo. No obstante, Israel y su capital, una vez más, enfrentan pruebas. Ahora más que nunca, Israel y Jerusalén necesitan verdaderos amigos y líderes. La amenaza que enfrentamos no proviene de invasores extranjeros, sino de diplomáticos internacionales que tratan de encontrar una solución simple, pero incorrecta, a la compleja relación entre Israel y los palestinos. Por lo que a Jerusalén respecta, debemos recordar que ninguna ciudad dividida en la historia tuvo buen resultado. Una Jerusalén dividida no podrá sostenerse Cuando una ciudad- capital con una población en aumento necesita expandirse, ¿Por qué hace disparar alarmas internacionales? Por Nir Barkat* The Wall Street Journal Jerusalén El Gobierno de Israel se encuentra bajo una pesada crítica por haber aprobado, hace poco, los permisos de construcción en lo que la comunidad internacional llama “asentamientos”. Sin embargo, lugares como Ramat Shlomo, Gilo y Givat Ha’matos se encuentran dentro de los límites municipales de Jerusalén, y las colinas vírgenes del “E-1” – entre la ciudad de Jerusalén y Ma’aleh Adumim – cuentan con más de tres milenios de profundas raíces judías. Aquí, en Jerusalén, quedamos apenados y paralizados por los ministros de la Unión Europea quienes condenan esos proyectos de construcción mientras ignoran los llamados, por parte del líder de Hamas, a la destrucción del Estado Judío de Israel. Cuando el pueblo de Israel abandonó Egipto y llegó a esta región, hace 3.500 años, cada una de las 12 tribus recibió una parcela de tierra sobre la que construyeron sus ciudades y desarrollaron sus modos de vida. La excepción a la regla fue la ciudad santa de Jerusalén, que no fue dividida ni dada a ninguna de las tribus. Jerusalén era, por igual, de las 12 tribus judías, así como también de las personas de otras religiones que llegaban a rendir su culto. Jerusalén se convirtió en el centro mundial de facto, controlado por reyes hebreos durante 1.000 años. Todos los residentes y peregrinos, que ingresaban por sus entradas, eran tratados con honor y respeto. Después de la destrucción de Jerusalén, en manos de los romanos, en el año 70, la ciudad fue pasando de un conquistador a otro – incluyendo babilonios, asirios, turcos, británicos y jordanos – durante dos milenios. Ninguno de estos gobernantes conservó la libertad de religión de la ciudad, esencia de Jerusalén. Estos imperios nunca adoptaron a Jerusalén como su capital. El pueblo judío, por otro lado – aún en los días más oscuros, en medio de expulsiones, pogromos, el Holocausto y olas de terror – siempre se reconfortó con el dicho: “El año próximo en Jerusalén”. En 1967, Israel reunificó su capital, Jerusalén, dividida entre el control israelí y jordano desde la fundación del Estado judío, en 1948. Desde entonces, la ciudad mantuvo la libertad de acceso, movimiento y religión. Los peregrinos pacíficos de todas las religiones pueden nuevamente visitar los lugares santos, sin ninguna limitación o restricción. El turismo a Jerusalén está floreciendo, así como la economía de la ciudad, y su tasa de crimen per capita es una de las más bajas del mundo. No obstante, Israel y su capital, una vez más, enfrentan pruebas. Ahora más que nunca, Israel y Jerusalén necesitan verdaderos amigos y líderes. La amenaza que enfrentamos no proviene de invasores extranjeros, sino de diplomáticos internacionales que tratan de encontrar una solución simple, pero incorrecta, a la compleja relación entre Israel y los palestinos. Por lo que a Jerusalén respecta, debemos recordar que ninguna ciudad dividida en la historia tuvo buen resultado.