martes, 24 de septiembre de 2013

Aniversario sin velas ni sonrisas

Un saludo vale más que mil palabras. Rabin y Arafat. 13-09-1993 Cumplir veinte primaveras es un buen motivo para la celebración. Pero palestinos e israelíes prefieren renunciar a la tarta y destinar las velas al rezo. Hoy hace exactamente veinte años, Israel y la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) firmaron los Acuerdos de Oslo. Viejos enemigos, el líder palestino Yasir Arafat y el primer ministro israelí Isaac Rabin protagonizaron un histórico (y sinceramente dubitativo) apretón de manos en Washington ante un emocionado Bill Clinton. Oslo posibilitó un avance vital en las relaciones entre los dos pueblos: el reconocimiento mutuo. Pero aunque el tren del diálogo fue posible gracias a las negociaciones secretas y directas en la "estación" de la capital noruega, aún no ha llegado al destino final. Desde vagones cada vez más separados, israelíes y palestinos coinciden en acusarse de violar unos acuerdos que por otra parte consideran fracasados. Para los palestinos, "Oslo perpetuó la ocupación y multiplicó la construcción de colonias ilegales en Cisjordania". En la prensa, se recuerda a Oslo como el inicio de algo que acabó desviándose radicalmente Para muchos israelíes, básicamente en la derecha, "Oslo trajo al terrorista Arafat y los sangrientos atentados palestinos". Antes de paralizarse debido al día sagrado de Kipur, Israel se centra hoy en el 40 aniversario del traumático ataque-sorpresa árabe que desembocó en la guerra del 73. La prensa israelí recuerda a sus 2656 soldados muertos. Para Estados Unidos, Oslo es una lección: sólo de forma secreta y directa, las partes pueden llegar a un acuerdo. Clinton se limitó a aportar el paraguas diplomático y los jardines de la Casa Blanca. En esa época, Sabri Saidam era un palestino universitario en Gran Bretaña. Según nos dice ahora en Cisjordania como dirigente de Al Fatah y asesor presidencial, "Oslo fue una buena iniciativa que Israel destrozó. Fracasó porque ellos deseaban el proceso y no un acuerdo. Israel sólo quiso ganar tiempo, construir en las colonias y seguir la ocupación en las tierras donde se debe levantar el Estado palestino". ¿Cuál es el apoyo de la calle palestina a los Acuerdos de Oslo? le preguntamos. "Se ha reducido hasta casi no existir ya que hoy prevalece la apatía, falta de esperanza y frustración en la sociedad", contesta. Tras 20 años de conversaciones, atentados, operaciones militares, retiradas, colonias, altibajos, un magnicidio, varias cumbres y una Primavera Árabe, israelíes y palestinos regresan al carril negociador. "Los indicios hasta hoy no son positivos. La paz y la construcción de colonias no van en paralelo. Los palestinos nunca entenderemos porque hemos de negociar la pizza mientras éste está siendo comida. Optimismo no es lo que la norma del juego estos días. Si no vemos resultados en las próximas semanas, el pueblo palestino pedirá a su liderazgo otras opciones", advierte Saidam. El israelí Uri Savir no está dispuesto a enterrar la obra de Oslo Quizá porque se le considera su arquitecto. "Yo sólo fui el fontanero. El verdadero arquitecto fue el ministro de Exteriores Simón Peres que me diola oportunidad", corrige el hombre que mantuvo reuniones secretas con el dirigente palestino Abu Ala. Savir aparece en los medios para defender el proceso de Oslo ante las acusaciones de que la creación de la entidad interina (ANP) y la llegada de Arafat incrementaron el terrorismo. En los cuatro años previos a Oslo, 97 israelíes fallecieron en atentados. En los cuatro posteriores, murieron 256. "Todo proceso de paz provoca enorme resistencia entre los que no creen en él. En los dos lados, la oposición tuvo también carácter violento. En el lado palestino, con terrorismo y la no lucha contra el mismo y en el lado israelí con radicalización, incitación, amenazas y el asesinato de Rabin", explica Savir al diario Maariv. "El pecado más grande de Oslo es que era ´la paz de las élites´. El pueblo israelí y palestino no se vieron involucrados. Los dirigentes nos llevábamos bien. Arafat respetaba a Rabin y Peres a Abu Mazen. Abu Alá y yo nos llevamos muy bien pero ¿entre los pueblos? Nada". Con todo, aclara: "Oslo no es un fracaso ni un éxito. Supuso un avance, una oportunidad. Desde el punto de vista israelí, fue desaprovechado porque el primer ministro y partido que debían aplicarlo se oponían. Netanyahu dijo: ´Cumpliré los Acuerdos de Oslo porque los recibí como herencia pero son un desastre ´". Los pactos cocinados en la fría Noruega no hubieran sido posibles sin la Conferencia de Madrid (91) ni la cumbre de Camp David (78) cuando Egipto se erigió en el primer país árabe en firmar la paz con Israel. Más allá del reconocimiento mutuo de Israel y la OLP, Oslo fijó la autonomía palestina de Jericó y Gaza. El plazo previsto de cinco años para lograr un acuerdo se quedó en algo teórico. En el texto redactado en el 93 no se especifica que el objetivo final debe ser un Estado palestino. Veinte años después, el mismísimo Netanyahu apoya la fórmula de dos Estados. Pero las abismales diferencias entre el hombre que se oponía a Oslo (Netanyahu) y el número dos de Arafat (Abu Mazen) sobre las condiciones y parámetros de la fórmula convierten un acuerdo definitivo en el 2014 en una quimera del verano 2013. 20 años después. http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/blogoterraqueo/2013/09/13/aniversario-sin-velas-ni-sonrisas.html