lunes, 22 de abril de 2013
CUANDO BEGIN CONOCIO A TATCHER
Fuente: The Jerusalem Post- Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba
por Yehuda Avner
17/4/13
Con mucha sinceridad, la primera ministra Margaret Thatcher confio una vez al primer ministro
Menachem Begin su ferviente admiracion por los judios. "Tiene que ver con mi crianza metodista", le dijo a el.
“El metodismo, usted ve, significa metodo. Significa” – sus dedos instintivamente se juntaron en un puño – “apegarte a tus armas, dedicacion, determinacion, triunfo sobre la adversidad, reverencia por la educacion – las cualidades mismas que ustedes los judios han estimado siempre.
Begin, a quien ella habia invitado al Nº 10 de Downing Street para almorzar poco despues de su victoria electoral en 1979, respondio con una pequeña y modesta sonrisa.
“No puedo negar,” dijo el, "que milenios atras, cuando los monarcas no sabian siquiera como escribir sus propìos nombres, nuestros ancestros ya habian desarrollado un sistema de educacion obligatoria."
Los ojos de Thatcher estaban encendidos con entusiasmo.
“Su maravilloso gran rabino aqui, Sir Immanuel Jakobovits, recientemente hizo exactamente el mismo argumento.
El dijo que el termino ‘un judio analfabeto’ es un oximoron.
No hay tal cosa. Cuanta razon tiene el! El tiene...", ella hizo una pausa, como para refrescar su cantidad de asombro y respeto, “tan alta estatura moral, una valentia tan intrepida, un compromiso tan inspirador de las virtudes pasadas de moda, como la auto-ayuda comunitaria, la responsabilidad individual, y la responsabilidad personal- todas las cosas en que creo profundamente."
Luego, con repentina exasperacion en su voz y frunciendo el ceño, "Oh, como deseo que nuestros propios lideres cristianos tomaran una hoja de su libro."
Begin asintio con la cabeza un reconocimeinto, pero no dijo nada. Quizas esto se debio a que el pensaba que seria indiscreto concordar. O quizas fue porque el y el Gran Rabino Sir Immanuel Jakobovits, defensor de Israel y celebrado profesor judaico a quien Tatcher mas tarde elevaria a la nobleza, no siempre pensaban igual sobre la vision de si mismo del estado judio.
Los dos primeros ministros estaban de pie charlando en lo que es llamado el Salon Azul, cuando el mayordomo golpeo tres veces en el piso y anuncio, "Primer Ministro, caballeros, el almuerto es servido ahora."
“Sabe,” continuo la Sra. Thatcher braviamente mientras lideraba el camino hacia el salon comedor de estado con paneles de roble, “en los muchos años que he representado a Finchley, mi circunscripcion parlamentaria, la cual como usted sabe tiene una alta proporcion de residentes judios, ni una sola vez he tenido a un judio viniendo a mi en pobreza y desesperacion. Ellos siempre ven bien por si mismos. Y eso es absolutamente esplendido!" Los expertos postularian que fue este tipo de mentalidad el que conto para el destacadamente alto numero de judios en los distintos gobiernos de Tatcher – cinco en uno u otro, ademas de asesores cercanos. Y en una sociedad con conciencia de clase donde la aristocracia era solidamente anglicana, sus raices metodistas la hicieron una extraña ambiciosa.
Entonces si, era natural para ella ver a los judios como espiritus afines. Ellos proveian renovado lastre para los paternalistas toris de la vieja escuela "terrateniente" donde el antisemitismo era cosa comun, mientras que los judios no lo eran.
"Ahora, hablemos sobre su pais", dijo la Sra. Thatcher afablemente, mientras llegaban a la mesa y tomaban sus asientos, acompañados por media docena de colegas y asistentes, yo mismo entre ellos.
Lord Peter Carrington, el secretario del exterior, lleno de la confianza en si mismo comun de los graduados de Eton y Sandhurst, tarareo en el trino autorizado y paternalista de la clase alta britanica: “Le hago una apuesta, Sr. Begin, que se lo que paso por su mente cuando fuimos presentados antes, antes del almuerzo.”
“Si, Lord Carrington? No soy un hombre de apuestas, pero por favor digame: que paso por mi mente?” Una sonrisa impudica y picara cruzo sobre los rasgos de Begin. Toda la mesa sonrio ante el descaro del bromista.
El secretario del exterior rio diabolicamente.
“Estaba pensando para si mismo: Por George, esos tipos del Cuerpo de Camellos en la Oficina del Exterior britanica son un puñado de arabistas obsesionados con una irremediable proclividad hacia los intereses arabes. No tengo razon? Vamos- confiese." El lanzo una audaz sonrisa y señalo dos dedos como una pistola para agregar a la broma.
Begin levanto sus brazos en una pose de no dispares, sus ojos brillantes de alegria.
“Asombroso! Totalmente correcto! Y lo dijo usted tan bien, Lord Carrington.”
Todos echaron sus cabezas hacia atras y dejaron salir una gran cantidad de risas.
Thatcher, echando todo su encanto, dijo al pasar, “Oh, vamos, vamos, primer ministro, usted sabe que Peter solo esta bromeando. Usted sabe muy bien que tiene buenos amigos aqui en
Whitehall, aun cuando no siempre pensamos igual en todo." Y luego, solicitamente, "Como encuentra usted el salmon? Es atendido especialmente – kosher.”
“Delicioso. Su consideracion es apreciada.”
Y entonces, nuevamente al secretario del exterior sentado frente a el: “Que, rezo, no vemos igual acerca de estos dias?” El estaba deseoso de pasar al meollo de la cuestion.
La justa entusiasta de Lord Carrington desaparecio.
El respondio rotundamente, "Su enfoque total hacia los asentamientos, principalmente."
Se encendio una luz feroz en el ojo del premier israeli. "Enfoque total, ministro?” “Si, primer ministro.”
Y el se subio al ring y comenzo a golpear duro, un-dos, un-dos, un-dos: "Su politica de asentamientos es expansionista. Es falta de templanza. Es una barrera para la paz. Los asentamientos son construidos sobre suelo arabe ocupado. Ellos roban a los palestinos su tierra. Ellos aumentan innecesariamente la animosidad de los arabes moderados. Son contrarios al derecho internacional. Son inconsistentes con los intereses britanicos."
En una voz como acero envuelto en terciopelo, Thatcher afirmo, “el secretario del exterior esta hablando en nombre del gobierno de Su Majestad en este tema."
BEGIN ELIGIO combatir a Carrington, no a Thatcher.
El se inclino hacia adelante para enfocar toda su atencion sobre el. Los ojos de los dos hombres intercambiaron malevolencia.
Luego el dejo volar: Los asentamientos no eran un obstaculo para la paz. Ninguna soberania arabe palestina habia existido vez alguna en las provincias biblicas de Judea y Samaria. La Convencion de Ginebra no se aplicaba.
Los arabes habian rechazado hacer la paz antes que hubiera un solo asentamiento en cualquier parte. Los asentamientos fueron construidos en tierra estatal, no arabe.
Su construccion era una afirmacion de los derechos judios historicos basicos. La empresa de asentamientos era critica para la seguridad nacional de Israel.
La cara de Lord Carrington se puso turbia de ira. El no queria saber nada de eso. Los animos estaban en punto de inflamacion.
Abruptamente, Begin volvio su cara a Margaret Thatcher.
“Madam primer ministro,” dijo, “Su secretario del exterior rechaza los derechos historicos de mi pais.
El desprecia nuestras necesidades vitales de seguridad. Asi que le dire por que los asentamientos son vitales: porque yo hablo de Eretz Yisrael, una tierra liberada, no ocupada; porque sin estos asentamientos Israel podria estar a la merced de un estado palestino a horcajadas comandando las alturas de Judea y Samaria.
Estariamos viviendo un tiempo prestado. Y” – su cara se puso de granito, como sus ojos – “cada vez que los judios somos atacados siempre estamos solos. Recuerda en 1944 como vinimos rogando por nuestras vidas – rogando en esta misma puerta?” La ceja de la premier britanica se elevo en concentracion, y ella enmudecio pensativamente, “Mil novecientos cuarenta y cuatro? Es cuando querian que bombardearamos Auschwitz?” “No, Madam, no Auschwitz. Nosotros les pedimos bombardear las lineas de ferrocarril que llevaban a Auschwitz. En el verano de 1944 Eichmann estaba transportando a cien mil judios hungaros una semana a traves de esas lineas.”
Thatcher se tomo la barbilla en contemplacion, “Sabe, primer ministro,” dijo con franqueza despues de una pausa momentanea, “A veces me he preguntado que hubiese hecho de haber estado aqui en el No. 10 en esos dias. Y tengo que decirle con toda franqueza, la politica de los aliados entonces era destruir la maquinaria de guerra hitleriana tan rapidamente como fuera posible. Yo no hubiese aceptado nada que hubiese retrasado un apice de ese objetivo. No hubiese aceptado bombardear esas lineas."
Begin se puso blanco. Claramente, la mujer no habia sido informada de quien era este hombre - un sobreviviente de un Gulag sovietico, un sobreviviente de la Shoah, que quedo huerfano de practicamente su familia entera.
“Pero Madam, esto era 1944,” dijo en voz baja reservada para cosas temidas. "Los aliados casi tenian ganada la guerra. Ustedes estuvieron enviando mil bombarderos una noche sobre Alemania. Que hubiese llevado desviar 70, 60, 50, aviones para bombardear esas lineas?” “Y que tiene esto que ver con los asentamientos?”, interrumpio, Peter Carrington, asi.
Un Begin livido se volvio hacia el y espeto: “Lord Carrington, por favor, tenga la bondad de no interrumpirme cuando estoy en medio de una conversacion con su primer ministro. Tengo su permiso para proseguir?" Carrington callo.
El silencio asombroso fue interrumpido solo cuando la Sra. Thatcher, en un gesto de informalidad poco comun, coloco una mano calmante sobre el brazo de Begin y dijo, "Por favor no se permita estar enojado. Usted esta verdaderamente entre amigos aqui. En mi circunscripcion yo voy a la sinagoga mas a menudo que lo que voy a la iglesia."
Luego hacia Carrington: “Peter, creo que una admision de arrepentimiento es necesaria."
El secretario del exterior se quito sus lentes, soplo sobre ellos, lustro cada lente con un pañuelo de su bolsillo de arriba de su traje de Savile Row, parecio a punto de hablar pero no lo hizo, y luego cambio su pensamiento y lo hizo: “Bastante correcto, primer ministro,” dijo en forma de disculpa. "En cierta forma, su pequeño pais, Sr. Begin, evoca todo tipo de elevadas fiebres emocionales. Revuelve la sangre, por asi decirlo."
Begin, recuperada su compostura, le sonrio en una forma no alegre, y dijo, “La historia de nuestro pueblo es bastante un cuento de tener que defendernos contra bolsones de irracionalidad e histeria.
Sucede en toda generacion.”
“Caballeros", dijo abruptamente la "Dama de Hierro", "es hora de seguir adelante. Me gustaria ahora hablar sobre nuestras relaciones comerciales bilaterales las cuales, por cierto, son excelentes."
Todos concordamos, despues de lo cual la conversacion tendio a desaparecer, y luego era hora de irse.■
El autor fue asistente de cinco primeros ministros israelies, y ex embajador ante Inglaterra. El es el autor de libro muy vendido "Los Primeros Ministros" (Toby Press). Un documental basado en el libro esta siendo estrenado este mes en Los Angeles y New York, a ser seguido el año proximo por un largometraje.