jueves, 25 de abril de 2013
La crisis del burka en Filadelfia
Filadelfia, la ciudad donde resido, se ha convertido discretamente y en contra de todos los pronósticos en la capital mundial occidental de los delitos cometidos con ropa islámica femenina.
Un gráfico de la BBC muestra las diferencias entre el niqab y el burka.
En primer lugar, unas lecciones de vestimenta islámica, toda la cual tiende llamarse velos en español pero se clasifica en tres categorías principales. Algunos (la abaya, el hijab, el chador, el jilbab o el jimar) cubren partes del cuerpo, hombros, cuello y pelo en especial, pero dejan al descubierto el rostro y la identidad de la mujer; otros cubren el rostro (el yashmak) pero dejan al descubierto las formas del cuerpo; y los hay que ocultan todo el cuerpo, incluyendo la identidad y el sexo de quien lo lleva. Los últimos – nuestro tema aquí – se describen mejor como vestimenta integral que como velo; a su vez los hay de dos clases, la que cubre por completo a la persona (el chadari o burka) y la que deja una rendija para los ojos (el haik o niqab).
Que haya contabilizado, el municipio de Filadelfia ha sido testigo de 14 robos (o robos en grado de tentativa) a instituciones financieras durante los seis últimos años en los que los ladrones utilizaron una vestimenta islámica integral. Se produjeron en enero de 2007, junio de 2007, mayo de 2008, noviembre de 2009, octubre de 2010 (dos), febrero de 2011, junio de 2011, diciembre de 2011, enero de 2012, marzo de 2012 (dos) y abril de 2012 (dos). El más violento se produjo el 3 de mayo de 2008, cuando el sargento de la policía Stephen Liczbinski perdió la vida en un tiroteo con un AK-47 tras un robo consumado utilizando burkas; la policía abatió luego a uno de los delincuentes.
Grabación de un chaval de 14 años con burka en una licorería de Ontario.
Como señala David J. Rusin, del Middle East Forum, en su detallado estudio de los delitos cometidos en Filadelfia con burka, la vestimenta musulmana ofrece dos grandes ventajas sobre los demás disfraces: en primer lugar, muchas mujeres cubiertas integralmente transitan por la calle sin ánimo delictivo, proporcionando de forma inadvertida así cobertura a los ladrones; cuanto más abunda la vestimenta integral, más probabilidades hay de facilitar las actividades delictivas. En segundo lugar, el mismo carácter infrecuente y anómalo de esta ropa adjudica a quien la lleva, delincuentes incluidos, un extraordinario grado de protección. Igual que pasa en otros casos (tres compras de bebidas alcohólicas efectuadas en licorerías de Toronto por un chaval de 14 años con un burka; mujeres musulmanas que no atraviesan los controles de seguridad de los aeropuertos canadienses), temiendo tanto los agentes ser acusados de racismo o "islamofobia" que se saltan los controles obligatorios, como obligar a quien lleve niqab a mostrar su rostro y demostrar su identidad.
En su favor hay que decir que ciertos bancos han dejado de permitir cubrirse la cabeza. Por ejemplo, la oficina del PNC Bank en Filadelfia muestra un cartel a la entrada que reza: "La seguridad de nuestra plantilla y clientela es nuestra principal preocupación. Le pedimos que se quite cualquier sombrero, gorra, gafas de sol o capucha en el interior de esta institución financiera". Tales políticas deberían de paliar el número de robos bancarios cometidos con burka.
Pero a medida que los bancos se van convirtiendo en objetivos más infrecuentes, la vestimenta islámica plantea un peligro más genérico para los objetivos blandos. Por ejemplo, en el municipio de Filadelfia, los autores materiales se calzaron vestimenta islámica para robar una oficina inmobiliaria en el año 2008 y cometer un homicidio en una barbería en 2012.
Sin ser fatal pero igualmente horrible, el secuestro y violación entre los días 14 y 15 de enero de una niña de cinco años de edad en Filadelfia. Alguien con niqab sacó a Nailla Robinson del Parvulario Bryant simulando ser su madre que la llevaba a desayunar. Los agentes están convencidos de que las dos caminaron unas manzanas hasta donde aguardaba un hombre. A Nailla se le pierde la pista después durante casi una jornada sólo para ser descubierta a la mañana siguiente por un transeúnte deambulando medio desnuda por un parque. La pasada semana, la policía detenía a Christina Regusters, una empleada de un centro de día de 19 años de edad que había tenido contacto previo con Nailla. Los 14 cargos presentados contra ella incluyen secuestro, violación, asalto con agravantes, arriesgar la vida de otra persona y conspiración para cometer un acto criminal.
Imagen de Christina Regusters, la presunta delincuente con niqab en el caso de Nailla Robinson, colgada en Facebook.
Los dos factores habituales destacados arriba fueron críticos en la autoría de este delito: la generalización de la vestimenta integral (la madre de Nailla, Latifah Rashid, utiliza la vestimenta islámica, lo que significa que el autor material pudo suplantarla de forma plausible) y la plantilla del centro Bryant que se saltó las normas frente alguien con niqab (ignorando totalmente el reglamento relativo a acompañar al menor que abandona el centro).
Este estudio de la crisis de Filadelfia plantea varias reflexiones: en primer lugar, cualquier municipio occidental puede sufrir en cualquier momento los problemas que está sufriendo Filadelfia. En segundo lugar, es una cuestión letalmente grave, que implica robos con violencia, violaciones y crímenes. En tercero, a medida que se extiende la vestimenta islámica integral, los delincuentes la utilizan con mayor frecuencia. En cuarto, los funcionarios públicos tienen que superar su timidez y obligar a que el procedimiento usual sea respetado hasta por quien va tapada, incluso en las licorerías, los aeropuertos y los parvularios. Por último, este problema tiene una solución obvia: prohibir el niqab y el burka en los lugares públicos, igual que han hecho recientemente los gobiernos de Francia y Bélgica.
Categoría del Artículo: Musulmanes en Estados Unidos, Sexo y relaciones
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