viernes, 19 de abril de 2013
PERASHAT TAZRÍA - METZORÁ
PERASHAT TAZRÍA - METZORÁ
10 de Yiar 5773 / 13-04-2013
EL SECRETO DE LA FELICIDAD EN EL HOGAR
En la Perashá Kedoshim figura un Pasuk (versículo) que, como lo dijo Rabí Akibá, es la base de toda la Torá: "Y amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Vayikrá XIX 18).
En el Séfer Haberit está escrito que, efectivamente, hay muchos hombres que se cuidan de no perjudicar a nadie y tratan bien a todo el mundo, pero a sus esposas las desprecian o les faltan al respeto. Esta clase de gente argumenta: "Es mi esposa y yo soy su dueño. Puedo hacer con ella lo que quiera". ¡Qué equivocados están! ¡Qué gran pecado están cometiendo! ¿Cómo pueden exceptuar a la esposa de los demás "prójimos"? La esposa del hombre no está próxima a él, sino que es él mismo. ¡Es su propio cuerpo! El que desprecia a su mujer se está despreciando a sí mismo, y el que la respeta y la honra, no hace sino respetar y honrar su propia persona.
El libro Bet Yejezkel plantea que verdaderamente es casi imposible cumplir la Mitzvá (el precepto) de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" en toda su dimensión. Sin embargo, hay una persona con quien el hombre puede (y debe) cumplir esta Mitzvá plenamente: su esposa. Está escrito en la Guemará (Maséjet Kidushín 41.): Se le prohíbe al hombre casarse con una mujer, sin antes haberla visto. Porque puede ser que después de casarse la vea y no le guste, y la llegue a despreciar o a odiar. Y la Torá nos ordenó:' Amarás a tu prójimo como a ti mismo`..."De aquí se desprende que la primera persona a quien se refiere el Pasuk, es a la esposa. ¡El hombre no cumple la Mitzvá más importante de la Torá, si no ama, honra y respeta a su esposa como se merece!
Cuando una pareja se casa, se les bendice con las palabras: "Sean alegrados, amigos amados..."Rash"í comenta que los novios deben ser, desde el principio, amigos que se aman uno al otro. Una de las formas de fomentar el amor en el hogar nos la enseñan Nuestros Jajamim: "El hombre siempre debe ser humilde y modesto, pero dentro de su casa, más aún. No debe pretender imponerse por la fuerza ni querer establecer un gobierno de terror; eso sólo provoca tragedias. Hay que tratar siempre de satisfacer a la mujer, y escuchar sus consejos y requerimientos..."(T.D.Eliahu Zotá 4).
Es por eso que el Ramba"m (Maimónides) establece que el hombre debe honrar a su esposa más que a su propio cuerpo, y amarla como a su propio cuerpo. Y si Hashem lo bendijo con dinero, debe prodigarle a ella todas las comodidades y lujos que pueda (Halajot Ishut XV 19).
Es sabido que la mujer es mucho más sensible que el hombre. Ella se siente ofendida por cualquier actitud de falta de respeto o de atención por parte de su marido. Por lo tanto, Nuestros Jajamim advierten al hombre seriamente para que no se olvide de su responsabilidad cuando se casa. Él tiene que saber qué es lo que su mujer necesita y qué es lo que le disgusta, y no puede distraerse de ello ni un instante.
La Mitzvá de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" empieza por la casa del hombre, en relación a su esposa; a sus hijos y a sus hijas. El que actúa al revés; el que se preocupa más por la gente que por los que viven con él, está actuando en contra de la Voluntad de Hashem. Y el que sabe que su esposa es la primera persona de su vida (antes que él mismo), cumple con el más esencial Mandato Divino, y Hashem coronará a su hogar con armonía y felicidad eternamente...
(Séfer Veahabtá Lereajá 48)
EL LUGAR DE LA MUJER JUDIA
La misión de la mujer, además de cumplir las Mitzvot (plural de Mitzvá) que le fueron asignadas, es cuidar y reforzar la Torá de su hogar. Issajar y Zebulún eran dos hermanos (hijos de Yaacob) que tenían dos funciones diferentes que se complementaban: Issajar se dedicaba a estudiar Torá, y Zebulún trabajaba para mantenerlo, y los dos eran igualmente importantes a los Ojos de Hashem. La mujer es el "Zebulún" de la casa: No estudia Torá pero hace que los hombres de su familia lo hagan. Envía a sus hijos al Bet Séfer (Escuela donde se enseña Torá), y espera a que su marido regrese de estudiar Torá todos los días. El estudio de la Torá de la casa es responsabilidad del la mujer.
El centro de operaciones de la mujer es su casa; nadie conoce ese terreno mejor que ella. Está escrito en la Guemará que cuando la Torá mencionó "las casa" del hombre, no se refiere a las paredes, sino a su esposa. Las Mitzvot que se cumplen dentro de las cuatro paredes de la casa le fueron encomendadas especialmente a la mujer, como el Shabat; la Pureza Familiar y el Kashrut.
Respecto a este último punto, al final de la Perashá Kedoshim leemos: "Y deben diferenciar entre el animal puro y el impuro..."(Vayikrá XX 25). Rash"í explica que aquí no sólo se refiere a que el Yehudí debe marcar la diferencia entre los animales que podemos consumir y los que no, sino también entre la carne de un animal (aunque sea permitido) que no fue matado con la Shejitá (matanza ritual), como la Torá lo indica, y entre la carne (aunque sea Kasher totalmente) que no fue cocinada de acuerdo a las normas de Kashrut. ¿De quién depende que estas reglas del Kashrut se lleven a cabo? De la mujer.
Y es necesario saber que "Kashrut" no es sólo una única Mitzvá, sino que son varias: No mezclar carne con leche; no comer Jametz (leudado) en Pésaj; no comer gusanos o insectos; no comer sangre, etc. Observemos que las normas del Kashrut no contienen ninguna obligación con hechos, sino que son un cúmulo de privaciones, prohibiciones y abstenciones. La mujer judía es quien tiene la misión de cuidar que su esposo y sus hijos no introduzcan en sus organismos alimentos que perjudicarán espiritualmente sus almas.
La persona no está obligada a revisar si las verduras tienen gusanos, pues podría optar por no comer verduras. No existe una obligación de quitar la sangre de los huevos, pues tampoco existe la obligación de comer huevos. Existe, sí, una prohibición de comer verduras y huevos sin revisar, a raíz de la prohibición de ingerir gusanos y sangre.
Y así como la misión de "reforzar la Torá" no es precisamente estudiar Torá, también el Kashrut es impedir que sean ingeridos alimentos que están vedados por la Torá.
La función de la mujer judía es ser la intermediaria para que los hombres de su casa estudien Torá. Y esto no disminuye la imagen de la mujer, y no por eso la mujer debe sentirse menospreciada y pretender estudiar Torá a la par de su marido. Al contrario: La Torá considera más importante a quien propicia que se estudie Torá, que al que la estudia propiamente.
Imaginemos un soldado que fue asignado a la tarea de comunicaciones. De repente escucha por el radio que un tanquista fue abatido y el pelotón se encontró sin una pieza vital en medio de la batalla. El soldado abandona su puesto en las comunicaciones y se presenta para reemplazar al tanquista. Lo ve el general y le dice que un tanquista es importante, y un operador de radio, también. Pero lo más importante es que cada soldado ocupe su puesto y que lo desempeñe correctamente.
La mujer tiene su puesto de batalla en la lucha por la vida de Am Israel. Y ese puesto fue asignado nada menos que por el Creador del Mundo. Una mujer judía que proteja su reducto celosamente de incursiones extrañas, salvará no sólo a su hogar, sino a todo su pueblo...
(Rabí Yosef A. Wolf - Hatekufá Ubayoteha 117)
Extraído del libro Hamaor tomo 2