domingo, 21 de abril de 2013
¿Qué busca Irán en África?
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El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadineyad, ha iniciado una gira relámpago por el continente africano que le llevará a visitar tres países -Benín, Níger y Ghana- de amplio interés económico y político para el régimen de los ayatolás.
En la actualidad, Níger es el cuarto productor mundial de uranio, un elemento que es transportado para su exportación a los puertos de su vecino Benín y del que Teherán no parece ir sobrado últimamente. Este mismo mes, un informe de los «think tanks» estadounidenses «Carnegie Endowment for International Peace» y «Federation of American Scientists» aseguraba que «las reservas estimadas de uranio de Irán están muy lejos de ser suficientes para abastecer a su programa nuclear».
Ahmadineyad, mientras, desmiente la mayor en su gira africana. «No necesitamos una bomba atómica (....) Y además, no son las bombas atómicas las que amenazan al mundo, sino la moral y los valores en declive de cultura occidental», advertía el mandatario iraní nada más aterrizar en la localidad de Cotonú, capital económica de Benin, inquirido ante el interés real de esta visita.
No obstante, el apego de Irán por el continente africano no es nuevo. El pasado mes de octubre, el Gobierno de Teherán enviaba dos fragatas de guerra a Sudán en señal de «apoyo y amistad».
Los motivos, eso sí, eran otros. La llegada de los navíos se producía una semana después de que una fábrica de armamento de la capital sudanesa, Jartum, fuera bombardeada causando la muerte de al menos dos personas. Un ataque que el Gobierno de Omar Hassan al Bashir vinculó directamente a Israel.
«La presencia de los buques muestra claramente la solidez de las relaciones políticas y diplomáticas entre Sudán e Irán», señaló entonces el portavoz militar del país africano, Savarmi Khaled Saad, que evitó relacionar ambos acontecimientos.
Paradójicamente, solo unas horas antes, el Gobierno sudanés había emitido un comunicado donde condenaba la agresión a su fábrica de armamento, calificándola de «brutal asalto llevado a cabo por el Estado de Israel». De igual modo, el Ejecutivo sudanés rechazó las acusaciones de que esta factoría estuviera fabricando armas para Irán y acusó a Israel de «filtrar» estas informaciones.
Embajadas y ayuda humanitaria
En esta «guerra fría» también hay espacio para la diplomacia. Ya a comienzos de 2012, el ministro de Exteriores iraní -Ali Akbar Salehi- anunció la apertura de cuatro nuevas embajadas en el continente africano.
¿Los destinatarios de tan magno honor por parte del régimen de los ayatolás? Más que interesantes: Somalia (en los últimos años, Irán se ha convertido en uno de los principales socios económicos del país), Yibuti (el mando de Estados Unidos para África -Africom- cuenta con numeroso personal civil y militar desplazado allí), Sudán del Sur (el país más joven del mundo) y Camerún (la llave al Oeste continental).
El interés humanitario, eso sí, viene de antes. En 2011, la República Islámica donó cerca de 43 millones de dólares para frenar la hambruna que asuela el Cuerno de África.
Aunque la colaboración armada, también. Cinco años antes, un informe de Naciones Unidas denunciaba el apoyo militar por parte de Teherán a la Unión de Tribunales Islámicos de Somalia, una asociación pseudo islamista -por aquel entonces en el poder- que posteriormente ha servido de germen tanto de Al Shabab (el histórico líder espiritual del grupo, Hassan Dahir Aweys, también lo era de los Tribunales) como del anterior mandatario somalí (Sheikh Ahmed sirvió como presidente de las Cortes).