martes, 24 de septiembre de 2013

Košice, ciudad que sabe hacia dónde va

08/09/2013 Patrimonio judío de Europa Central Košice, ciudad que sabe hacia dónde va Kosice, la segunda ciudad en importancia de Eslovaquia, ha sido nombrada Ciudad Cultural Europea 2013. Ubicada al este del pequeño país de Europa Central, la antigua urbe detenta una compleja historia política y un rico patrimonio judío que la destacan desde muchas décadas atrás. Texto & Foto: Ana Valentina Benjamin Marzo de 1944. Una mujer viaja desde la ciudad húngara de Abaujszanto hacia Košice, en Eslovaquia, para visitar a su consuegra. Promete ser un bonito encuentro, ¡tienen tanto que comentar sobre sus hijos! Pero la cita no será con las anécdotas familiares sino con la muerte: un tren las arrastrará juntas a Auschwitz. Las mujeres perpetuadas en el abrazo póstumo fueron las abuelas de Eli Keidar, un israelí que trabaja para el Keren Hayesod y que en 2013 volvió a Košice para continuar reconstruyendo su pasado. Estas abuelas son también el arquetipo de una deportación que no continúa viva sólo en los descendientes de las víctimas; también sacude a los lugareños sin descendencia judía, porque fue parte de una Eslovaquia con la cual no quieren emparentarse: la Eslovaquia clerofascista del teólogo nazi Jozef Tiso. Eslovaquia es un país pequeño, joven y bello de Europa Central, con una historia intensa que representa un apretado ejemplo del laberinto político-geográfico que, cual araña voraz, tejieron las guerras. A principios del siglo XX, Eslovaquia todavía formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. En 1918, al finalizar la Primera Guerra Mundial, el imperio se dividió y Eslovaquia se convirtió en parte de la Primera República de Checoslovaquia (1918-1938). Luego, al comienzo de la Segunda Guerra, Checoslovaquia se dividió en el Protectorado de Bohemia y Moravia y el Estado clerofascista eslovaco. En noviembre de 1938, el 22% de Eslovaquia fue anexada a Hungría. Al finalizar la Segunda Guerra, Eslovaquia -junto a Checoslovaquia- constituyó la República Checoslovaca; y en 1948, se transformó en el Estado Socialista de Checoslovaquia. Tras la ocupación soviética de 1968, la República Socialista de Checoslovaquia se convirtió en un Estado federal; y en 1969, el Estado se convirtió en una federación de la República Socialista Checa y la República Socialista Eslovaca. Tras la caída del régimen -con la Revolución de Terciopelo de 1989- fue retirada la denominación “socialista” y adoptó el nombre de República Eslovaca, aunque aún establecida dentro de territorio checoslovaco. En 1993, con la disolución de Checoslovaquia, Eslovaquia se convirtió en un Estado soberano. En 2004 entró en la Unión Europea y en la OTAN; y en 2009 se incorporó el Euro. Los actuales eslovacos (sobre todo los habitantes de la Región de Košice y de Prešov, pletórica de patrimonio judío) conocen la historia política del territorio y por ello insisten en ser desvinculados de la Eslovaquia de Tiso. La historia recorre los mismos suelos pero las barbaridades construidas sobre éstos los separa. La República Independiente Eslovaca de Tiso que aulló durante la Segunda Guerra no tenía un ápice de independencia; fue creada en 1939 como un estado títere de la Alemania nazi. Su aullido reflejó, al mismo tiempo, la afinidad que el Vaticano de Pío XXII cultivó abiertamente con el régimen nazi y sus allegados. En principio, la expansión de Hitler hacia el este satisfacía al Vaticano, que deseaba el desmembramiento de Checoslovaquia, tildada de husita y socialista. Apoyaba por ello al Partido Popular Eslovaco (católico, conservador y sulfurado de antisemitismo) que dirigía Monseñor Tiso desde 1938. La alianza de aquella Eslovaquia con Alemania era tan sólida que Tiso, depuesto de su cargo, huyó a Berlín y desde allí -el 14 de marzo de 1939- declaró la “independencia” de su país. El 18 de marzo se concluyó un acuerdo que conminaba a Eslovaquia a la cooperación financiera y a una política exterior concordante con el régimen nazi. El 18 de abril de 1939 se decretó una ley restrictiva contra los aproximadamente 90.000 judíos eslovacos. El 26 de octubre de 1939, Tiso se convirtió en presidente eslovaco con la anuencia del Papa. Los obispos bendijeron en una declaración conjunta al régimen clerofascista y, al igual que destacados teólogos alemanes en 1933, Tiso proclamó que “el catolicismo y el nacionalsocialismo tienen mucho en común y trabajan mano a mano por la mejora del mundo”. La Eslovaquia de Tiso incrementó su lealtad al Vaticano judeofóbico, la obediencia a los dictados fascistas y un furioso antisemitismo. El 10 de noviembre de 1941 se creó el “Estatuto para judíos”. Un año más tarde fueron deportados alrededor de 70.000 judíos. El 28 de agosto de 1942, Tiso se lució en oratoria antisemita: “Por lo que concierne al tema judío, algunos se preguntan si lo que hacemos es cristiano y humanitario. Me pregunto: ¿es cristiano que los eslovacos quieran liberarse de sus eternos enemigos, los judíos? El amor a Dios me obliga a eliminar todo cuanto quiera causar daño a mi prójimo”. Tiso huyó a Austria ante el avance del Ejército Rojo, fue entregado por los Estados Unidos a Checoslovaquia y el 18 de abril de 1947 fue ahorcado. Sin embargo, para la Enciclopedia Católica, publicada por la Curia con la divina aprobación de Pío XII, Tiso fue “un sacerdote ejemplar de vida intachable”. A comienzos del Siglo XX, Košice albergaba la comunidad judía más prominente de Eslovaquia; en los años posteriores al Holocausto, alrededor de cuatrocientos sobrevivientes regresaron a Košice. Actualmente solo suman 240 judíos en la ciudad. Aun con aquel pasado vertiginoso (o precisamente por su existencia y la convivencia con el esfuerzo local por resignificarlo) Košice tiene un presente alentador. Es la segunda ciudad en importancia después de Bratislava; es sede de tres grandes universidades, del Tribunal Constitucional Eslovaco y tiene una vida cultural atractiva. Aunque hay mucho para ver en esta ciudad encantadora, en particular su centro histórico ofrece una compacta belleza. En el área denominada Hlavna Ulica se emplazan varios puntos de interés: la Catedral gótica de Santa Isabel, el Teatro Nacional, la Torre de Urban y una plaza particularmente deliciosa con una fuente musical. La historia política de Košice es también de antología. Veronika Holečková tiene 22 años y nació en Košice. Que siempre fue la Košice de la Eslovaquia democrática para ella, pero para su tatarabuela, sencillamente, no. Veronika comenta que la anciana “nació en 1903 en Košice, nunca se movió ni cien metros ¡y vivió en siete Imperios!”. Como ya se ha visto, el recuento de la joven es correcto: su ciudad ha subsistido a siete “dueños”. Pero ahora es dueña de sí misma. Por ello, y quizá por razones afines a las que le imponen proclamarse eslovaca del 93`, respira el lema nacional: “Verní sebe, svorne napred!” (Fieles a nosotros mismos, ¡juntos hacia adelante!). Košice ha sido nombrada Capital Cultural de Europa 2013 y se lo merece. Teatros, monumentos, plazas, museos, han sido renovados gracias a la inyección de 90 millones de euros de la Unión Europea por su designación junto con Marsella. La ciudad francesa tendrá sus méritos, pero la eslovaca los duplica; no es sólo su riqueza histórico-cultural sino también su significante político: Košice es una ciudad puente entre el oeste y el este europeo, es la puerta que intenta abrirse definitivamente a una tensión solapada, pero que persiste. La fiesta 2013 ha incluido entre sus invitados más especiales al vehemente Patrimonio Judío de Košice, representado básicamente en tres edificios. En el Distrito Judío de la Calle Krmanova aún pueden verse los lastimeros restos de lo que alguna vez fue una Mikve y la cocina kosher donde trabajaba el shoijet. Tiene un recinto para rezar que se habilita “cada viernes, con un rabino que viene de Budapest” porque, se lamenta Don Sitar (director de la Comunidad judía local), no pueden permitirse pagar el sueldo fijo de un rabino. La vieja Sinagoga Ortodoxa de la calle Zvonárska fue construida entre 1881 y 1899 y estuvo activa hasta la Segunda Guerra Mundial. Actualmente funciona como centro de exposiciones. Durante el verano europeo, se expuso el “Recorrido fotográfico de la memoria cultural”, del fotógrafo eslovaco-canadiense Yuri Dojc. Dojc ha captado, entre otras imágenes, un verdadero cementerio de libros ubicado en Bardejov, un pueblo a 100 kilómetros de Košice, cerca de la frontera con Polonia. Lo cuida Don Cyril Bogol con una lealtad incorruptible. Ninguna oferta económica o académica lo tienta; no es judío, dice que le honra el trabajo (que realiza ad honorem) y quizá ha aprendido que los libros deben morir donde han nacido. En la sinagoga Ortodoxa también se ha podido ver un vídeo documental con testimonios que Dojc ha recogido de sobrevivientes: éstos lloran sus relatos pasados como si ocurriesen... ahora. “Algunas tragedias no terminan de saldarse nunca”, sostiene el Dr. Adolfo Benjamin, psicoanalista didacta e hijo de sobrevivientes, “y para quien relata, el drama nunca termina de suceder”. Los suelos destrozados de la sinagoga que nadie ha restaurado, acompañan con su desnudez cruda el drama de la exposición: efectivamente, sigue allí, sucediendo. Gritando lo que ha ocurrido e implorando en ese grito que parece a destiempo, que termine de suceder. Y que no suceda nunca más. La Nueva Sinagoga de la calle Puškinova fue construida con el financiamiento de la comunidad judía en 1930 y estuvo muy activa hasta la Segunda Guerra Mundial; actualmente abre sus puertas en Rosh Hashaná y Iom Kipur y para conciertos especiales. En julio, por ejemplo, fue uno de los escenarios del Festival Judío “Mazal Tov”, encuentro de músicos, artistas, historiadores y etnólogos judíos. El objetivo fue ambicioso en el mejor sentido: a pesar de que una minoría judía tuvo una poderosa influencia en la vida de la ciudad, la mayoría desconoce este aspecto; el Festival buscó “acercar al gran público la riqueza de la herencia cultural judía”. La Nueva Sinagoga, sin embargo, no es sólo escenario de fiestas; aloja hace 69 años señales de una escena desgarradora: en una de sus paredes -legible, aunque protegida por un diminuto marco de madera- persiste, (dice, sucede...) una pequeña inscripción de nueve palabras: “ITT VAGYOK 1944 IV 2. NEM TUDOM HOVA - TIBI”. Un aterrorizado Tibi ha sido encerrado en la sinagoga el 2 de abril de 1944 junto a otros judíos de Košice (¿estarán allí, en mudo abrazo, en un rincón agazapadas, las abuelas de Eli?). Tibi intuyó que nada bueno pasaría y escribió lo poco que su terror le permitió concebir: “Estoy aquí 2 de abril de 1944. No sé adónde nos están llevando...”. A diferencia de otras urbes europeas que han prestado colaboración de distinta índole a la histórica masacre y cuya indemnización económica y/o afectiva no siempre parece ir de la mano de una profunda reflexión sobre lo ocurrido, Košice parecería caminar en una dirección más reflexiva. El hecho de que sus habitantes se resistan a ser emparentados con el país que entregó a sus judíos, dice bastante. Hoy día, en este rincón de Europa central, las abuelas podrían reencontrarse en un abrazo vital y aquella inscripción desoladora podría tener otro sentido: “Estoy aquí y... sí sé hacia donde nos están llevando”. La Košice tenaz, creativa y madura, que trabaja incansablemente para rescatar lo mejor de sí misma, sabe muy bien hacia donde va. Agradecimientos: Departamento de Turismo de Košice. Ivana Takácsová. Nikola Nedviďová. Zuzana Fabianova. Jozef Pokrivcak. Departamento de Turismo de Eslovaquia. Soňa Jelínková.