martes, 18 de diciembre de 2012
Elecciones 2013 en Israel (II): Todos los fuegos
Elecciones 2013 en Israel (II): Todos los fuegos
por: Moshé Rozén (Desde Nir Itzjak, Israel)
OPINIÓN. Luego de la operación militar de baja escala desarrollada en la Franja de Gaza, la sociedad israelí y sus referentes políticos, se encuentran enfrascados en otra batalla: la definición de las internas partidarias para ir conformando los distintos frentes de unidad, ante la proximidad de las elecciones en aquel país, que se llevarán a cabo el 22 de enero próximo. Nuestro colaborador permanente, desde su kibutz cercano a la Franja de Gaza, nos ofrece a continuación, un análisis sobre la ebullición electoral que se vive, por estos días, en Israel.
"Así será algún día su estatua, piensa ironicamente el proconsul mientras levanta su brazo, lo fija en el gesto de saludo, se deja petrificar por la ovación de un público que dos horas de circo y calor no han fatigado"
Julio Cortázar, Todos los fuegos el fuego, 1966).
El 22 de enero próximo, la ciudadanía israelí acudirá a las urnas. El corriente mes de diciembre es el mes de las primarias, signado por las internas partidarias, las alianzas y las intrigas propias de la contienda comicial.
En Israel se acostumbra definir toda elección como histórica, pero, a diferencia de anteriores convocatorias al votante, los comicios que se avecinan tienen real contorno dramático, sellados por el reciente operativo "Columna de Nube-Pilar Defensivo" contra la Yihad Islámica y Hamas y un eventual ataque a las bases nucleares de la República Islámica de Irán.
Si meses anteriores imprimieron un tinte social y económico a la agenda política, la decimonovena rueda eleccionaria del parlamento israelí adoptó en las últimas semanas un agudo giro hacia los temas de seguridad nacional.
Los misiles disparados desde Gaza no impactaron unicamente en el Neguev occidental, ya habituado al terror y la agresión: en noviembre, los cohetes amenazaron los principales centros urbanos del país.
Era evidente que las sirenas de alarma repercutirían en una fuerte radicalización de las tendencias derechistas; ciertamente, la orientación nacionalista –particularmente la de tono religioso ultra-ortodoxo- ya se perfilaba en anteriores eventos eleccionarios pero –ahora- ya no se trata de un fenómeno marginal: el clima político está duramente impregnado de manifestaciones xenófobas y militaristas que –hasta hoy- carecieron de legitimidad y envergadura en el discurso parlamentario y gubernamental.
Los diez mil colonos -residentes en zonas ocupadas de la ribera occidental deL Jordán- afiliados al Likud, lograron introducir en la lista de candidatos del partido gobernante a los máximos exponentes de la derecha nacionalista, Elkin y Feiglin, desplazando a figuras parlamentarias de tendencia liberal moderada, como Dan Meridor.
La dirigente del partido de izquierda Meretz expresó al matutino "israel Post" que la lista electoral de Netanyahu –asociado ahora al canciller Lieberman- vaticina un profundo vuelco nacionalista si el Likud accederá nuevamente al gobierno en los próximos comicios.
El temor es compartido por Shelly Yajimovich (Laborismo), Yair Lapid (líder del partido liberal "Hay Futuro") y por Tzipi Livni (ex-Kadima), pero en tono menor: los partidos de centro parecen haberse resignado a la continuidad de la derecha en el poder y desean reservar espacio para una posible alianza con Lieberman-Netanyahu.
Así las cosas, estos partidos –en lugar de promover una unidad opositora a la coalición gobernante- afilan sus flechas contra los focos de competencia: laboristas contra liberales de centro, Shelly contra Tzipi, Lapid contra Mofaz (Mofaz, el soberbio jefe del partido Kadima fundado por Olmert y Sharón, quedó como gallo desplumado al desertar sus simpatizantes a otras listas).
Este panorama se reduciría a lo anecdótico –como el tránsito de candidatos laboristas a grupos de la derecha liberal- si no fuera por el alto costo político de tal juego: cuando se disipe el humo de los fuegos de artificio, los actores políticos deberán enfrentar hogueras peores, en un amenazante entorno regional, inundado ya por el combustible belicista de la República Islámica Iraní.
Israel –tras la derrota diplomática de Lieberman-Netanyahu en la Asamblea General de las Naciones Unidas el último 29 de noviembre- necesita recuperar, con absoluta urgencia, el apoyo europeo y norteamericano, pero, como en la radicalizada retórica de los últimos días, es notoria la aspiración de complacer a un electorado impaciente: cuando las encuestas de voto y las veletas partidarias se imponen a una estrategia internacional que proporcione oxígeno a largo plazo, ese deseo electoralista puede ser el fósforo ansiado, desde afuera, para encender otros fuegos.