lunes, 20 de mayo de 2013

Esta es la historia de un milagro. De un pueblo que pasó por todas las pruebas y que finalmente logró encontrar la tierra prometida. La familia Elias, perdió dos hijos y vio nacer a Zehava, durante el largo y duro camino a Israel. La Teniente Zehava Elias es hija del Qes (rabino) más respetado de la comunidad. Antes de morir de cáncer, su hermana le encomendó “haz algo importante por el Ejército y por el país”. Conoce su historia

Con un libro de Torá en la mano, partieron hacia la tierra prometida A medida que los soldados se acercan al fin del servicio militar, el Ejército les ofrece ayuda para facilitar su regreso e inserción en la vida civíl. Aquí es donde entra en juego Zehava. “No es fácil volver a la vida civil después de tres años en el Ejército. Tratamos de ayudar a los soldados a tomar las mejores decisiones en la nueva etapa que emprenden”. Estos cursos están diseñados para los combatientes, soldados solos y soldados pertenecientes a minorías sociales. “El problema es cuando llega un soldado solo, etíope y combatiente a la misma vez, no sé a que curso mandarlo”, se ríe. Sin embago, desde su nacimiento hasta el momento de su condecoración de RRHH, existe una larga y dura historia de por medio. “Mi padre era el Qes de la comunidad etíope. Mis padres vivían en una aldea y cuando oyeron por primera vez la oportunidad de ir a vivir a Israel en 1984, de inmediato quisieron ser parte del viaje”, dijo Zehava. “Era un sueño para ellos.” En 1989, un grupo de judíos parte desde Sudán para la aeronave que los llevaría a la tierra de Israel. “Mis padres tenían ocho hijos y mi madre estaba embarazada de mí. Ellos decidieron dejar todas sus pertenencias, su casa, sus animales para llegar a Jerusalén.” “Ellos tomaron un poco de comida, dinero y el libro de la Torá de mi padre. Junto con ellos iba un guía que ya había recorrido el trayecto en el pasado. Caminaban por la noche para evitar ser descubiertos y dormían durante el día.” Muchas personas murieron en el camino y el destino, por desgracia, tampoco se la puso fácil a la familia Elías. “Uno de mis hermanos estaba muy enfermo. Mi padre lo llevó a un pequeño pueblo de Sudán en busca de alguien que pudiera ayudarlo. Mi hermano mayor dijo que ya estaba muerto en los brazos de mi padre, sin embargo él insistia en que alguien tratara a su hijo. Tenía tres años. Poco tiempo después, otro hermano de 5 años, murió a causa de la deshidratación. Ellos siguieron caminando, no tenían otra opción”. Su paso por Sudán, en el camino a Israel La mamá de Zehava “Mi madre llegó al final de su embarazo. En los últimos días, mi padre llevaba mi madre en una camilla porque no podía caminar”, dijo Zehava. “Yo nací mientras cruzaban un río”. El nacimiento de Zehava llegó como una bendición para la familia Elías, una llamada a la alegría y la esperanza, un incentivo para seguir con el viaje. Lamentablemente, la dicha no les duro por mucho tiempo. Casi de inmediato, el padre de Zehava y sus hermanos mayores fueron detenidos y encarcelados en Sudán. Su madre y el resto de los niños se vieron obligados a seguir el camino por su cuenta. Más de un año después de haber salido de su aldea, llegaron a salvo al punto de encuentro donde tomarían el avión a Israel. “La gente estaba sorprendida al ver aquellos pájaros gigantes, pues nunca habían visto un avión”, dijo Zehava. La familia tuvo que seguir por separado, por lo que la llegada a Israel no fue tan alegre como habían previsto. El primer año tuvieron muchas dificultades con el lenguaje y la integración, pero, ante todo, con el hecho de tener que construir una nueva vida sin parientes masculinos. Un año más tarde, el papá de Zehava y el resto de sus hermanos, fueron liberados de la cárcel en Sudán y lograron reunirse con la familia en el Estado judío. “Fue una gran alegría volver ver a toda la familia reunida en Israel.” Los padres de Zehava La familia se fue adaptando poco a poco a la vida en Israel. “Recuerdo que en la etapa de integración todos a mi alrededor me hablaban en amárico pero yo contestaba en hebreo”. En 1992, la madre de Zehava da a luz a gemelos, los primeros de la familia que nacieron en Israel. Unos años más tarde, empezaron la escuela primaria, junto con sus hermanos y hermanas. Fue entonces cuando Edna, su hermana mayor se hizo cargo de varias tareas de la casa, gracias a que su hebreo era mejor que el del resto de la familia, aparte preparaba las comidas y llevaba a todos sus hermanos a la escuela. Pese a su temprana edad, cada uno de los miembros de la familia trabajaba fuera del horario escolar para contribuir a los esfuerzos de la familia. “Mi padre trabajaba como empleado de mantenimiento en edificios. Fue duro, pero él estaba feliz de estar en Israel. Nosotros por otro lado, nos dedicamos mucho a los estudios, y fuimos aceptados en una escuela muy buena, donde eramos los únicos etíopes”. “Con el tiempo, también empecé a hacer más y más preguntas sobre nuestros orígenes. Después de entender de dónde veníamos y lo que sufrimos para llegar hasta aquí, he llegado a considerar la tierra de Israel como santa”. Proteger a la tierra prometida de Israel en uniforme es nuestro orgullo Ella ve a sus hermanos mayores que sirven en el ejército y en la fuerza pública. Para Zehava, esta acción es clara: “la importancia y el orgullo de llevar el uniforme para defender la tierra prometida es tan grande”. En 2007, durante su último año escolar, Tata, una de sus hermanas mayores y madre de siete hijos, le anuncia a la familia que tiene cáncer. Fue hospitalizada durante dos meses. “El día que me enteré, estaba lloviendo, yo estaba con amigos. Cuando recibí la noticia por parte de mi familia, rompí en llanto. Ella murió tan rápidamente. Fue muy difícil para toda mi familia, pero en especial para mi padre; es la única vez que lo vi llorar”. “En el hospital, ella me pidió que hiciera algo bueno por el ejército, algo importante. Ella confiaba en mis capacidades”. Poco tiempo después, Zehava terminó sus estudios con muy buenos resultados. En febrero de 2008, se enroló a las FDI. Ella comenzó su servicio en Mijvé Alon, un curso para soldados inmigrantes: “Yo sentía que tenía una madurez que otros no tienen. Tomé muy en serio este curso”. Luego del curso sigue la brillante carrera que cada soldado sueña con tener. Zehava se convirtió en comandante del curso Havat para ayudar a jóvenes soldados con problemas, y luego se incorporó al curso de oficiales, en el cual recibió el grado de excelencia entre todos los soldados de la compañía. “Yo no le había dicho a mi familia que había entrado en el curso de oficiales. Tenía muchas ganas de triunfar, estaba tan cerca de lo que Tata me había pedido. Cuando mi padre llegó a la ceremonia de graduación, estaba tan orgulloso”. En 2010, Zehava se convirtió en comandante de instructores militares en la región del Comando Sur. Después de un breve descanso del ejército, volvió al servicio en 2011 en su posición actual. A principios de este año, recibió el Premio a la Excelencia de la División de Recursos Humanos por su arduo trabajo y su devoción por los soldados. “Mi motivación es mi hermana. A menudo cuento la historia de mi familia y de mi hermana Tata en el ejército. Lo hago para hacerlos sentir orgullosos de ser ciudadanos israelíes. Hemos llegado aquí, a pesar de todos los obstaculos, y hoy puedo formar parte del ejército haciendo algo significativo. Así que, si yo puedo hacerlo, cualquiera puede hacerlo. Esta actitud perseverante ha influenciado positivamente a mi familia, mi comunidad y mis compañeros de servicio”. Zamtou (Zehava) viene de la palabra “cruz” en amárico, en representación al viaje que hizo su familia al curzar un viejo mundo a uno nuevo, explicó durante la ceremonia. “Quiero dar las gracias a la familia de las FDI que me ha permitido crecer y me ha brindado apoyo incondicional”, a lo que luego añadió, dirigiéndose a su hermana Tata: “A lo largo del camino, todo mi éxito está dedicado a tí y nuestra querida familia”.