martes, 28 de mayo de 2013

Rusia e Israel: a pesar de todo, hay acuerdo de Cidipal

Zalman Shoval A pesar del hecho que, Estados Unidos y Rusia, acordaron la realización de una convención en Ginebra, a fin de intentar solucionar la cuestión en Siria por vías diplomáticas y conformar un gobierno de transición, cabe dudar si existe acuerdo con respecto al carácter de esa solución. Israel, como ya se sabe, carece de preferencia activa sobre el interrogante acerca de qué poder debería elevarse. Si bien no es indiferente a los actos aberrantes de Assad, tampoco se abstiene de la evidencia que, los rebeldes, pueden llegar a ser no menos peligrosos. Los rusos tienen un interés directo en los acontecimientos en Siria y la conversación - entre el Presidente Vladimir Putin y el Primer Ministro, Biniamin Netanyahu- es testimonio de ello. No sabemos, con exactitud, que se dijo en las salas de Sochi pero no supusimos que Putin promovió el encuentro (y fue quien lo organizó) solo para anunciarle a Netanyahu que Rusia, por motivos de reglamentación o por causas comerciales, no puede anular el trato de los misiles con Damasco. Rusia de Putin, como la Unión Soviética antes, cuenta con intereses estratégicos, políticos y económicos en Siria a los que, el cambio de gobierno en ese país, pondrá en riesgo. Tartus es el puerto de la flota rusa en el Mar Mediterráneo y, dado que Moscú quiere garantizar su posición (por lo menos a sus propios ojos) como potencia en esa región, y al este del Mar Mediterráneo, debe empezar a calcular sus pasos el día después a Assad e, Israel, tiene su lugar en esos cálculos. No sería causal que Rusia intente relacionarse con quien, después, gobierne Damasco. Pero toma en cuenta otros acontecimientos, como la creación de un pequeño estado alawita al noreste de Siria, donde se encuentra el Puerto de Tartus. Estados Unidos, en cambio, espera una Siria unida, con liderazgo democrático y comprensible para Occidente (a pesar de considerar improbable esa esperanza). En el pasado soviético, la política rusa en la región se sostuvo en el apoyo a los árabes, incluida la organización terrorista y la hostilidad manifiesta hacia Israel; tanto debido a que – Stalin- veía en el sionismo a los enemigos más peligrosos del comunismo como debido al rol que, Israel, cumplía en el enfrentamiento con América, en el marco de la Guerra Fría. Desde ese punto de vista, la situación cambió y fue para bien. Con respecto al presente, tampoco Rusia es amante de Assad y el apoyo es una opción pero, al igual que Israel teme que, si cae, se generará un centro de acción islamista fundamentalista. En ese contexto, Jerusalem y Moscú comparten un interés futuro conjunto (no siempre por los mismos motivos). Mientras tanto, Israel espera de Rusia que convenza a Assad, que no tiene la intención de actuar en su contra mientras no permita el pasaje de armas bélicas de avanzada hacia Hebzollah, y le aclare lo que le espera si actúa en oposición a esa indicación y lo provoca en otras zonas, por ejemplo, el Golán. Sobre la mesa de naipes sirio, se producen - al mismo tiempo- algunos juegos en secreto y por separado. Para algunos es póker. Para otros, bridge y, la conformación de parejas de jugadores, no es fija. En esa etapa es claro a manos de quien se encuentra el naipe ganador y si hay algo así. Israel, debe mantener sus cartas cerca del pecho, no abundar en demasiadas palabras y, por supuesto, no olvidar que los intereses son puntuales o transitorios por más importante que sean, no son sustitutos a los intereses y relaciones de largo plazo con su aliada, América. Fuente: Israel Today