viernes, 24 de mayo de 2013

Gracias por el fuego.

PERASHAT BEHAALOTEJA - B.H.N."V. La tarea inicial tiene que ver con encender las luces, el fuego de la Menorá que ardía desde cada atardecer y el cual era misión del Aharón el preservarlo, el elevarlo –Behaalotejá-, haciendo que su fulgor perdurase sin dar lugar a que la oscuridad - joshej forme parte de lo Sagrado; de aquel espacio que había consagrado y encendido el hombre en su incesante búsqueda de la Luz de D's. El término Behaalotejá, más que el sentido superficial de encender las velas, tiene que ver con un significado mucho más profundo, ya que el verbo hebreo Lehaalot, tiene una connotación con el hacer subir, elevar. Así lo entiende Rashí, quien insinúa: "...de momento que la llama tiende a subir, es por ello que está dicho en el momento de encenderlas el término Aliá = Elevación, pues Aharón debía encender la llama, hasta que ella se elevase por si misma". Cabe entonces una reflexión: Siendo el Sacerdote Aharón la imagen de liderazgo espiritual de toda una nación, encargado de intermediar entre el hombre de Israel y Su Creador... ¿Por qué recaería en él, precisamente, esta tarea tan especial de elevar el fuego de la Menorá, que en apariencia resulta de las más simples y fáciles de ejecutar por otro de menor rango? Responde el Rabino Mordejai HaCohen Z"L: "...Cada ser humano debe optimizar y pulir, adaptar y ejercitar sus potencialidades físicas y espirituales, para que ellas y por su propia naturaleza estén predispuestas y orientadas al Servicio de D's, de tal forma que la Llama de D'-s ascienda por sus propios medios". 'Ner HaShem HaShem nishmat haAdám', nos dice el versículo que 'el fuego encendido ante D's es la Neshamá -Alma- del ser humano'. Cada uno de nosotros contiene esa llama que renueva la existencia cada día. Quiere decir, que cada uno de nosotros ha sido depositario de un fuego muy especial, que debemos preservar, regular, cuidar que ascienda para elevarnos y realizarnos en el campo de lo humano, a la Imagen de lo Divino... Así como lo hacía y nos lo insinuaba el Cohen Gadol cada comienzo de jornada en el Santuario. Nuestra Torá nos propone prioridades que debemos emprender a diario. Considerarnos como si fuéramos sacerdotes actuando en nuestro propio recinto sagrado: la Vida, el hogar, la familia, la amistad, la Fe, las convicciones... Esa es la primera tarea. Como individuos y como padres. Encender a tiempo. Y lograr que el fuego cobre vida por sí mismo. Nuestros hijos nos necesitan. No para que avivemos su fuego siempre. Pero si para permitirle vuelo. Hasta que la llama ascienda por sí misma, dice el comentarista. Nada más hermoso y nada más sublime es poder apreciar el recinto del hogar iluminado. Pero tengamos en cuenta que las grandes luces iluminan solo en la proximidad. Las pequeñas, transportan la luz y la difunden...Tanto como sus hijos y los míos en los ámbitos que hemos transitado por ellos y junto a ellos. Allí la luz, parece haber cobrado su propia fuerza. Y después, esa luz que algún atardecer encendimos, portará ella misma su capacidad de dar a luz. Allí es cuando sabemos que los matices del fuego son muchos y variados. Detenernos a observarlos. Detenernos a cuidarlos. Detenernos para agradecer la inspiración que el amor –que tenía Aharón-, solo ese amor puede encender tanta pasión de continuidad... Se nos pide que cuidemos el fuego, para que una vez encendido, pueda elevarse, ascender, cobrar vida... y que no se apague...nunca. "Un fuego perpetuo, estará encendido frente al mizbeaj, no se apagará jamás..." dice la Torá. Hoy el mizbeaj –altar- es nuestra mesa. El fuego constante es el que sabremos encender en los nuestros, para que no claudique jamás. Que no claudiquen jamás... ¡Shabat Shalom uMeboraj! Rab. Mordejai Maarabi Rabino oficial de la OLEI