viernes, 31 de mayo de 2013
El jugador más inesperado
Gracias a las gestiones del Keren Hayesod del Uruguay y más precisamente, de su División Femenina, fue posible recibir a una visita sumamente especial: Guilad Shalit, el joven israelí que estuvo secuestrado por más de cinco años a manos de la organización terrorista Hamás.
Su inenarrable cautiverio, culminó con el canje de 1027 prisioneros palestinos, muchos de ellos crueles asesinos, condenados a cadena perpetua, a cambio de su liberación.
Guilad fue por más de cinco largos años un símbolo. Aún hoy lo es. Toda la sociedad israelí y las comunidades judías en todo el mundo lloraban, anhelaban, reclamaban, exhortaban, rezaban, clamaban por su vida.
Los terroristas, que obviamente no sienten ningún apego por el derecho internacional humanitario, le negaron todo contacto con el mundo exterior y no permitieron que ni la Cruz Roja ni ninguna otra organización humanitaria, tuviera acceso o información sobre su vida. Durante años, ni siquiera se sabía si estaba vivo.
Su familia había conocido el dolor de la guerra en carne propia. Yoel, el hermano mellizo del papá de Guilad, fue muerto en la Guerra de Iom Kipur. Su padre Noam y su madre Aviva libraron una intensa batalla mediática que logró poner su caso, su vida, su rostro, como tema fundamental en la opinión pública israelí y mundial. Instalaron una carpa frente a la residencia del Primer Ministro, lograron reunirse con importantes personalidades e instituciones nacionales e internacionales y no cesaron de realizar todo tipo de actividades para difundir y lograr el apoyo a su causa.
Las operaciones “Lluvia de Verano” en junio de 2006 y “Plomo Fundido” en enero de 2009, tuvieron entre sus objetivos además de detener el lanzamiento de misiles sobre la población civil y de destruir los túneles utilizados para el contrabando de armas en Gaza, rescatar a Shalit.
Lamentablemente estos operativos militares para liberarlo por la fuerza, no tuvieron éxito.
No faltó la polémica en Israel, pues había quienes con fundamento se oponían a tan desproporcionado y perverso trueque. Muchos de ellos familiares y víctimas directas del terrorismo. De todas maneras una abrumadora mayoría estaba a favor de pagar un altísimo precio a cambio de la vida de uno de sus hijos.
De hecho fue el intercambio de prisioneros más desventajoso para Israel en toda su historia.
Como acertadamente expresó el Ing. Sergio Oberlander, presidente del Keren Hayesod al recibirlo en su casa, todos en Israel y en la diáspora sentíamos que Guilad era un integrante más de nuestra familia. Conocíamos su drama, su tímida sonrisa, nos identificamos con su desdicha. Era como un familiar lejano de ésos que vive en Israel, que aún no conocemos, pero que seguramente vamos a conocer. Y ese momento llegó cuando vino Guilad. Todos lo queríamos saludar, abrazar, tocar. Su peripecia pone de relieve los valores del pueblo judío. Un pueblo que prioriza la vida como valor supremo y siente como esenciales la libertad, la familia, el amor y la solidaridad.
Guilad Shalit vino sólo por dos días a Uruguay. Fue recibido en una cena íntima por los dirigentes del K.H. y luego agasajado por la comunidad entera, en un gran acto que colmó la sala donde se realizó, recibiendo múltiples expresiones de cariño.
Además de tomar contacto con la cálida colectividad judía, la ocasión fue propicia para que conociera algo más de nuestro país, desde el punto de vista turístico, gastronómico y deportivo.
Cabe acotar que Guilad es un amante de los deportes. Actualmente, mientras se apresta a iniciar sus estudios universitarios, está colaborando con una columna semanal en el suplemento deportivo de Yediot Hajaronot, uno de los diarios de mayor circulación en Israel.
Aquí, tuvo la oportunidad de visitar a los jugadores de la selección uruguaya de fútbol que estaban concentrados preparándose para afrontar importantes desafíos en su objetivo de clasificar a la Copa del Mundo de Brasil 2014. En una experiencia que seguramente le será inolvidable.
Visitó las oficinas del Presidente del Basquetbol de Hebraica y Macabi Cdor. Mauricio Sulimovich, quién le obsequió una camiseta del anterior campeón de la Liga Uruguaya de Basquetbol. Grande fue su sorpresa al enterarse que eran los mismos colores de su equipo favorito Macabi Tel Aviv.
Aún más inusual fue la primera actividad que tenía programada a pocas horas de haber aterrizado en nuestro suelo. Estaba invitado a integrarse a un grupo de amigos que jugamos basquetbol habitualmente. Una actividad diferente y descontracturada, ajena por completo a las agendas de las personalidades que nos visitan.
Para quienes tuvimos el privilegio de participar en ese partido fue una experiencia singular. Si bien desde el punto de vista deportivo se trataba sólo de una práctica recreativa, había una sensación diferente subyacente.
Si bien Guilad era uno más de nosotros, había regresado de un lugar del que muy pocos regresan.
Y la reflexión era insoslayable ¿Cuántos de nosotros pensamos, incluso participando de las actividades en favor de su liberación, que aún pudiera estar con vida?
Sin embargo la vida nos dio la oportunidad de vivir una experiencia que parecía hasta hace no mucho tiempo virtualmente imposible. Lo más cercano a un milagro.
La vivencia era similar a una película de ficción, en la que de un afiche que contiene una proclama y un rostro, emerge el personaje cobrando vida y materializándose como el jugador más inesperado.
Gerardo Stuczynski