viernes, 24 de mayo de 2013

A pesar de boicots

Figura repetida en muchas partes del mundo De acuerdo con datos suministrados por el Banco Mundial hasta mediados de 2012, Israel realiza un gasto superior al 4% del PIB en investigación y desarrollo y un promedio de 7,7% en educación de su población a nivel general, llevándolo a convertirse en el segundo país más culto del mundo superado sólo por Canadá. Sumado a lo anterior, cabe resaltar que el Estado hebreo es el país que produce más publicaciones científicas per capita; aproximadamente 109 por cada 10.000 habitantes. Eso además del desarrollo en los campos de agricultura (2% del PIB y 3,5% de las exportaciones) donde se transformó en pionero de agroindustria por medio de biotecnología, en medicina (8% del PIB) donde se promueven proyectos de salud, bioingeniería, y tratamiento de enfermedades degenerativas. También mantiene una inversión nacional basada en los emprendimientos de sus compañías Startup; poseyendo Tel Aviv 63 empresas listadas en la bolsa electrónica NASDAQ; por encima de países europeos, Japón, Corea, India y China juntos, que lo convierte en un país cuyo desarrollo y crecimiento económico colabora en la atracción de inversión extranjera y en el fortalecimiento de la competitividad mundial. Dichos datos, que podrían ampliarse si se toman en cuenta otros indicadores propiamente del aporte intelectual que realiza Israel en diferentes campos de desarrollo mundial, sirven para críticar al absurdo boicot intelectual que volvieron a efectuar esta semana ciertos «genios» mundiales, acusando al Estado hebreo de mantener políticas racistas, colonizadoras y de apartheid contra los palestinos; o acusándole de causar un genocidio contra esa población; argumento que si bien es repetido como mantra por progresistas pro-palestinos, no tiene base cuando se analiza el índice de crecimiento demográfico en Cisjordania y Gaza. Pero a pesar del comportamiento de estos «intelectuales», Israel no deja de realizar investigaciones que favorezcan a la humanidad y no dejará de hacerlo por el simple ego inflado y mal intencionado de personas que con sus aportes deberían contribuir a un mundo de paz y la resolución de conflictos; claro que en el mundo idílico, porque la realidad es bien diferente. Hasta el propio presidente de la Universidad Al Quds, el Dr. palestino Sari Nusseibeh salió en contra de dicho «boicot intelectual», afirmando que «si se quiere castigar algún sector, éste debería ser el último», refiriéndose al área educativa y académica. Es extraño el comportamiento contra el desarrollo israelí a favor del mundo, en especial porque son los mismos ciudadanos quienes realizan la mayoría de las investigaciones y dista de los problemas políticos que Israel pueda estar viviendo, tanto así que en ese desarrollo están involucrados también árabes y palestinos que ven más allá de lo negativo de las relaciones que pueda existir entre gobiernos, y juntos marchan hacia un objetivo común. El boicot en contra de Israel también resulta un perfil de doble moral cuando la crítica de quienes señalan la conducta del Estado judío no se oye con la misma vehemencia en otros países. Es por ello que no se escuchan a «intelectuales» manifestarse sobre violaciones a los derechos humanos en Siria, Irán, Arabia Saudita, China, Rusia, Pakistán, Sudán, Somalia, Cuba, Corea del Norte, Venezuela y otra larga lista de países donde a través de políticas de Estado se realizan actos contrarios a la aplicación del respeto hacia el individuo y sus libertades individuales. Ni siquiera hay manifestaciones o intentos de enviar «flotillas humanitarias» a dichos países donde se llevan a cabo persecuciones contra distintos grupos sociales, étnicos o religiosos, para hacer una clara protesta contra el maltrato y hasta el asesinato de esos colectivos. Se puede citar también la persecución y condena a muerte de iraníes que abandonan el islam y deciden convertirse a otra religión, la limpieza étnica de China en contra de los tibetanos o las persecuciones políticas del Gobierno venezolano contra la oposición, por citar sólo algunos breves ejemplos. Es claro que Israel como Estado, tiene sus defectos; después de todo, el país está conformado por seres humanos. Pero resulta ofensivo que personas o instituciones que se definen como «intelectuales» tengan un comportamiento adoctrinado y sumergido en un desprecio expresado por líderes palestinos que culpan únicamente a Israel de todas sus carencias desde 1948 para proclamar un Estado independiente y desarrollar las bases del mismo, desperdiciando durante décadas verdaderas fortunas en «ayuda humanitaria» conformando una maquinaria de propaganda anti-israelí, educando con odio a sus nuevas generaciones y obteniendo armamentos para perpetuar una lucha armada con fuertes matices emocionales que desfavorecen a Israel desde muchas áreas de la opinión pública. Lo que sí queda claro es que a diferencia de esos intelectuales que buscan el reconocimiento por sus investigaciones científicas, premios y que un séquito de fieles les infle el ego, la investigación científica en Israel, que se lleva a cabo a nombre de universidades, centros de estudio y lejos de cualquier bandera política, tiene como objetivo final el bienestar general, el mejoramiento de la calidad de vida y, especialmente, poder cambiar lo que por muchos años las malas decisiones humanas generaron en contra del medio ambiente. Qué mejor ejemplo que el israelí que una vez establecido en su tierra, la cultivó, la desarrolló y trató de convertir en ventaja lo que era un obstáculo, utilizando correctamente su capacidad intelectual y su ambición por construir, aunque también muchas veces debe usar su ingenio para defenderse, ya que viviendo en esta región convulsionada, no puede darse el lujo de perder una guerra sin poner en riesgo la existencia del Estado o la naturaleza judía y democrática del mismo. fuente: israel en linea