viernes, 17 de mayo de 2013

Israel en Línea, Silvia Golán«Hagan hummus, no guerra» pretende unir dos pueblos

Puré de garbanzos, tahina, aceite de oliva, limón y ajo podrían ser los ingredientes de una receta de paz entre palestinos e israelíes. Esa idea, descabellada quizá, es el tema central de «Make Hummus Not War» («Hagan hummus, no guerra»), un documental del director australiano, Trevor Graham, que fue presentado en la sección Cine Culinatio de la última edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. El hummus es una humilde delicia que logra - entre otras cosas - sentar en la misma mesa a los pueblos judío y árabe, según afirmó Graham. «Israelíes y palestinos son muy dependientes entre sí en el aspecto económico. Irónicamente, la Autorida Palestina provee mano de obra en los asentamientos judíos de Cisjordania. Cuando se está allí, es difícil distinguir quién es árabe, quién palestino, quién judío-israelí, porque se produjo una gran hibridación», sostuvo el director. Pero ese no es el único punto de encuentro. Graham también habla de la música. «La música israelí moderna toma prestadas melodías palestinas. Es cierto que hay muchos judíos marroquíes y tunecinos que llegaron a vivir a Israel. Sucede lo mismo con la comida; se vuelve complicado», senteció. El documental explora el hummus en Líbano, Israel y la Autoridad Palestina e, incluso, en otros países que reclaman ese plato como propio, como Siria, por ejemplo. «El documental se fraguó en el periodo en que comenzó la «primavera árabe», de modo que descartamos filmar en Siria porque no era seguro. No obstante, durante el recorrido, los judíos nos insistieron en que el hummus de Damasco es fenomenal», agregó. «En Jordania también afirmaron que lo inventaron ellos. En cuanto a Irak, me dijeron que el hummus no es un plato típico iraquí, pero que terminó formando parte de su tradición por osmosis», añadió al respecto Graham. «Cuando la gente comparte su comida a la larga no puede traicionarse. Ese es uno de los elementos más interesantes del hummus, particularmente en Jerusalén, donde coinciden judíos y musulmanes en los mismos restaurantes, mesa con mesa, compartiendo la misma atmósfera. Hay algo ahí. Hay gente de todo el mundo, soldados israelíes, curas, turistas, palestinos, israelíes… Cuando un local adquiere una buena reputación por proveer buena comida, la gente acude y olvida sus prejuicios», señaló. Y esa es precisamente la razón por la que Graham hizo el documental. Su punto de vista es que esa comida, por momentos, deja el conflicto de lado. «Hay una gran organización en Jerusalén llamada Chefs to Peace, conformada por cocineros cristianos, musulmanes y judíos. Ellos afirman, con mucha gracia, que en las cocinas trabajan con utensilios muy peligrosos, como cuchillos y nadie muere», dijo irónicamente. «Y es que el hummus es un plato muy nutritivo. El sésamo contiene mucho calcio, los garbanzos son muy buenos para el sistema digestivo y el tránsito intestinal. Y la adición de ajo es anticancerígena. Además, se comprobó que hay un elemento en los garbanzos que resulta un gran estímulo sexual», recalcó. El documental explora las diferencias en el modo de preparación del hummus, que no en todo los casos incluye tahina, ajo y limón. «Aunque la combinación es única, fui a numerosos sitios israelíes y palestinos donde no usan ajo, porque comen el hummus como desayuno y el ajo de buena mañana no sienta bien. Pero en otros sitios sí lo incluían, de modo que no hay reglas. Es cosa de cada uno o de la tradición familiar. De hecho, en un mismo restaurante puede haber un surtido de hasta seis variedades distintas», manifestó.