lunes, 6 de mayo de 2013

Los secretos de la Barcelona judía

El placer de hoy: descubriendo el Call y su gastronomía Nos encontramos delante de la Casa de la Seda, en la calle Sant Pere Més Alt, a pocos metros del Palau de la Música Catalana. Un cartel delante de la puerta nos tienta: “Descubre la comunidad judía de Barcelona, sus costumbres y su gastronomía”. Está lloviendo. Es como si el peso de la historia estuviera cayendo del cielo justo encima nuestro, dividido en múltiples gotitas de agua. Entramos y vemos a diversas parejas, de diferentes edades, esperando en los bancos o de pie, con una copa de cava. No tardamos mucho en tener nosotros otra en nuestra mano. Brindamos y notamos las burbujas en nuestro paladar. Esta noche viviremos la velada con los cinco sentidos. Minutos después, Shon, una guía turística hebrea, se presenta ante nosotros. Nos explica que nos va a ayudar a descubrir el antiguo barrio judío de Barcelona, el Call. Nos destaca que vamos a entrar en la sinagoga mayor (una de las cinco que nos encontraremos durante nuestro recorrido a pie), que vamos a ver dónde estaban las dos entradas al recinto enmurallado judío y que, al final, volveremos a la Casa de la Seda para disfrutar de una cena que consistirá en un menú degustación Kosher. La sinopsis de la película que nos relata nos gusta e incluso ya tiene título: ‘Sefarad’, el nombre que los antiguos judíos españoles daban a su país. Salimos a la calle de nuevo, notando otra vez la lluvia, y junto a la quincena de parejas que se han apuntado al tour, iniciamos nuestro viaje en el tiempo de la mano de Shon. Una de las primeras cosas que nos revela en la calle de Montjuïc del Bisbe es que Mont Juïc quiere decir “la montaña judía”, en referencia al antiguo cementerio hebreo. También lo era la plaza Sant Felip Neri, donde encontraron una lápida de la familia hebrea de los Gracia. “Ahora sí que vamos a entrar en el barrio judío”, nos anuncia Shon, quien nos aclara que Call significa “comunidad”. A lo largo de nuestro recorrido, nos damos cuenta de que las serpenteantes y estrechas calles de Sant Domènec del Call y del Arc de Sant Ramon del Call son básicamente la frontera que delimita el antiguo barrio judío de Barcelona. Antes, todas las vías tenían el nombre del oficio que allí se practicaba: por ejemplo, calle de la carnicería si allí había carniceros. Shon nos detalla cómo distinguir el rastro de las sinagogas en las paredes de los edificios medievales, nos invita a observar por una ventana a ras de suelo un baño judío que ahora está dentro de una tienda de muebles y nos narra historias de amor y desamor, como la leyenda del alquimista y la casa encantada (actual sede del Centro de Interpretación del Call). Uno de los puntos más interesantes de la caminata es el cruce de las calles Sant Domènec, Marlet y de la Fruita, donde aún notamos más la lluvia (o, lo que es lo mismo, el peso de la historia), ya que nos encontramos en la esquina más antigua de Barcelona. “No entran más de siete piernas”, nos indica Shon para que nos demos cuenta de hasta qué punto la hicieron estrecha, al estilo romano. Muy cerca de allí entramos en la sinagoga mayor, donde Miguel Iaffa nos acoge con amabilidad y nos revela algunos de los detalles de su pasado. Nos encontramos en el templo religioso judío más antiguo de España y de Europa. Aquí dentro la palabra “shalom” adquiere toda su dimensión. Miguel nos habla con pasión. No en vano tuvieron que sacar 60 toneladas de tierra para poder ahora descubrirnos este monumento que forma parte del ADN de Barcelona. Y es que esta sinagoga se remonta a la época de Barcino y el Imperio Romano (podemos observar el importante hallazgo de su piedra fundacional), incluso fue construída en el camino hacia Jerusalem y ampliada en el reinado de Jaume I. Los hombres escuchan a Miguel con la kipá cubriéndoles la cabeza. También hay tiempo para admirar las piezas de museo que alberga este templo. Además, estamos ante una mezcla de estilos arquitectónicos que desenvocan en el gótico que se asoma en la espectacular volta catalana que sustenta el techo. La visita a la sinagoga no solo nos sirve para conocer más detalles de las costumbres judías, sino también para saber cómo vivieron en la Barcelona medieval y cómo sufrieron matanzas incluso un siglo antes de que se ordenara su expulsión o conversión al cristianismo. Del siglo III al siglo XIV. Todas sus andanzas y anécdotas transitan delante de nosotros como un libro abierto. La ruta continúa hacia la plaza de Sant Jaume, donde descubrimos otra sinagoga en lo que hoy es la capilla de Sant Jordi de la Generalitat. Vemos dónde vivió la familia Gracia y, antes de regresar a la Casa de la Seda, Shon nos explica por qué algunos edificios antiguos llevan letras hebreas grabadas en sus piedras y por qué en la fachada del Museu Diocesà podemos ver el símbolo de la Inquisición. Y es que esta noche las preguntas tienen respuesta. Volvemos tras nuestros pasos, siguiendo otra vez el paraguas rojo de nuestra guía, que nos lleva de nuevo hasta la Casa de la Seda. Se trata de un palacete que se salvó de convertirse en escombros cuando se abrió la Via Laietana. Por suerte, esta noche podemos admirar la elegante decoración del interior de la sede del gremio textil de la seda. Para ello, subimos al primer piso, el Principal, donde, al atravesar la puerta que hay al final de los escalones, nos da la sensación que, efectivamente, hemos traspasado el umbral de la historia. Las vistosas paredes de seda roja del vestíbulo dan paso a una serie de salas nobles que nos conducen hasta la cámara central, decorada con madera en el techo y en las paredes, así como la omnipresente seda y el pan de oro. Estamos en la “Sala del Gremi de Velers de la Present Ciutat”, como reza un cartel. Y en otro podemos leer una fecha: 1763. Todo está dispuesto para la cena, en sillas y mesas que sin duda son de otro tiempo. Incluso el menú, elaborado a base de antiguas recetas hebreas: Pan de Matzah Primer plato: Mutabal de berenjenas-Borscht de remolacha-Hummus de garbanzos con merluza Segundo plato: Cholent de carne (tradicional de Shabat)-Rosh Hashanah Tzimmes (Tzimmes de Año Nuevo)-Keftas de cordero Postre: Brownie para Pesaj (Brownie de Pascua judía)-Torta especiada-Strudel judío de manzana. Al terminar de cenar, nos damos cuenta de que tenemos los cinco sentidos saciados: hemos comido bien (destacamos el Hummus, el Rosh Hashanah Tzimmes y la Torta especiada), hemos admirado la grandiosidad del escenario de la cena; hemos escuchado una música de aires sefardíes que maridaba con los platos; hemos notado la textura del pan sobre nuestros dedos, y nos hemos embriagado con el olor de los segundos platos más elaborados. Nuestra noche Sefarad ha sido completa. Sencillos detalles, pequeños placeres -Aprovechad vuestra visita a la sinagoga mayor para contemplar sus tesoros, como la piedra fundacional. Podéis adquirir varios objetos de regalo, pero una de las joyas es el ejemplar de El Siddur en català dels conversos jueus (s. XV), una copia del libro que encontraron en el Call y que demuestra que la comunidad judía estaba plenamente integrada y hablaba catalán. Pero, nosotros, para las parejas, recomendamos descubrir el “raro plato de bodas” que hay en una de las vitrinas y que reproduce la ceremenia del casamiento. -El menú degustación de la cena se acompaña con agua, vino blanco y vino tinto, además de los cafés. Existe la opción de comer Kosher estricto, con el certificado de Kashrut de la Comunidad Israelita. -La actividad de Sefarad en la Casa de la Seda está organizada por Sternalia Productions, que también ofrece otras opciones de descubrir la historia de Barcelona sobre el terreno con guía y cena gastronómica. Nosotros os recomendamos la noche medieval de historia y leyendas en el Palau Requesens.