domingo, 12 de mayo de 2013

Vestigios judíos en una iglesia hondureña

Acercamiento a “Colohete” Segisfredo Infante, Tegucigalpa No es nada fácil un acercamiento técnico a uno de los templos más extraños y remotos construidos en el periodo colonial o virreinal hondureño, entre otras razones porque nos dijeron que era prohibido tomar fotografías en los interiores. Pero la devoción a la historia de nuestro país, y la propensión hacia las cosas raras, en proceso de abandono, saqueo y olvido, me impulsan a escribir, gratuitamente, auxiliado por la información brindada por el doctor Libny Rodrigo Ventura Lara. Habíamos dicho en un artículo anterior que San Manuel de Colohete se localiza varios kilómetros al sur de la ciudad de Gracias, en el departamento de Lempira, en uno de los recodos topográficos de las altas montañas de Celaque. Ahora mismo recuerdo que Mario Felipe Martínez Castillo me mostró, en el desaparecido “Café de Pie”, en el mero centro de Tegucigalpa, un documento colonial que mencionaba la existencia de este pueblo bajo el nombre de “Concepción de Colohete”, que aludía a la virgen de la “Inmaculada Concepción”, cuya imagen se robaron del mismo templo. Influido por los trabajos sobre los “Criptojudíos” del amigo Libny Ventura, o por una posible rima, llegué a asociar el nombre del pueblecito con la palabra hebrea “Kohelet” (o “Eclesiastés”) del Antiguo Testamento de la Biblia. Pero el señor Leovigildo Mateo Muñoz me aclaró las posibles raíces lencas de esa toponimia, y que el templo fue construido, aproximadamente, en “1666”, coincidiendo con Libny, que tal edificación es propia del siglo diecisiete, en que estuvieron involucrados los encomenderos Pinedas, Guevaras, Betancourt, Dubones y los Laras. Pues bien. Aunque la iglesita ha sido encalada y se han borrado, o desleído, varios detalles, la fachada principal exhibe tres cuerpos con cinco calles. Hay dos torrecitas campanarios que son parte de la misma fachada, con nueve nichos y una imagen en el óculo. En el remate hay un “Cristo Negro” que ofrece la ilusión óptica de caer sobre el espectador. La fachada exhibe diez columnas salomónicas de un auténtico barroco maduro, y dos columnas más o menos almohadilladas en el tercer cuerpo. Si uno se fija con más detenimiento (esto es difícil apreciarlo en las fotografías) hay cuatro o cinco columnas delgaditas de tipo clásico. Pero lo más llamativo del templo son las decoraciones internas y externas. Abundan los tréboles de cuatro hojas, que son como “un juego visual”, porque al colocarlos al revés, o en negativo, veremos, según Libny, “la cruz paté, una de las más utilizadas por los templarios, que sobrevivió a los mismos, en las familias de sus antiguos miembros”. También abunda “la flor de lis”, asociada a los franciscanos y cruzados. Pero quizás lo más llamativo en los decorados de las paredes interiores del pequeño templo, es la abundancia de la llamada “flor de David”, de seis pétalos encerrados en círculos. Y aunque han hecho intentos por borrarlas, sus dibujos persisten. Dice Libny Ventura que “efectivamente son estrellas de David en forma de roseta de seis hélices”, y que “así fueron encontradas en la sinagoga del castillo de Lorca, en Murcia, en 2001. Y así se las puede encontrar en Israel, durante el período del Segundo Templo, dentro del cual también estaba este símbolo, según me dijo el jefe del departamento de Arqueología de la Universidad de Haifa”. Hay unos nueve ángeles con rostros extraños en la fachada; una especie de zarza sobre el óculo; una letra “A”; un pequeño triángulo simétrico; cuatro inscripciones borradas en las bases; y, en la parte de atrás, como continuación, o parte de la cúpula, cinco leones empotrados que como si fueran gárgolas que sirven para el desagüe. En el interior de la cúpula se observan unas letras mayúsculas (como si fueran siglas): “C”, “PL”, “CD”, “M” y “B”, cuyos significados son incomprensibles para el mismo Libny. Debajo de la cúpula, es decir, en el altar mayor, hay otro “Cristo Negro”, en uno de cuyos lados se encuentra sepultado el sacerdote Juan Nepomuceno Rodríguez. Bien, esto sólo es el comienzo de un primer acercamiento técnico-simbólico al súper-decorado templo de Colohete.