martes, 29 de enero de 2013
Aprendiendo a vivir con Bibi
Por: Aaron David Miller
23 de enero, 2013
En la primavera de 1996, cuando los israelíes aun hacían el duelo por el fallecido Yitzhak Rabin y Shimon Peres se enfrascó en una dura carrera – contra Benjamin Netanyahu - para primer ministro bromeé con mi amigo y colega Dennis Ross, en una de las peores prediciones de la era moderna: No hay modo que Bibi pueda ganar esto. No puede ser primer ministro del Estado de Israel.
Diecisiete años después, Netanyahu , hasta ahora, sirvió más años como primer ministro israleí que cualquier otro, como David Ben Gurion, y aunque se debilitó mucho por las elecciones de esta semana, comenzará las negociaciones de la coalición hacia un tercer término, sin precedentes.
Pero, mirando esta mañana la prensa, pensaría que ya brinda. “El Rey Bibi”, escribe el columnista Bradly Burston, “se las arregló para desplomar una victoria en un triunfo técnico que tiene toda la apariencia de una debacle”. El inestimable Aluf Benn escribe en Ha´aretz, “La campaña de Bibi fracasó” porque no tenía mucho para decir.
Ambos tienen razón, por supuesto. Los resultados de la elección en Israel fueron una clara derrota de la derecha, una no-victoria de la izquierda, una clara afirmación que hay un centro en Israel, y un indicador que, muchos israelíes, miran algo nuevo, más allá de Netanyahu.
Pero sería un error en 2013- tal como lo fue en 1996- cancelar a Bibi o concluir que la política israelí está, de alguna manera, al borde de una transformación. Recuerden: este es el volátil mundo, patas arriba, de la política israelí, donde desde la independencia hubo 32 gobiernos, que duraron, en promedio, apenas 1.8 años. Y este es un lugar donde los principios compiten con el duro negocio de la política de la calle y la franca mezquindad. Y Bibi conoce cómo sobrevivir en las aguas infestadas de tiburones de la política israelí.
En verdad, en la curiosa interacción de política interna, seguridad nacional y, lo más importante, la ausencia de liderazgo carismático, hay vida a la izquierda del Rey Bibi.
Y aquí está el por qué.
1. Los árabes e Irán aun son los mejores talking points de Bibi
Ésta no fue una elección sobre el proceso de paz o Irán, que es el por qué Bibi fracasó. El anexo derechista de Naftali Bennett falló en cumplir con las elevadas expectativas colocadas sobre él, y la respuesta al por qué a Yair Lapid, quien focalizó en temas sociales y económicos, le fue tan bien.
Pero el tema de seguridad- el matzav (en hebreo, “situación”) es omnipresente. Es en ese mundo donde Netanyahu florece. Y uno siempre puede contar con los árabes para ofrecer una línea de vida.
Seguro, el comportamiento israelí hacia los palestinos en la Margen Occidental es malo pero,¿comparado con qué? Los vecinos de Israel, en estos días, siempre parecen encontrar un modo de rescatar el derecho de los de alrededor. En Siria Bashar al Assad asesina a su propio pueblo; en Gaza, Hamas habla de empujar a los judíos al mar; en Egipto, el Presidente Mohamed Morsi y la Hermandad Musulmana adoptan la peor clase de tropas antisemitas y, en Irán, los mullah no pueden parecer abrir sus bocas sin murmurar algo acerca de los malditos sionistas.
En ninguna parte hay un líder, árabe o musulman, que sea lo suficientemente atractivo o poderoso para desafiar a los israelíes, ganar un distrito electoral entre el público israelí o dar a la administración Obama suficiente influencia para presentar a los israelíes una elección real de paz. Y, en este mundo, Netanyahu, prospera.
2. No hay proceso de paz por el que luchar
En tanto no hay un real proceso de paz que cree una elección real para la mayoría de los israelíes, Netanyahu continuará teniendo un rol clave. Seguro, Lapid, socio potencial de la coalición de Netanyahu, adopta dos estados. Pero como su famoso padre, Tommy Lapid, del leal partido Shinui, es duro en los temas de paz tales como la división de Jerusalén o el derecho al retorno de los refugiados palestinos.
Y en caso que no se hayan anoticiado, en este momento no hay proceso de paz, un hecho que ni Lapid ni muchos otros centristas enfatizaron en sus campañas. Mientras que los israelíes están focalizados en temas internos, el proceso de paz se fue perdiendo, tanto por la situación de seguridad que es demasiado buena (no hay ataques terroristas, el Iron Dome, o porque la situación regional es demasiado mala, liderazgo palestino dividido, Morsi antisemita, etc.)
Con mayor probabilidad, la clase de proceso de paz que surgirá durante el próximo año es uno que Netayahu pueda apoyar-un enfoque desde abajo hacia arriba con pequeño foco en los temas identitarios tales como Jerusalén y refugiados, y tal vez tranquilas discusiones, entre israelíes y palestinos, sobre el territorio y la seguridad que el PM pueda maniobrar. Pero no eleven sus expectativas.
3. John Kerry necesita un amigo
Vamos a tener un nuevo Secretario de Estado que tendrá la responsabilidad –suponiendo que pueda convencer al presidente de dejarle el manejo del tema- de ocuparse del problema israelí –palestino. Y lo último que Kerry quiere es un empeoramiento de los lazos entre Netanyahu y Barack Obama que le haga imposible hacer su trabajo en un tema clave.
SI Kerry quiere tener la oportunidad de lograrlo- incluso de manejar el problema- necesitará una relación con Netanyahu basada, en alguna medida, en la confianza. Esto es incluso más importante dada la ausencia de tal familiaridad entre Obama y el PM.
George H.W. Bush e Itzhak Shamir no estuvieron a solas. James Baker, Secretario de Estado de Bush, se las arregló para elaborar una relación laboral con el entonces PM Shamir; tensa,pero funcional. Sin esta, no hubiera habido conversaciones de paz en Madrid- y sin ello, las conversaciones de Oslo hubieran sido más difíciles de producirse. Si Kerry es inteligente, mantendrá la puerta abierta a Netanyahu y tratará de crear, al menos, un “modus vivendi”. Bibi, mientras tanto, va a tratar de construir su ya positiva relación con Kerry.
4. Facilitadores americanos
También estoy apostando a que el equipo de Obama no se vuelva terriblemente creativo sobre el proceso de paz y juegue las fortalezas de Netanyahu- un proceso interino, creciente y ascendente que evite los temas difíciles, y se mantenga alejado de las iniciativas de alto perfil. Más que tratar de socavar a Netanyahu, un segundo término presidencial (aun, con visiones de ser el padre de la soberanía palestina) probablemente lo ejerza y trate de trabajar con el nuevo gobierno. Y,¿quien podría culparlo? Incluso si Obama decide tirar los dados, necesita un socio árabe o palestino para ayudarlo. Y, escasean.
5. Irán debe ser manejado
Hay otra poderosa razón por la que Bibi permanezca siendo relevante: es el Sr. Irán. Incluso más que el proceso de paz israelí-palesitno, o la falta de uno, Irán requerirá la cooperación, entre Washington y Jerusalén, si se alcanzara un acuerdo sobre el tema nuclear o se tomara una acción militar exitosa.
Irán no es Palestina. Algunos localizaron una guerra de pastores, aun con resonancia regional. El tema nuclear iraní puede tener graves consecuencias económicas, militares, financieras y políticas para todo Medio Oriente y la comunidad internacional. Las participaciones son demasiado altas de acomodar las enormes diferencias políticas o las brechas públicas, sin hablar de un desglose en la cooperación que obligue a los israelíes a tomar una acción militar unilateral.
Muchos piensan que este será un año de decisión con respecto al tema nuclear iraní. Tal vez sí, tal vez no. Sin tener en cuenta, Obama y Netanyahu necesitan alcanzar alguna clase de entendimiento; primero, evitando la acción militar unilateral israelí hasta que el esfuerzo diplomático haya recorrido su curso; segundo, sobre qué clase de solución negociada los israelíes aceptarán; y tercero, si todo fracasa, sobre qué nivel de cooperación ambos paises se comprometerán si se requiere una acción militar. La nueva coalición, si es lo suficientemente amplia, puede tanto proveer (o restringir) una base para la acción militar contra Irán. Pero, de cualquier manera, Netanyahu se encontrará a sí mismo en el medio de la mezcla con un rol crítico a desempeñar.
Netanyahu sobrevive porque Israel está confrontando a su propia crisis de liderazgo y está en el medio de un continuo cambio de guardia generacional, desde sus fundadores a una generación de líderes más jóvenes y menos autoritarios. Ariel Sharon sigue en coma mientras que, Shimon Peres, es – a los 89- sorprendentemente vital. Ambos son las únicas figuras históricas que permanecen. Una serie de políticos más jóvenes y menos legítimos- Ehud Olmert, Ehud Barak y Tzipi Livni trataron, y fracasaron, en llenar ese vacio.
Cualquiera sean los puntos de vista de Netanyahu, no sólo sobrevivió sino que prosperó en el disfuncional, bizantino y sin liderazgo mundo de la política israelí.
Tal vez esta eleción sea el comienzo del fin de este camino –un triunfo para una nueva política israelí basada en la moderación, los principios democráticos e, incluso, un nuevo abordaje hacia los palestinos. Siempre podemos anhelar. Pero más en este tiempo, Bibi,se lo tome como se lo considere, de ninguna manera está afuera.
CIDIPAL