viernes, 11 de enero de 2013

VENCER AL ENEMIGO INTERIOR

Ene 2013 Escrito por Rabino Mordejai Maarabi Publicado en Parashá tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente B.H.N."V. - Moshe Rabenu tenía delante de si una carrera con obstáculos. No competía con nadie, pero los fantasmas presentes en la conciencia del pueblo judío no dejaban de hacerse presentes a diario. Era difícil alcanzar las metas, cuando el sueño se veía postergado ante tanta realidad obnubilante, o al menos, creadora de insomnios espirituales en el seno de una comunidad devastada por el silencio y la incertidumbre. ¿Cómo vencer la monotonía? ¿Cómo llegar a hacer ver a aquel que es 'peor que el ciego', al decir del refrán popular? ¿Cómo poder enfrentar la obstinación del endurecido Faraón, en su corazón y en su mente –sensibilidad y actitud-, y la conducta emergente en medio de sus propios hermanos, desesperados y desesperanzados? Tenía razón Moshe la semana que paso cuando intentaba por todos los medios escapar de lo inevitable: su misión...No comprendía Moshe que 'su misión', debería unir los extremos: sumisión. Debería entregarse totalmente a la Voluntad de Su Creador. No había alternativas. La carrera estaba en marcha y él, su competidor exclusivo... Es difícil ser pueblo judío. Tanto o más que ser judío. Porque se multiplican los conflictos. Se radicalizan las posturas. Se distancian las proximidades. Se cortan y recortan los vínculos. Es difícil ser judío en Egipto, debería decir nuestra afirmación ante todo. Porque Egipto potencializa nuestros defectos, como todo enemigo. Y estos años de penosa esclavitud y dolorosa tortura no fueron menos en nuestra condición del ser. Si el Faraón se propuso algo, fue eso: no dejarnos ser. "Haba nitjakema lo" decía jubiloso la semana pasada al inicio de nuestro Sefer Shemot. El triste y celebre Faraón egipcio sumaba –en plural- a todos su súbditos para ejercer el odio y discriminación hacia los hebreos. No se trata solo de ser 'mas sabios que ellos'. El verbo también habla de sofistificacion. Ser más sofisticado significa actuar sobre algo más. Penetrar la otra parte de la existencia. El ser del otro. Su expresar y su sentir. Su condición natural y primera como humano. 'Vamos a no dejarlo ser como debe y como quiere' intentamos decir. Vamos a enajenarlo. A que no se reconozca. Que deje de ser quien es. Nada más y nada menos. Eso es, querido lector, lo que produce Egipto entre nosotros. Hacernos ajenos. Hacia nosotros mismos y para con quien nos acerca una mano y una palabra de ayuda. Para quien nos 'viene a salvar del ostracismo y la despersonalización'. Y no es poca cosa. Moshe Rabenu sabía que no era fácil. Aunque su primer contacto, tras sus pasados cuarenta años egipcios –los cuales se vieron cortados por su intervención dando muerte al egipcio que castigaba al hebreo-, le ofreció una esperanza alentadora, a él y a su hermano Aharón, cuando reunidos frente a los ancianos de Israel, nos decía el final de nuestra perasha pasada: " Y fueron Moshe y Aharón y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel...y creyó el pueblo...inclinaron la cabeza y se prosternaron". Sin embargo, al traer las palabras más excelsas oídas alguna vez; al regalarle al pueblo judío la esperanza que habría de recorrer y sellar a fuego toda su historia en cuatro verbos –los 'cuatro lenguajes de la gueula' -, la sorpresa no es menor. "Y hablo Moshe de esta manera a los Hijos de Israel; mas ellos no escucharon a Moshe...mi-kotser ruaj u-me-avoda kasha". Queríamos preservar las expresiones. Kotser Ruaj y Avoda Kasha...He aquí la realidad. El relato de la realidad de aquellos días. El relato de lo que hubo que enfrentar Moshe en ese tiempo. No solo al Faraón había que confrontar. Había un pueblo, todo un pueblo, que superar en el convencimiento de la visión y en lo sagrado de la misión. Y es por ello que decimos no saber cuál era el peor enemigo a enfrentar. Si el Faraón con toda su terquedad y obstinación o el mismo pueblo –sus hermanos-, vencidos una y otra vez por la maquinaria egipcia desangrante y asfixiante. Porque la conducta del Faraón tiene explicaciones. Es HaShem Quien dirige su voluntad y endurece su corazón. Porque hay que darle su merecido y no dejarle salirse de esta con impunidad, así como se salen los dictadores modernos de los genocidios que han propuesto para con los demás. Pero... ¿Qué pasa con nosotros? Kotser ruaj dice la Tora primero. Hay insuficiencia. Impaciencia e intolerancia. ¡Cuántos 'in' todos juntos! Según Rashi, la dificultad se marcaba en la respiración del pueblo. Pero para el sagrado Or HaJaim (Rabi Jaim Ben Attar), la falta estaba en la sapiencia de Tora. Al no estar compenetrados de Tora, no podían escuchar. 'Ya que la Tora ensancha y amplia la dimensión del corazón humano'. Lo físico y lo espiritual juegan su partida doble en nosotros. Y el Zohar, remata la idea afirmando que: 'Dijo Rabi Iehuda: de modo que no tenían descanso, y por tanto no podían respirar...'. Que en una segunda lectura, nos quiere decir el sabio: no había en quien reparar, por lo que sus aspiraciones eran nulas... Y a todo ello, agreguemos: "u-me-avoda kasha". El segundo aspecto que indica el trabajo pesado, duro, aflictivo y conflictivo. ¿Resultado? "Y no escucharon a Moshe...". He aquí el enemigo vital a vencer. A convencer si nos permiten. Superar las estrecheces y sobrellevar el conflicto. Aquí deberá trabajar duro Moshe. Del Faraón hay Quien se ocupe. Pero el pueblo judío requiere de paciencia y sensibilidad. Requiere que su 'ruaj' –su espiritualidad se alargue, sea suficiente, para que pueda escuchar. Es el primer paso para soportar cualquier conflicto y trabajo pesado. Vencer al enemigo interior. Aquel que me hace estrecho y me asfixia. Aquello que Egipto, su monarca y su pueblo, tendieron como red sobre nosotros. ¡Shabat Shalom U-Meboraj!! Mordejai Marabi Rabino oficial de la OLEI .