domingo, 6 de enero de 2013

Vida de un gigante- Raoul Wallenberg

Esta foto de archivo sin fecha muestra al diplomático sueco y héroe de la II Guerra Mundial Raoul Wallenberg en un lugar desconocido. En los momentos donde la Humanidad pierde su rumbo, donde las sombras se imponen a las luces y el rencor a los valores; siempre aparecen personas que se mantienen avanzando a contracorriente. Raoul Wallenberg es uno de ellos. Su sobrina, Louise Von Dardel, dice que no luchó ni huyó sino que, simplemente, "buscó su camino y lo siguió". Parece fácil cuando uno lo piensa hoy en día. Más todavía si no conoce la vida de este gigante. Ella no le conoció en persona, escuchó su vida entre los "susurros de los adultos". Resulta que este huérfano de padre creció con la máxima de situar las relaciones familiares y, a la postre, sociales como un pilar en su vida. Viajero incansable, su apellido, pese a ser etimológicamente judío, no fue el responsable de convertirle en uno de los héroes de este pueblo. Lo fue su decencia y su repugnancia ante el envilecimiento humano. La época, finales de la Segunda Guerra Mundial, y su condición, embajador sueco en Budapest, fueron los factores de la situación en que desarrolló su labor. Su legado, decenas de miles de judíos salvados. Pasaportes, salvoconductos, casas francas, refugios, no importaba el método; sino la persona y, por supuesto, sus colaboradores. Salvó los guettos de Budapest de los campos, del exterminio e incluso del sanguinario Adolf Eichmann. El Ejército ruso le pagó deteniendole por ser un supuesto espía norteamericano. Corría 1945. Hoy en día se desconoce el paradero del héroe o sus restos. Moscú informó a la familia, unos años después del conflicto, que Wallberg había muerto en prisión. Una versión que nunca ha llegado a confirmarse y que contradice con las versiones de otros testigos que dicen haberle visto en otros lugares. La voluntad de un hombre creó un mito. La personalidad superó a la persona. El mundo, envidioso de su integridad, le hizo desaparecer en materia pero no en alma. La obra de Wallenberg continúa con su familia quien mantiene viva la llama de que "si quieres puedes". Su sobrina Louise es la viva imagen de ese legado. Una imagen que choca con la depresión actual. Ella insta a la gente en confiar en una misma, en buscar un objetivo y perseguirlo paso a paso. ¿Es que hay otra manera? "Mi tío me hubiera dicho que a la gente le falta confiar en su gran potencial que tiene en su interior", afirmaba. Hablar con Louise es hablar con la sobrina de un Aquiles moderno. De un héroe de traje y corbata y no de armadura y espada. Israel le mantiene en varios lugares especiales como en el museo del Holocausto o representado por un árbol de la avenida de los Justos. Wallenberg debería universalizarse más allá de lugares materiales. Debería abordar la mente. Alumbrar con su positivismo las sombras que ya se ciernen en nuestras conciencias por culpa de esta maldita crisis. Louise dice que no hay que esperar a tocar fondo para subir. Además, sólo hay que recordar que la crisis golpea pero no extermina.