miércoles, 15 de mayo de 2013

La recesión golpea la puerta de los ciudadanos

Como dice el tango “Era el trío más mentado que pudo haber caminado por esas calles del sur”. Las promesas electorales han quedado vacías. Palabras y solo palabras, esas que son tan fáciles de pronunciar y tan difíciles de cumplir. Creíamos que este nuevo gobierno iba a aflojar la cuerda que ahoga a la clase media y baja de la población, pero nos hemos equivocado. Si alguien se postula como candidato a Primer Ministro no puede ignorar la situación del país y de sus finanzas. Decir luego que ha sido sorprendido por un déficit mayor y que ha encontrado una realidad peor que la imaginada nos indica la irresponsabilidad de una persona que se postuló a lo que no conoce. La alegría que nos causó la posibilidad de tener un gobierno equilibrado se va convirtiendo en una mueca de dolor y de bronca. La sangre nueva que debía actuar en nuestro favor ha sido convencida por los poderosos de siempre. Necesitaban tomar medidas duras contra la gente para resolver el descalabro que ellos mismos han ocasionado. Muchos dicen que Netanyahu le tendió una trampa a Lapid cuando le entregó el Ministerio de Hacienda. Si lo hizo, Lapid cayó como un ratoncito pequeño cae en una de esas ratoneras que atraen a la presa con un pedacito de queso. Todo muy facil, nada de resistencia, nada de cumplir con la palabra empeñada con sus votantes, todas las ilusiones depositadas en el tiradas por el piso de un plumazo. El gobierno cree que son necesarias Si son necesarias estas medidas es otro asunto. Si efectivamente debían tomarse, Netanyahu debió hacerlo tomando la responsabilidad de sus propios errores, antes de la elección o incluso después de ella y sin emisarios. El Primer Ministro ya no puede sorprendernos, pero esperábamos algo más de los nuevos Ministros. Los votos que los ciudadanos emitieron son un mandato para el elegido. Se vota a un candidato porque promete y nos convence de que hará tal o cual cosa. Según parece el poder cambia las ideas y las decisiones que se toman acompañan ese cambio sin importar ningún principio. Si la política estaba desprestigiada al punto de lograr hartar a los ciudadanos, lo que está sucediendo es un nuevo golpe bajo que habrá que soportar. Subir con el apoyo de los votos es más fácil que mantenerse, porque se sube con un lindo cuento y cuando hay que ponerlo en práctica se cambia el libreto. El Primer Ministro ha logrado nuevamente imponer su posición respecto a este y otros temas. Ha tenido la capacidad de hacer que otros hagan el trabajo sucio por él. Con ello quiere lograr repartir las culpas, pero no hay que equivocarse. El es el capitán del barco y el responsable máximo cuando hay un naufragio. Pero ser Ministro de Hacienda no es igual a ser un subalterno, no se trata de la relación entre un jefe con un empleado, ni de un General con un soldado. Un Ministro está en ese lugar porque quiere estar. Puede llegar y si lo que el gobierno le pide no es acorde a sus convicciones puede irse. Al parecer el deseo de poder y figuración ha borrado los principios y las ideas que nos propuso el hoy Ministro de Hacienda. No hay algo más parecido a una traición que hacer lo contrario de lo prometido. Nos tocará sufrir las consecuencias. Ajusten los cinturones de seguridad, se viene la recesión. El poder adquisitivo ya estaba por el suelo. Las deudas de las familias habían crecido a tal punto de no poder cubrir los pagos de las necesidades básicas. La dificultad para pagar un alquiler o la cuota de la vivienda ya estaba instalada. Los precios habían subido muchísimo y ahora van a subir nuevamente. Los minus en los bancos estaban al rojo vivo y no había posibilidad de recibir ayuda adicional. Las medidas anunciadas harán aún más difícil la vida de los ciudadanos porque el acceso a un crédito se hará imposible. Se avecina una gran recesión. Los efectos reales producirán el encarecimiento de todos los productos y servicios. El aumento generalizado de los insumos básicos y la suba de impuestos generarán también efectos psicológicos. Quienes pueden comprar tampoco lo harán porque todos tratan de protegerse. Esta situación produce un espiral sin fin en el que todo se paraliza. El gobierno puede creer que así salvara al país, pero no se cual es el concepto de país que ellos tienen. Lo he dicho en otras ocasiones. El país no es solo un pedazo de tierra. El país es la tierra y sus ciudadanos, la actividad que ellos generan, comercial, social, familiar. Un país que mejora gracias a que los ciudadanos empeoran no tiene un futuro alentador. Vayan apretando el cinturón. Vienen tiempos difíciles. La posibilidad de una guerra va a potenciar la recesión Que Irán ha alcanzado la línea roja, que el gobierno de Siria traslada sus armas a Hizbolah a cambio del apoyo recibido, que el ejército está movilizado y en estado de alerta máxima, preocupa a los pobladores y ayudará a potenciar los efectos de la recesión que nos espera. El turismo es uno de los movilizadores de nuestra economía. En una situación como esta pueden dar por seguro que ningún turista quiere estar en donde corre peligro y como si no fuera suficiente ahora tendrá que pagar precios muy caros por todo lo que necesita. Los valores del alojamiento estaban carisimos y ahora subirán mucho más sacándonos del mercado. Cada vez será más barato viajar a otros países de la zona que a Israel. Los vuelos serán cancelados ante la inminencia de un conflicto armado o postergados para una mejor oportunidad. Estamos ante un inminente enfrentamiento que se sabe como empieza pero nunca como termina. Aunque a juzgar por los acontecimientos pasados recientemente siempre terminan con una retirada unilateral de Israel debido a las presiones de los socios estratégicos. Nos metemos en guerras en las que no vamos a definir nada. Siempre ganamos pero siempre nos retiramos sin haber ganado. Esto alienta la posibilidad de que todo se repita. El respeto y la persuasión van desapareciendo y cada vez los enemigos se animan a más. Hay que cuidarse de los enemigos en todos los frentes Sabemos que Israel está rodeado de peligros y amenazas. Es parte de nuestra historia y estamos acostumbrados a que debemos defendernos. Para eso estamos preparados. Lo que no entraba en los cálculos de los ciudadanos israelíes es tener que defenderse de los enemigos internos y que estos estén en los más altos cargos del poder. Cada vez sentimos más que nuestro propio gobierno nos ataca en todos los frentes. No es un tema de ideologías, de derecha, izquierda o centro. Hoy se trata de un tema de supervivencia. La economía familiar, de los empleados, de los pequeños y medianos comerciantes, ni que hablar de los que no tienen empleo, es bombardeada desde el gobierno sin miramientos de ningún tipo. Hay y habrá en esta guerra muchos heridos y muertos. Los heridos no siempre conseguirán curar sus heridas. No hay médicos para ello, no hay nadie que los pueda o quiera ayudar. Los que queden en el camino se van a convertir en muertos civiles. Iniciaran el camino de los acuerdos judiciales para no sufrir peores consecuencias y desaparecerán del mercado laboral o empresario, perderán el crédito y la confianza en sí mismos. A quien le importa? Al gobierno seguro que no. El futuro es lo único que se puede cambiar http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/51176/