miércoles, 1 de mayo de 2013

Mujeres judías ganan una batalla por la igualdad en el Muro de los Lamentos

Las "Mujeres del Muro", pertenecientes a corrientes no ultra-ortodoxas del judaísmo y que reivindican su derecho a rezar ataviadas con indumentaria reservada a los hombres en el Muro Occidental o Kotel Hamarabí (conocido en el mundo gentil como "Muro de los Lamentos), ganaron una pequeña batalla al recibir el respaldo de un tribunal de Jerusalén. La Corte del Distrito de Jerusalén dictaminó que este grupo de mujeres no vulneran "costumbres locales" ni provocan a nadie, por lo que no existe justificación alguna para detenerlas o interrogarlas, como venía sucediendo en los últimos meses.. La victoria es, además, simbólica ya que la sentencia apoya su determinación a seguir vistiendo los mantos de oración judíos (talit) y las filacterias (tefilín) cuando rezan, y sobre todo, que no tienen porqué hacerlo frente al Arco de Robinson, aledaño a la plaza del Muro Occidental. Es un "día de fiesta, un día de liberación que nos trae un mensaje de igualdad y pluralismo", afirmó nada más conocerse el fallo Anat Hofman, presidenta del grupo religioso. Más de medio centenar de mujeres acuden cada primero de mes (según el calendario judío) al principal santuario del judaísmo ataviadas como tradicionalmente lo hacen los varones judíos, un acto que resulta desafiante y revolucionario. De acuerdo a la tradición ortodoxa del judaísmo, también tienen vetado cantar, puesto que a los hombres, que rezan a pocos metros, separados por una pantalla metálica, no les está permitido escuchar el canto de una mujer, ya que entienden que este les puede resultar "tentador" y distraerles de sus rezos. Durante años las Mujeres del Muro, pertenecientes a las corrientes reformistas o del movimiento conservador (Masortí), han mantenido su presencia en el lugar una mañana al mes, como forma de reclamar su espacio en el lugar más cercano al Monte del Templo - el lugar sagrado para los judíos -, y correspondía a una de las paredes que rodeaban el Segundo Templo reconstruido por Herodes. En los últimos meses venían aumentando su contestación y exigían que el Kotel (Muro de los Lamentos) se abriera a todas las vertientes del judaísmo. "Es hora de liberar el Muro Occidental. ¿No nos pertenece el muro a todos?. Es un sitio nacional, un símbolo, no religioso y, pese a ello, lo han convertido en una sinagoga haredí (ultra-ortodoxa). Es hora de tirar abajo la división (que separa a hombres de mujeres)", escribió en Facebook la diputada laborista Merav Michaeli. Otras legisladoras, como Tamar Zandberg, del pacifista Meeretz, o la laborista Stav Shafir, acuden al muro en solidaridad con la lucha de las mujeres. En un nuevo atrevimiento, este mes, por vez primera, el grupo rechazó su "destierro" al Arco de Robinson, tras rezar en el muro, para completar el servicio leyendo directamente del rollo de la Torá (algo que también tienen prohibido hacer en la plaza principal) y osaron leer pasajes bíblicos frente al muro, si bien no de un rollo, sino de un libro normal. "Esta última vez hemos llevado la liturgia más lejos que nunca en el muro", explicó satisfecha, la rabina paraguaya Sandra Kochmann, conservadora, tras la última ceremonia, celebrada el pasado día 11. Según ella, el apoyo crece porque "todo el mundo se da cuenta de que es imposible que en Israel, que es el Estado judío, sea el único lugar en el mundo donde no hay libertad de religión para el pueblo judío, para que todos puedan rezar como están acostumbrados a hacerlo en sus sinagogas, de manera igualitaria hombres y mujeres". Resalta que el Pentateuco exime a la mujer de determinados rezos y preceptos, "pero no prohíbe, sino que libera de su cumplimiento, la prohibición no procede de la ley judía, sino simplemente de la tradición". Ellas no están solas, aunque la osadía de cantar en voz alta la hagan en solitario desde el lado del muro reservado a las mujeres. También los hombres judíos no ortodoxos defienden su inclusión y un espacio compartido para todos. "Somos parte del pueblo judío como los demás, ni mejores ni peores, y queremos también esta parte simbólica", dice frente al muro el rabino conservador Uri Ayalón. Frente a ellos, la postura de los ultra-ortodoxos que tratan de acallar con gritos e insultos los cantos de las mujeres. "Son estúpidas y no entienden lo que es el Muro. Ellas no creen en Dios. No rezan de la forma correcta. Hace cien años Hitler vino precisamente por culpa de los judíos reformistas", asevera Yafit, una haredí indignada al ver la plaza tomada por las Mujeres del Muro. Les grita para acallarlas. Pero ellas siguen cantando. "La Torá no permite a las mujeres cantar en público, únicamente a solas. Ellos no deben oirlas. ¡Esto es un lugar muy sagrado!", se queja furiosa. Ayalón resalta que este enfrentamiento "no es un asunto únicamente espiritual, sino también político: Se trata de quién es el dueño de este lugar: si ellos, los ortodoxos, como ellos creen, o si es un lugar que pertenece a todo el pueblo judío".