jueves, 9 de mayo de 2013

Vientos, tormentas y tempestades

Ha terminado el tiempo de romance. Las gratas horas pasadas luego de la conformación del nuevo gobierno de Israel, son reemplazadas por una cruda realidad. La situación económica del país, según ha dicho el debutante ministro del área, es más grave que lo que preveía. El déficit en el presupuesto nacional del 4.2 % es una brecha difícil de subsanar sin realizar grandes sacrificios. El Primer Ministro, mentor de la política económica hasta fines del 2012 en manos de su fiel escudero, el filósofo Yuval Steinitz ha sido un desastre. Ahora ante la cruda realidad, nos enteramos que nos han estado mintiendo con las cifras que se proporcionaban antes de las elecciones, para disimular el fracaso del gobierno anterior. Al mejor estilo de un país sudamericano, los déficits no salieron a luz, hasta luego de producido el acto eleccionario. Ahora hay que luchar a contramarcha y atacar los dos aspectos fundamentales que llevarían a nivelar las finanzas. Por un lado hay que limitar los egresos y por otro aumentar los ingresos. Los dos factores deben ser atacados simultáneamente y en forma prudente y ordenada se deben realizar los ajustes correspondientes. Para suerte de nuestro país, en nuestro caso no será Bruselas la que nos dicte el camino a seguir. El sendero a recorrer deberá ser edificado solamente por israelíes y utilizando la experiencia y sabiduría propia. Nada de imposiciones. Nuestra moneda la emitimos nosotros y en estos momentos el shekel es fuerte y todo tiende a que lo seguirá siendo los próximos años. En el mercado interno se ha terminado con la especulación de las monedas extranjeras. La población "quiere" y respeta a su signo monetario. Todos los contratos se pactan en skekalim, los ahorros, de los que pueden, son en shekalim y todos los convenios laborales, de construcción o alquileres se fijan en esa moneda. Una de las premisas del nuevo gobierno es la buscar que, dentro de lo posible, toda la población tenga los mismos derechos y deba cumplir con las mismas obligaciones. Hasta el momento se barajan innumerables versiones sobre cómo se va a encarar los cambios necesarios. La ley Tal, que eximia a los alumnos ultra ortodoxos de prestar con el servicio militar ya ha perdido vigencia y no ha sido renovada. Se espera que en los próximos meses el ejército comience a incorporar a estos a sus filas. Tal vez esta no sea la mejor solución. En muchos casos sería preferible que se estudie algún sistema por el cual los alumnos de yeshivot que se incorporen puedan prestar servicios a la sociedad por tres años. Mucho hay por hacer en ese sentido y se puede utilizar a los mismos en áreas de salud, educación, etc. sin obligarlos a realizar funciones para los que no se encuentran preparados y que están contra sus convicciones religiosas. Eso sí. Algo útil deben hacer. También se habla de establecer materias con horas mínimas que deben cumplir los programas de estudios de esos lugares. Matemáticas, inglés, hebreo e historia serán requisitos a los cuales no podrán eludir si desean seguir recibiendo reconocimiento económico. Cuando se habla de igualdad, también se menciona que se desea acabar con los exagerados beneficios que reciben los funcionarios de áreas fundamentales para nuestra economía. Los trabajadores de los puertos y los que trabajan en la empresa de electricidad tienen convenios colectivos de trabajo con condiciones que son muy superiores a todos los demás gremios. Aprovecha las empresas de puertos y eléctricas que son monopólicas, para abonar más de lo que perciben otros operarios en igual tarea en otros lugares encareciendo las tarifas y perjudicando a toda la población. Esas ventajas se buscan eliminar y ya se anuncian modificaciones de alto margen. Se establece que se gestionará tres puertos sobre el Mediterránea y que cada uno será explotado por una empresa distinta. A los conocidos de Haifa y Ashdod se sumará uno nuevo y luego habrá competencia entre los mismos con el objeto de bajar los precios de amarre de los barcos que arriben a nuestras costas. Eso permitirá una rebaja en los precios de los productos que llegan por vía marítima. Sin duda, eso traerá tormentas marítimas de consideración, con protestas, huelgas y todo lo que ello lleva involucrado, pero ya el gobierno aclaró que no le teme a las manifestaciones de fuerza. Esperamos no se llegue a las tempestades. Se supone que cuando se intente profundizar el estudio de las prebendas de los obreros de la empresa de electricidad también surgirán conflictos. Horarios reducidos, horas extras súper pagas, beneficios para incorporar a nuevos operarios exclusivamente cuando ya otra persona trabaja en la empresa, están en la mira de los objetivos a modificar. Dentro de las suposiciones periodísticas, ha surgido a última hora, la propuesta del Ministro de Economía de no ajustar rápidamente el déficit fiscal sino hacerlo en forma paulatina. Incluso para el presente ejercicio el mismo podría llegar al 5 %. No sabemos cómo esa medida será tomada por Netanyahu. Él es un monetarista a ultranza y medidas de esta índole están contra sus principios. Una nueva puja Yair vs. Bibi se avecina. La economía israelí viene lanzada a toda máquina. Proponer medidas de reajuste que signifiquen un paro a su marcha y una frenada brusca, podría generar serios inconvenientes. Ya sabemos que ocurre cuando un auto avanza vertiginosamente a 120 km. por hora y se aplican los frenos a fondo. Las partes que no están sólidamente ajustadas dentro del mismo se caen al suelo y se suelen romper. Frenemos lentamente, con mesura y nada impide llegar al 3 % de déficit en tres o cuatro años. Las conceptos en equilibrio y haciendo crecer la economía y no reduciendo sólo los gastos. Creando empleo, ayudando a las pequeñas y medianas empresas. Abriendo la economía y no solamente ayudando a los grandes consorcios. Estos se ayudan sólo y entre ellos, desistiendo de los intereses del pueblo. Mayores inversiones en empresas generarán mayores utilidades. Mayores utilidades, mayores recursos fiscales. Aplicar a los que tienen más y no a los que consumen gran parte de sus ingresos con alimentos y productos de primerísima utilidad. Ese es el gran desafío. La prueba de Yair Lapid. La gente que lo votó, lo votó para que produzca cambios y no para que secunde los errores realizados hasta el presente. El gran desafío ha comenzado. Adelante pues.