miércoles, 22 de mayo de 2013
La República, Egon FriedlerCristianos en Oriente: de mal en peor
La población cristiana del Medio Oriente sigue reduciéndose día tras día. A comienzos del siglo XX, los cristianos eran alrededor del 20% en la región.
Hoy la cifra ha descendido a apenas un 5%. Limitándonos al mundo árabe, los cristianos son solo 12 millones en 300 millones de habitantes, o sea un 4%.
La reducción se debe claramente a la creciente intolerancia de las mayorías musulmanas. En Irak, la cruel dictadura de Saddam Hussein impidió las luchas sectarias por lo que los cristianos no sufrieron más que el resto de la población. Pero la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña en 2003 y la consiguiente caída del dictador iraquí abrió una terrible caja de Pandora. Los cristianos se convirtieron en blanco de combatientes sunnitas vinculados a Al Qaeda y son discriminados por la mayoría shiíta en Irak que controla el gobierno. El ataque suicida a la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación en Bagdad en 2010, en el que murieron 52 cristianos, entre ellos dos sacerdotes, aterrorizó a la población cristiana iraquí que apresuró su éxodo del país. Hoy la población cristiana en Irak no pasa de 500.000 almas, menos de la mitad del número que había durante la dictadura de Saddam Hussein.
En Egipto, el gobierno de la Hermandad Musulmana, aunque públicamente desmiente toda hostilidad hacia la comunidad cristiana copta que constituye un 10% de la población (8.5 en 85 millones) de hecho, tiene una actitud permisiva hacia el hostigamiento practicado por sus militantes más extremistas contra los “infieles”. Los ataques a iglesias y centros comunitarios coptos han sido frecuentes desde el derrocamiento de Hosni Mubarak. Por ejemplo, muy recientemente, a comienzos de abril de 2013, la policía egipcia no molestó para nada a una turba agresiva que arrojó piedras y explosivos contra la catedral copta más importante del país.
En Libia, donde hay muy pocos cristianos, algunos de los cuales son coptos que huyeron de Egipto, un atentado con bomba contra una de las pocas iglesias existentes en el país, en la ciudad de Misrata, en diciembre de 2012, evidenció la existencia de grupos islamistas militantes que constituyen una amenaza real para todos los no-musulmanes.
En Siria, los cristianos sufren la gran guerra civil, como todo el resto de la población, pero tienen buenas razones para estar particularmente preocupados. El régimen de Assad sostiene que defiende a los cristianos de los “bandidos islamistas”, pero de hecho los cristianos han sido víctimas de ambos bandos. Nadie sabe si los ataques con coches bomba contra barrios cristianos fueron perpetrados por el gobierno o por rebeldes islamistas, pero en muchas aldeas, los cristianos huyeron luego de que el régimen de Assad bombardeó zonas residenciales destruyendo no solo casas sino también monasterios e iglesias. Se estima que entre los aproximadamente 1.200.000 refugiados sirios que huyeron del país en los dos años que lleva la guerra civil, hay por lo menos 300.000 cristianos.
Según el opositor cristiano Adel Bishara, no fueron los grupos jihadistas y salafistas los que atacaron las zonas cristianos sino el ejército de Assad. Pero sin duda, existe un justificado temor a los islamistas extremistas en el bando rebelde. Un patriarca cristiano advirtió en abril de 2013 “El futuro de los cristianos en Siria está amenazado no por los musulmanes… sino por el caos y la infiltración de grupos islamistas fanáticos incontrolables”.
Diplomáticos europeos que visitaron recientemente el norte de Siria donde viven la mayoría de los cristianos del país, para averiguar qué los lleva a emigrar a Europa, llegaron a la conclusión de que la emigración se debe al temor de que llegue al poder un gobierno islamista intolerante y que su permanencia en el país depende de si habrá de consolidarse en el poder un gobierno que sea genuinamente democrático y respete los derechos de todos sus ciudadanos.