miércoles, 11 de marzo de 2015

“El islam es un arma de destrucción masiva”

Discurso de René Marchand, Roma, 28 de febrero 2015, en la manifrestación contra la islamización y la inmigración ilegal
0“Si, estamos en guerra. El islam nos la ha declarado hace 14 siglos y el conflicto sólo ha cesado temporalmente cuando hemos podido contener nuestro agresor o lo hemos dominado. Y quiero recordaros que en el derecho islámico, toda paz definitiva con los no musulmanes está prohibida. Sólo se permiten treguas,
para darle a los musulmanes tiempo para maniobrar o recuperar sus fuerzas.
Lo que está en juego en esta guerra, tal como Alá lo ha dejado dicho para toda la eternidad en su Corán, no presenta ambigüedad alguna: es la esclavitud de nuestros pueblos, seguido del aniquilamiento de nuestra civilización y su reemplazo por el islam. Queda claro: es Europa o es el islam. O sea: nosotros o ellos.
El conflicto actual que estamos viviendo se distingue de todos los precedentes por una característica que lo vuelve particularmente peligroso. Ciertamente, las armas hablan, en varios lugares del mundo, y es de temer que cada vez hablen más y causen cada vez más víctimas a tenor de los acontecimientos recientes. Por primera vez, el enemigo dispone de varios millones de miembros en el interior de nuestro territorio, millones de hombres y de mujeres que son mobilizables en todo momento, en medio de los cuales actúan cada día sus propagandistas, sus topos, sus comisarios poloíticos, sus soldados, en definitiva: lo que se llama una quintacolumna.
¿Y cómo ha logrado esta invasión? Gracias a la complicidad activa o pasiva de colaboradores, traidores a su civilización: las seudo-élites.
No voy a exponer aquí una historia que todos conocemos. Quisiera solamente insistir en el hecho de que los colaboradores han entregado a nuestros enemigos un arma extremadamente poderosa, perfectamente adaptada al terreno, que manejan con una gran habilidad y que les ha permitido ganar númerosas victorias. Si les dejamos manejarla como lo han hecho hasta ahora, podemos decir sin rodeos que nos han vencido desde ya, y Europa será musulmana antes del fin de este siglo.
Esta arma de destrucción masiva ese resume en una sola palabra: religión.
“El islam es una religión”, dicen. Y asentimos. Incluso añadimos, estúpidamente: “Una religión como las demás. En realidad, uno de los tres monoteísmos nacidos en el Próximo Oriente, una religión hermana de nuestro cristianismo, casi una variante de una misma fe”. Escuchemos a nuestras “élites”, en las asambleas parlamentarias, en los medios, en las iglesias, los templos y las sinagogas, en las logias masónicas. Todos dicen lo mismo: “El islam es una religión”. Y se detienen ahí. Para ellos, el islam no es más que una religión. No quieren ver, ni oir ni saber.
Esta frase es más peligrosa que todas las kalashnikovs de la chusma criminal que tenemos entre nosotros, más peligrosa que los cinturones explosivos de los aficionados a la vírgenes post-morten, más peligrosa que todos los tanques del Estado Islámico, más peligrosa que todos los dólares de la corrupción de los Estados petroleros.
Miremos las cosas de cerca. ¿Qué es una religión para un europeo de este siglo? Es una fe que pertenece al terreno de la esfera privada, más algunos ritos prácticos, un culto que no interfiere en el espacio público. Pero el islam no puede ser definido según estos criterios. El islam es una fe, pero también es otra cosa muy diferente. Es un derecho, es decir: un conjunto de principios y normas que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya aplicación puede ser impuesta de manera coactiva. Es un derecho que no hace distinción entre lo profano y lo sagrado, entre lo privado y lo público, que pretende regentar los pueblos y también la vida de cada individuo hasta el más íntimo de sus actos, de la manera de vestir hasta su comportamiento en el retrete. Es una ideología y un sistema totalitario, y más totalitario que lo fueron nunca el fascismo y el comunismo que nunca fueron tan lejos en el formateo, el control y la vigilancia de las personas.
Y no nos equivoquemos: para un musulmán el término “totalitario” es enaltecedor. Toda la vida de un creyente debe estar sometida a Alá, a las órdenes de Alá tal y como se han dado a conocer a través del Corán, eterno como Alá y las palabras de su mensajero, el “hermoso modelo” consignado en los hádices, que con el Corán son las únicas fuentes de la ley musulmana, la sharia, reconocida en los 57 países de la Organización para la Cooperación Islámica.
Ese totalitarismo es expansionista: Alá exige que todos los pueblos sean sometidos a su ley y que toda religión o civilización se someta o desaparezca. Y el deber más sagrado de todo creyente es obrar para alcanzar esa meta. La guerra es uno de los medios a los que el creyente puede recurrir. Por guerra hay que entender tanto la lucha armada cuando las tropas de Alá estén en situación de fuerza, o mientras tanto la astucia, la mentira, la disimulación, la taqiyya.
Eso es el islam, y ningún erudito serio dirá lo contrario. Y menos todavía ninguno de los grandes ulemas de los 57 países de la Organización para la Cooperación Islámica.
¿Entonces quiénes pretenden que el islam no es más que una religión? Primero los europeos. Por comodidad, por cobardía. Muchos piensan que la religión islámica acabará por perder vigor, como la cristiana, y desaparecerá. Piensan: las iglesias se vacían, las mezquitas acabarán por conocer la misma situación. Para los religiosos, en franca retirada, el islam aporta, piensan ellos, un refuerzo en materia de fe y vida espiritual. Por otro lado, los topos de la islamización manejan este concepto de islam/religión con una habilidad y un cinismo que deberían sublevarnos.
¿Qué hacen esos topos de la islamización? Nos recuerdan nuestros grandes principios de civilización: la tolerancia, la apertura a los demás, el amor del prójimo, la libertad de conciencia, etc… En consecuencia, presentan sus demandas, que nosotros aceptamos estúpidamente. Piden “lugares de culto” y les ofrecemos mezquitas, como si las mezquitas fueran el equivalente de las iglesias. Y en esos bastiones avanzados de su conquista, hacen propaganda, adoctrinan, mobilizan sus combatientes para imponer su totalitarismo. ¿Saben ustedes cuál es el nombre de mezquita más extendido en Francia? Al-Fatah: la Conquista.
Los topos de la islamización piden capellanes en nuestros ejércitos, nuestras prisiones (siendo que no existe en el islam nada equivalente a capellán) y se los damos, en realidad les ofrecemos en bandeja propagandistas, “comisarios políticos” que captan nuevos adeptos para el islam real, el único islam conforme a los dogmas, el islam conforme al Corán, el islam totalitario, expansionista y guerrero.
Y en nombre de la libertad y de la igualdad, que el islam rechaza en todas partes y desde siempre, autorizamos a los agresores a que abran escuelas, les dejamos exhibirse con sus ropajes, manifestar con las banderas de su ejército, les ofrecemos nuestros platós de televisión, nuestras empresas… Y les cedemos todo esto con la mejor de las voluntades a los que manejan con nosotros el palo y la zanahoria. El palo es el chantaje de la amenaza del riesgo de disturbios masivos, de “intifada” a gran escala. En Francia, el incendio de coches se ha convertido en un rito permanente para recordar a los políticos que deben ser “amables” con el islam, si no…
La zanahoria, es el voto. En Francia, Hollande ha sido elegido presidente de la República gracias al voto de más del 80% de los musulmanes. Una de las primeras cosas que ha hecho como presidente ha sido facilitar las naturalizaciones de los inmigrantes musulmanes.
Así pues, detrás de la palabra “religión”, el islam avanza en su conquista. La prioridad absoluta es desenmascarar ese engaño. En Francia la cosa es teóricamente sencilla. Las relaciones entre la República y las religiones está definida por una ley votada en 1905. Esta ley, en su primer artículo dice: La República garantiza la libertad de conciencia. Pues bien, el islam rechaza la libertad de conciencia.
Tres pruebas entre otras muchas:
Un musulmán no puede abandonar el islam. Es el crimen de apostasía, castigado con la muerte.
Un hijo de musulmán será obligatoriamente musulmán, y sometido a la misma obligación de permanecer musulmán toda su vida.
Una mujer musulmana no puede casarse con un no musulmán.
Por lo tanto la prueba está aportada: el islam no puede beneficiarse del estatus y de los privilegios de una religión. Por lo tanto, no más mezquitas, no más escuelas, no más exhibición del islam en nuestras calles, no más carne halal, no más “concesiones razonables”… En nuestra tierra tenemos nuestra civilización. Los demas la aceptan o se marchan, así tiene que ser.
Urge redefinir jurídicamente el totalitarismo islámico y al mismo tiempo hay que decir que ese totalitarismo es nuestro enemigo. Y eso lo más claramente, lo más oficialmente y lo más rápidamente posible. Eso para evitar un conflicto catastrófico.
Repito: nada será posible si persistimos en aceptar el engaño del islam/religión y si no tenemos el valor de decir que el islam es un totalitarismo que nos hace la guerra. Quiere nuestra muerte. Es nuestro enenmigo.
Vivivmos las primeras fases de una guerra mundial. El deber de todos los hombres amantes de la paz es poner lo antes posible un término a su mecánica infernal, a lo que los estrategas llaman “la subida a los extremos”.
Debemos resitir, por nuestra supervivencia y nuestro honor. Resitir hasta la liberación, hasta la Reconquista. y en esa resistencia, encontraremos la fuerza de un nuevo Renacimiento de Europa.
Acabaré con un mensaje de esperanza. La guerra del islam contra Europa, la hemos ganado ya, porque hemos ganado la reina de las batallas: la batalla de la opinión. En todos nuestros países, los pueblos rechazan el islam. han comprendido el peligro mortal que representa. Cuando los gobernantes traicionan a los pueblos, estos se dejan engañar un cierto tiempo, pero reaccionan siempre y son ellos los que ganan la partida. Nuestros pueblos de Europa expulsarán el islam de nuestra tierra, de nuestra casa.
¡Viva Europa!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.