lunes, 30 de marzo de 2015

Luego de las elecciones, otra vez Israel como un “obstáculo” para la paz
por Marcelo Wio
23 de Marzo de 2015


Desde que los resultados de las elecciones en Israel estuvieron claros – e incluso antes, porque esto ya tiene muy poco que ver con la realidad, con los hechos – periodistas y analistas varios se lanzaron a decir lo que, básicamente, vienen diciendo desde siempre (sólo que ahora, aparentemente, la victoria del Likud ha devenido en “prueba” terminante de ello): que Israel es un obstáculo para la paz – o los “halcones” israelíes – y que los palestinos, inocentes y pasivos, no saben qué hacer (por eso se plantean, por centésima vez, recurrir al ruedo internacional – olvidando que ya en noviembre de 1974 Arafat se presentó, luciendo la funda de su pistola a la cintura, ante la Asamblea General de la ONU, y días después, este organismo le concedió a la OLP el estatus de observador (unos tres meses después, la OLP, a través de uno de sus miembros, Fatah, agradecía el gesto internacional tomando rehenes en el hotel Savoy - tres civiles y tres soldados israelíes resultaron muertos).
Pero para llegar a afirmar, como hacía Joaquín Rábago en La Opinión de Zamora, que “la infinita paciencia de los palestinosha sido puesta a prueba con la victoria en las últimas elecciones de Benjamin Netanyahu, el político que ha hecho bandera y eficaz propaganda electoral de su actitud implacable frente a los odiados palestinos”, hace falta obviar, o desconocer o, lisa y llanamente, mentir.
En un breve párrafo, se exculpaba al liderazgo palestino de cualquier responsabilidad, se borraba la historia de las agresiones árabes – y, claro está, la negativa árabe a aceptar la resolución 181 de la ONU para la creación de dos estados en lo que restaba del Mandato palestino (luego de la creación de Transjordania): uno judío y el otro árabe – y se silenciaban los rechazos palestinos a diversas propuestas de paz. A la vez que se “explicaba” la inexistencia de un estado palestino a través del “odio” (“colonialismo”, “apartheid”, y demás epítetos utilizados contra Israel) israelí.
Pero, ¿es así?
La periodista Pilar Rahola señalaba que:
“… ni uno solo de los dirigentes israelíes tiene la paz en su mano, porque la solución del conflicto no pasa por Jerusalén -ni por Ramala-, sino que se juega en la geopolítica, camino de Teherán, Riad, Damasco e incluso el Estado Islámico. Y la prueba histórica es irrefutable: tanto halcones como palomas -ergo, Likud y Laboristas-, han estado igual de cerca e igual de lejos de la paz, y siempre ha sido el otro lado quien ha abortado cualquier opción viable.
…creer que no hay solución por culpa de los israelíes es una de las muchas mentiras que han cuajado gracias a la prolífica propaganda palestina. Pero lo cierto es que ni uno solo de los dirigentes palestinos ha estado cerca, desgraciadamente, de querer cerrar el conflicto. La famosa idea de Arafat de ser héroe y no presidente, y, además, no olvidemos que el conflicto ha generado una riqueza enorme para los dirigentes palestinos, entre ellos los multimillonarios líderes de Hamas, felizmente asentados en Doha. Lo segundo, es la idea de que los halcones no acercan la paz, lo cual es otro error histórico, desmentido desde Rabin hasta la salida de Gaza de Sharon, pasando por los acuerdos de Begin con Sadat”.
En esta misma línea, Alex Safian, analista de CAMERA, explicaba en un artículo de 2011 que, por lo menos en tres oportunidades rechazaron la estadidad cuando les fue ofrecida:
1. En 2008, luego de prolongadas conversaciones, el entonces Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, se reunió con el presidente palestino Mahmoud Abbas, y le presentó un plan de paz global. Según el plan de Olmert, Israel habría anexionado los ‘asentamientos' israelíes más importantes y, a cambio, habría entregado territorio israelí equivalente a los palestinos, y habría dividido Jerusalén.
Al final Abbas se negó a decir que sí. (Olmert: Abbas nunca respondió a mi oferta de paz, Ha'aretz, 14 de febrero de 2010).
2. En el verano de 2000, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton acogió intentas conversaciones de paz en Camp David entre el líder palestino, Yasser Arafat, y el líder israelí, Ehud Barak, que culminaron en un plan integral conocido como los Parámetros de Clinton, que era muy similar al posterior plan Olmert, aunque no tan amplio.
A pesar de las enormes concesiones que el plan requería de Israel, el Primer Ministro Barak aceptó la propuesta del presidente Clinton, en tanto que Arafat se negó, regresó a casa y lanzó una nueva campaña terrorista contra los civiles israelíes (Segunda Intifada).
Incluso en medio de esta ola de violencia, Ehud Barak continuó negociando hasta el final de su mandato, culminado con una propuesta israelí en Taba, que ampliaba aquella delineada por Clinton. Barak le ofreció a los palestinos la totalidad de Gaza, la mayor parte de Cisjordania, ningún control israelí sobre la frontera con Jordania o adyacente al Valle del Jordán, un anexión israelí menor alrededor de tres bloques de ‘asentamientos' balanceada por un área equivalente de territorio israelí que sería cedido a los palestinos.
Evolución de la postura negociadora israelí respecto a Cisjordania:
EventoControl Palestino de CisjordaniaControl Israelí de CisjordaniaIntercambio
Camp David (2000)91 %8 %1 %
Plan Clinton/ Taba (2000-2001)94 – 96 %5 %1 – 3 %
Plan Ginebra (2003)97,5 %2,5 %2,5%
Fuente: Profesor Arie M. Kacowiz, Las fronteras de Israel
3. La Resolución 181 de la ONU, Resolución de Partición, aprobada en noviembre de 1947, llamaba a la creación de un Estado judío y un Estado árabe en la tierra que en ese momento estaba controlada por el Mandato de Palestina administrado por Gran Bretaña. Todos los países árabes se opusieron a la resolución, votaron en contra y prometieron ir a la guerra para evitar su implementación. Representando a los palestinos, el Alto Comité Árabe también se opuso al plan y amenazó con la guerra, en tanto que la Agencia Judía, representando a los habitantes judíos del Mandato, apoyó el plan.
Los árabes y los palestinos cumplieron su palabra y lanzaron una guerra contra los judíos del Mandato, violando tanto la Resolución 181 como la Carta de la ONU. Para sorpresa del lado árabe, los judíos pudieron sobrevivir las matanzas iniciales y, eventualmente, ganar la guerra.
El hecho fundamental es que, si los árabes y los palestinos hubiesen aceptado el Plan de Partición y no hubiesen violado la Carta de la ONU al atacar a Israel, hoy habría un estado palestino de 67 años al lado de Israel, y no habría habido ni un solo refugiado palestino.
De la misma manera en que sucede hoy, parece que incluso en 1948 el lado palestino estaba más preocupado en oponerse y atacar al Estado judío que en crear un Estado palestino.
Safian también apuntaba que, además de estas tres oportunidades de crear un estado, hubo otras, notables, que también se desperdiciaron; tales como los Acuerdos de Camp David de 1978 entre Israel y Egipto, que proveían a los palestinos de autonomía en Gaza y Cisjordania. El presidente egipcio, Anwar Sadat, le rogó a la OLP y a Yasser Araft que aceptara lo que había negociado con Israel y que entablara conversaciones con Israel. El presidente de Estado Unidos, James Carter, también hizo un llamamiento a los palestinos moderados para que dieran un paso al frente y se unieran a la Conferencia del Cairo. Desafortunadamente, Arafat se negó e hizo todo lo que pudo para socavar los Acuerdos de Camp David y a Sadat (pistoleros de la OLP incluso asesinaron a palestinos de Cisjordania que apoyaban el acercamiento de Sadat).
Incluso, cabría añadir un momento histórico que nadie se molesta en mencionar o se molesta en analizar – por el contrario, se silencia -: es la oportunidad de haber formado un nuevo estado árabe en Cisjordania (así nombrada por Jordania) y en Gaza durante la ocupación por Jordania y Egipto respectivamente, entre 1949 y 1967…
Un documento publicado por el Jerusalem Center for Public Affairs informaba que en ya diciembre de 1948, en el transcurso de una conferencia que tuvo lugar en Jericó, un grupo de líderes árabes palestinos resolvieron solicitarle al rey Abdullah de Transjordania que incorporara las partes árabes de Palestina a su reino.
Tal vez la explicación a la negativa palestina a negociar pueda encontrarse en las declaraciones de Zahir Muhsein - miembro del Comité Ejecutivo de la OLP – el 31 de marzo de 1977 durante una entrevista con el diario holandés Dagblad de Verdieping Trouw:
El pueblo palestino no existe. La creación de un Estado Palestino es sólo un medio para continuar la lucha contra el estado de Israel. Sólo por razones políticas y tácticas hablamos de la existencia de un pueblo palestino. Jordania, que es un estado soberano con fronteras definidas, no puede avanzar reivindicaciones sobre Haifa y Jaffa, en tanto que como palestino, puedo, sin ninguna duda, reclamar Haifa, Jaffa, Beer-Sheva y Jerusalén”.
¿A esto se referiría el columnista del diario zamorano al hablar de “infinita paciencia palestina”?
Es decir, ¿por esto mismo, se niegan los líderes palestinos a una salida negociada?
Según Safian, sí.
El analista de CAMERA argumentaba que una paz negociada significa el fin del conflicto, o por lo menos una promesa de poner fin al conflicto y aceptar a Israel. “Pero – decía Safian - el liderazgo palestino quiere un estado para poder continuar el conflicto desde una posición más fuerte. En particular, quieren un estado y quieren seguir presionando en todos los sentidos para el ‘derecho de retorno' a Israel”; algo a lo que el Estado judío no accedería en las negociaciones, hecho por el cual “los palestinos quieren un estado sin negociaciones y sin tener que hacer ningún compromiso”.
Escribir artículos de espaldas al contexto, a la realidad histórica, no explica nada de lo que, aparentemente, pretender dar cuenta. Revela, en todo caso, la posición ideológica del redactor y, probablemente, del medio. Pero poco más. Muy poco más.
Hay que instalar una idea entre los lectores, y una idea sola: Israel es el culpable del conflicto, Israel lo prolonga; ergo, Israel carece de legitimidad.

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