domingo, 29 de marzo de 2015

Revista de Prensa

¿Cómo se han tomado la victoria de Netanyahu los líderes mundiales?

 

Benjamín Netanyahu
"Eitan Haber recomienda a la izquierda que salga de su mundo cerrado y aprenda a conocer a los votantes de fuera de la zona alta de Tel Aviv, pues el voto de un profesor universitario o de un líder de opinión vale exactamente lo mismo que el de un habitante de Sderot"
¿Cómo han reaccionado los líderes del mundo árabe a la victoria del Likud de Benjamín Netanyahu en las elecciones legislativas israelíes? Pues depende, según refleja Hugh Fitzgerald en este breve pero sustancioso comentario.
¿Y fuera del mundo árabe? ¿Qué piensan en Teherán, Estambul y las grandes capitales europeas del triunfo del premier israelí? ¿Y Obama?
Saeb Erekat [el negociador palestino en las conversaciones de paz con Israel] está triste. Mahmud Abás está muy muy triste. La gente de Hamás en Gaza está triste. El rey de Jordania no se sabe exactamente si está contento o triste, pero piensa que debe pensar que está triste. Sisi no está triste: comprende a Netanyahu y Netanyahu le aprecia. El rey de Arabia Saudí dirá que está triste, pero está contento, porque Netanyahu es un aliado en la compaña para impedir que Irán tenga la capacidad de construir armas nucleares. (…) Ruhaní y [el ministro iraní de Exteriores] Zarif y el ayatolá Jamenei están que se suben por las paredes. Erdogan está furioso. Cameron y Hollade y Merkel y Renzi… díficil de decir, porque ninguno de ellos ha llegado a asumir aún que la guerra contra Israel es una yihad clásica, y el éxito en esa yihad, lejos de saciarlo, aumentará el apetito de los árabes y los musulmanes, y sus sueños de gloria, en Europa Occidental. (…) ¿Y Obama y Kerry? ¡Oh! Muy muy tristes.
Bajo este título, Eitan Haber pone de manifiesto la distancia existente entre las élites de la izquierda israelí y la gente de la calle, a tenor del resultado de las elecciones parlamentarias que acaban de celebrarse. Haber recomienda a la izquierda que salga de su mundo cerrado y aprenda a conocer a los votantes de fuera de la zona alta de Tel Aviv, pues el voto de un profesor universitario o de un líder de opinión vale exactamente lo mismo que el de un habitante de Sderot.
Los izquierdistas se refuerzan mutuamente en las conversaciones de cafés, en los salones de Tel Aviv, en las filmotecas y otros centros culturales. La gente que vive fuera de Tel Aviv y de la filmoteca de Jerusalem, fuera del mundo académico, los periódicos y las tertulias televisivas tiene una visión completamente distinta.
Los hechos quedaron dolorosamente puestos de relieve en la noche del martes para todos aquellos que en las últimas semanas se creyeron las historias sobre el ascenso meteórico del bloque de izquierdas y el colapso de la derecha.
Las entrevista televisiva de John Kerry del pasado domingo, en la que dejó entrever la posibilidad de que EEUU negocie con Bashar al Asad el final de la guerra de Siria, provocó gran revuelo en los aliados estadounidenses de Oriente Medio.
La Secretaría de Estado matizó posteriormente el sentido de las palabras de Kerry pero, una vez más, como suelen decir los diplomáticos extranjeros en Washington, la única estrategia de Obama para Siria es la ausencia de estrategia.
Siria está a punto de convertirse en un Estado fallido al estilo somalí y el propio Bashar al Asad tendría dificultades para sobrevivir incluso en un entorno pacificado.
“Una condición necesaria para la supervivencia de Asad es la transformación de su Ejército en una fuerza anti-insurgencia y en paralelo a la militarización del régimen”, dice Emile Hokayem, del Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos.
“Asumiendo que quiere negociar, lo que no es cierto, Asad tiene hoy un margen político de maniobra menor que antes porque debe su supervivencia a una serie de milicias cuyos intereses no están completamente alineados con los suyos”, añadió.
Riyad Mohamed explica en The Fiscal Times las razones por las que Teherán ha ganado influencia en la región. Irán está representando un papel decisivo en la batalla contra el Estado Islámico en Irak, en la guerra de Siria, con su apoyo a Bashar al Asad, en el Líbano gracias a la presencia de Hezbolá, el grupo terrorista chií financiado por los ayatolás, y también en el Yemen, donde está al lado de la milicia huzi, que se ha hecho con el poder en amplias zonas del país, incluida la capital.
El abandono de EEUU de sus responsabilidades y sus compromisos históricos con las naciones de Oriente Medio ha creado un vacío que Irán está llenando.
Cuando miras el mapa de Oriente Medio, no se necesita ser un experto en geopolítica para darse cuenta de que la influencia iraní se ha incrementado en los últimos años, mientras que el papel estadounidense ha disminuido. La principal razón es lo que los políticos llaman “la fatiga de guerra”. Los americanos están cansados de ver caer a sus soldados, muertos o mutilados de por vida y sufriendo los efectos a largo plazo del estrés postraumático. Y el país tiene poca paciencia para una guerra larga y cara. Pero eso era antes de que el Estado islámico comanzara a secuestrar americanos y a cortarles la cabeza, a quemar gente viva y destrozar obras antiguas que ya nunca podrán ser recuperadas.
A los americanos les gusta ver el mundo en términos simples, buenos y malos –Corea del Sur, buenos; Corea del Norte, malos–. Pero en Oriente Medio no hay blancos y negros, sino cien tonos de gris.

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