jueves, 26 de marzo de 2015

Lo que no dijo Netanyahu

Por Clifford D. May 

Benjamín Netanyahu.
"¿Puede haber alguna explicación benévola a la transformación de la insinuación de que un Estado palestino no es viable actualmente en una acusación de rechazo 'categórico' al mismo y en la promesa de que 'nunca' se permitirá una solución de dos Estados?""La participación de votantes árabes fue alta y, como consecuencia de ello, la representación árabe en la Knéset aumentará. Eso demuestra, una vez más, lo democráticos y tolerantes que siguen siendo los israelíes en una región donde abundan la tiranía, la opresión y la barbarie"
¿Qué es lo que tienen Israel en general y el primer ministro Netanyahu en particular para provocar tantas informaciones descuidadas y comentarios tendenciosos?
Empecemos por el New York Times, como buen creador de tendencias que es, que publicó este titular el 16 de marzo: “Netanyahu dice no a un Estado para los palestinos”. Un editorial se refería al “rechazo categórico” del primer ministro “a un Estado palestino”. El columnista Thomas Friedman añadió la acusación de que Netanyahu había “declarado” que “nunca permitiría una solución de dos Estados entre israelíes y palestinos”.
Esto es lo que Netanyahu le dijo en realidad a un reportero israelí poco antes de las elecciones de la semana pasada:
Creo que cualquiera que establezca hoy un Estado palestino y evacue territorios le está proporcionando al Islam radical motivos contra el Estado de Israel.
¿Puede haber alguna explicación benévola a la transformación de la insinuación de que un Estado palestino no es viable actualmente en una acusación de rechazo “categórico” al mismo y en la promesa de que “nunca” se permitirá una solución de dos Estados?
Consideremos, asimismo, la historia, de la que Netanyahu ha aprendido varias lecciones: en 1982, Israel se retiró del Sinaí tras firmar un tratado de paz con Egipto. Hoy, ese territorio sirve de campo de batalla a Ansar Bait al Maqdis, un grupo que ha jurado lealtad al Estado Islámico. (Nota importante: el actual Gobierno egipcio está combatiendo a estos yihadistas, en estrecha colaboración con Israel).
El sur del Líbano, del que Israel se retiró hace 15 años, está controlado por Hezbolá, el peón terrorista de Irán, que ha desplegado ilegalmente decenas de miles de cohetes, todos ellos apuntando a los israelíes.
Gaza, de donde Israel se retiró hace 10 años, está gobernada por Hamás, yihadistas declarados empeñados abiertamente en el exterminio de Israel.
En cuanto a la Margen Occidental, como sabe casi todo el mundo (aunque la mayoría vacila en decirlo), si los israelíes se retiraran hoy de allí, seguramente el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, sería depuesto por Hamás , el Estado Islámico o por milicias respaldadas por Irán.
Permítanme que insista: ésta es la situación actual. No estoy diciendo, como tampoco lo ha hecho Netanyahu, que palestinos e israelíes “nunca” podrán convivir como vecinos, en Estados independientes.
Tras las elecciones, el premier trató de dejar claro que no ha cambiado de postura; postura que expuso detalladamente en un importante discurso en 2009. Entonces dijo que los israelíes apoyarán un Estado palestino… si los palestinos, a su vez, aceptan el Estado judío y acceden a poner fin al conflicto.
Esa fórmula es prácticamente idéntica a las ofertas de crear un Estado palestino planteadas por otros primeros ministros israelíes en 2000, 2001 y 2008. Los dirigentes palestinos las rechazaron todas. Netanyahu declaró la semana pasada:
Quiero una solución de dos Estados que sea sostenible y pacífica. Pero, para ello, las circunstancias tienen que cambiar.
La mayoría de los medios han calificado de “marcha atrás” la aclaración del primer ministro. Los portavoces de la Administración Obama ni siquiera le han concedido eso. En cambio, el secretario de Prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, insistió en que los israelíes se estaban “retractando de sus compromisos para lograr este objetivo”.
Y añadió:
Eso significa que tenemos que reconsiderar cuál va a ser nuestra estrategia.
Ello supone una amenaza implícita de acabar con el apoyo que anteriores Administraciones demócratas y republicanas han brindado a los israelíes frente a quienes han pretendido valerse del poder de Naciones Unidas para minarlos y, en última instancia, destruirlos.
Al pronunciar esa amenaza, Earnest se refirió a Israel como “nuestro mayor aliado en la región”. Si tenemos en cuenta la aparente disposición del presidente Obama a proporcionarle a Irán una vía para alcanzar la capacidad armamentística nuclear; su abandono de sus propias líneas rojas tras el uso de armas químicas por el dictador sirio; el auge del Estado Islámico tras la retirada de tropas estadounidenses de Irak, y el deterioro de la situación en Yemen justo después de que el presidente proclamara que era un éxito gracias a sus políticas, ¿acaso iremos demasiado lejos si nos tememos que Estados Unidos se haya vuelto, como el experto Bernard Lewis advirtió que podría suceder, “inofensivo como enemigo pero traicionero como amigo”?
Hay otra controversia que requiere algo de contexto: el intento de Netanyahu de empujar a sus votantes hacia las urnas advirtiéndoles de que votantes árabes estaban “acudiendo en manada a las urnas” Organizaciones no gubernamentales de izquierdas los llevaban “en autobuses”.
Si bien no es un comentario muy digno de un estadista, ¿cabe compararlo con el vicepresidente Joe Biden diciéndoles a los líderes afroamericanos que movilizaran a sus votantes en 2012 porque si ganaba el candidato republicano Mitt Romney “os volverá a encadenar a todos”? Concedamos que, en el ardor de una dura campaña, los candidatos a veces dicen lo que no deberían. ¿No es hipócrita que la Administración Obama se aplique un criterio y emplee otro, mucho más estricto, para el primer ministro israelí?
Desde entonces, Netanyahu se ha disculpado por su comentario, el cual, como ha reconocido, “ofendió a algunos ciudadanos israelíes e hirió a los ciudadadanos árabes”. También trató de aclarar sus intenciones : dijo que los ciudadanos israelíes “judíos o árabes” tenían que votar “como consideren oportuno”, pero que “la que no resulta legítima es la financiación”; se refería al hecho de que las “ONG de izquierdas” israelíes reciban dinero del exterior. Y One Voice, una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos y dirigida por un aliado de Obama, ayudó a los partidos de izquierda y a la Lista Árabe Conjunta en su intento de derrotar a Netanyahu. En la coalición árabe hay islamistas y comunistas declarados.
Al final, la participación de votantes árabes fue alta y, como consecuencia de ello, la representación árabe en la Knéset aumentará. Eso demuestra, una vez más, lo democráticos y tolerantes que siguen siendo los israelíes en una región donde abundan la tiranía, la opresión y la barbarie.
Eso es algo que, seguramente, no vayan a destacar la Casa Blanca ni los grandes medios de comunicación. Atribuir esa omisión sólo al descuido y a la tendenciosidad sería demasiado caritativo.
© Versión original (inglés): Foundation for Defense of Democracies
© Versión en español: elmed.io 

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