viernes, 29 de julio de 2011

La falsa conciencia: el vuelo pasò por encima del radarde Lola Break

Ron Ben Yishai

En mayo del corriente año, se inició una nueva ronda de la “Guerra de Conciencia”, dirigida contra Israel. El Día de la Naksa y la Nakba, la flotilla retenida en Grecia, el vuelo de fin de semana pasado y el intento por detener al Diputado Amir Peretz en Londres representan todas provocaciones, vinculadas entre sí que, si triunfaran, profundizarían y determinarían la imagen de Israel en la conciencia global como estado brutal que viola, sistemáticamente, la ley internacional. La coalición de organizaciones palestinas e islámicas, organizaciones de izquierda y anarquistas, que iniciaron esa “guerra de conciencia”, intenta, por su intermedio, aislar a Israel y obligarla a rendirse ante las exigencias políticas de los palestinos, sin que ellos deban hacer, a cambio, concesiones significativas. Eso, de por sí, no es un fenómeno nuevo. Los intentos por influir en la opinión pública mundial contra Israel comenzaron en los años 70 del siglo anterior pero, entonces, se hacía por medio de atentados terroristas asesinos en el ámbito internacional, destinados a transformar a Israel en un estado enfermo, capaz de generar violento pánico. Ese recurso comenzó a funcionar como boomerang contra sus perpetradores, desde el atentado a las Torres Gemelas. Por tanto, en este momento, el terror es “out” y la “guerra de conciencia” se lleva a cabo por medios livianos. En el presente, los seguidores de los palestinos hacen uso de una creciente sensibilidad, en el ámbito internacional hacia los Derechos Humanos y el daño a los civiles inocentes, mostrando a Israel como estado inhumano. Saben utilizar muy bien el interés y la tecnología de los nuevos medios para difundir campañas de propaganda creativas, con creciente agresividad y coordinar sus acciones. A lo que menos se le pone atención es que esa especie de “guerra de conciencia no violenta”, cuenta con un potencial explosivo nada despreciable a la par del daño sistemático que provoca a la posición internacional de Israel y a la moral de sus ciudadanos, aumenta el caldero en la calle palestina, en la diáspora y en los territorios. Ese caldero, en períodos de levantamientos en el mundo árabe, es capaz de sacar masas de palestinos a las calles y las fronteras, hasta convertirse en una Tercera Intifada. Es suficiente un error de los servicios de seguridad israelíes, en dificultades de frenar a miles de manifestantes, y harán caer a un gran número de soldados o en una iniciativa, dirigida de los organismos terroristas, que dispararán a los policías y soldados, entre la masa no armada en su mayor parte. En pocas horas, nos veríamos en medio de un enfrentamiento, violento, enorme y continuo que nadie en la región y el mundo desearía; excepto Irán, Siria, Hamas y Hezbollah y organismos de la Jihad Mundial, quienes intentan encender ese escenario y, cuando eso ocurra, los aprovecharán para promover sus objetivos. “Los activistas de la paz” que brindaron su importante aporte a los estallidos violentos armados acusarán, por supuesto, a Israel del enfrentamiento y encenderán los ataques de conciencia hacia las FDI y las fuerzas de seguridad de Israel, a fin de que éstas no puedan actuar con la plenitud de su poder, contra la violencia imperante. Es por ello que, el Estado de Israel, tiene el interés claro de frenar a los provocadores, haciendo un uso mínimo de la fuerza y sin ofrecerles logros que los incentiven a continuar. Es por ello que, si Israel no hubiera tenido la necesidad defensiva de imponer el bloqueo marítimo a Gaza, hubiera permitido a los organizadores de la “Flota de la Libertad II” llegar a Gaza. Sin embargo, las lecciones del Mavi Mármara y del Día de la Nakba mostraron a los políticos en Jerusalén y a los servicios de seguridad que se debe aspirar a desarticular la provocación; no a luchar contra ella a la fuerza. Aparece que es posible hacerlo por medio de la articulación entre la suma de información detallada ( que proporcione alertas y señale a los líderes, bases de partidas y estilos de acción de los organizadores de la función mediática, activación firme e intensiva de la diplomacia secreta con ayuda de Estados Unidos) y los europeos (quienes también cuentan con el interés de impedir una nueva alteración de la estabilidad en la región); disposición de un alto nivel por parte de las fuerzas de seguridad y el acatamiento de la ley por parte de los israelíes para crear una alerta y no menos importante: la puesta en acción de medios legales y económicos que harán pesar a los provocadores por el contacto con los palestinos y les impedirá encender la llama.

Durante los sucesos del Día de la Naksa, esa articulación arrojó un éxito parcial. Los manifestantes, salidos de los campamentos de refugiados palestinos en Líbano, no llegaron nunca a la frontera con Israel y en los territorios hubo manifestaciones menores. Solo en la frontera con Siria lograron los instigadores, su objetivo; en especial dado que, el régimen en Siria y los iraníes, hicieron todo para que las FDI no tuvieran alternativa a la dispersión de manifestantes y a raíz de que la barrera terrestre emplazada por la retaguardia del norte no fue lo suficientemente pesada.

Pero en el episodio de la flotilla II y el vuelo el estilo israelí funcionó. La alerta de inteligencia, la diplomacia (con ayuda de Estados Unidos y los europeos) y el inteligente uso de la anulación legal y comercial, frustraron los esfuerzos de los organizadores de la flota y el vuelo de llegar al enfrentamiento físico con las fuerzas de seguridad israelíes. La burla de los medios israelíes por la “histeria”, proyectada por el Ministerio del Interior y la policía sobre el vuelo fue injustificada. La gran disposición puesta en acción intencionalmente en un alto nivel mediático, generó una estructura de alerta que será efectiva en el futuro. Lo que no es menos importante es que la esa disposición otorgó seguridad a los policías; una policía que se sabe parte de una gran fuerza, que lo ayudará a concretar su función, es capaz de demostrar mucho más coraje y control personal que una policía emplazada, sola, frente a una masa de manifestantes. Debemos reconocer; no fueron los uniformados los que generaron la histeria sino el Primer Ministro, Biniamin Netanyahu, que encontró razonable demostrar un exceso de actividad de seguridad, un momento antes de partir del aeropuerto de Ben Gurion hacia una visita diplomática en Rumania y Bulgaria y los medios, que informaron con “Ánimo de Apocalipsis Ahora” sobre el episodio previsto y sus preparativos.

Un examen de los resultados netos de la Flota de la Libertad II y el vuelo, demuestra que, en ambos casos, Israel logró alcanzar en su plenitud ambos objetivos principales: evitar el caldero en la calle palestina y el enfrentamiento de fuerzas, muy dañino para la conciencia, con los activistas.

Los provocadores de la flotilla obtuvieron, a cambio, un premio consuelo: el eco mediático creado a partir de la continuidad de la saga en el puerto de Grecia. La probabilidad mediática que obtuvo el vuelo fue realmente menor. Cabe suponer que el motivo es la carga, especialmente baja, en la violencia del suceso y la rapidez con la que fue resuelta.

Esas lecciones serán aprendidas y materializadas en el marco de los preparativos y entrenamientos que realizan las FDI, la policía y los servicios de seguridad, en éstos días en vías a los “Sucesos de septiembre” en Naciones Unidas. Si las cosas llegan a marchas masivas de palestinos y árabes no armados, en forma agresiva, Israel se verá empujada a una posición de dura inferioridad en el ámbito de la conciencia mundial, incluso si las FDI y la policía están equipadas y dispuestas de modo inmejorable. Ello, en particular, dado que el gobierno de Israel carga ahora una especial culpa -no del todo justa- por el congelamiento en la negociación con los palestinos.

Es por ello que, el recurso más útil de impedir el caldero palestino, es la iniciativa israelí o del Cuarteto, que conducirá a la re-motorización de la conversación directa con Abu Mazen, antes de la presentación palestina a Naciones Unidas o tras ella (si, de todos modos, no hay conciliación entre Fatah y Hamas y aparentemente tampoco la habrá en el próximo tiempo). La experiencia demuestra que, cuando las partes hablan entre sí, la calle palestina en los territorios y en la diáspora, se tranquiliza. Es necesario, el eficaz y más firme detención de los transgresores de la ley y provocadores judíos en los territorios y, por supuesto, continuar con la anulación de esfuerzos hacia el caldeamiento, que generan los “Activistas pacíficos” extranjeros. Si el gobierno de Israel toma esas medidas, hay buenas probabilidades que el tsunami de septiembre sea postergado y hasta anulado.

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