viernes, 4 de enero de 2013

Mejorando cada día

Hay un tema que profundizarlo vale la pena tratarlo, por ejemplo tenemos un bien material, un auto que lo cuidamos, lo mantenemos y cuando le surge algunos inconvenientes de mecánica lo llevamos al service. Cada tantos kilómetros revisamos el aceite, el agua, las gomas, todo esto lo hacemos para que el coche funcione bien y podamos usarlo (hablamos acá de personas que valoramos lo que tenemos), lo mismo sucede con el cuerpo cuando vamos al médico, nos hacemos un chequeo, cada tanto nos controlamos la presión, el azúcar y a medida que avanzamos en la edad la atención va siendo más frecuente y esto lo hacemos para mantenernos físicamente (hablamos acá de personas que valoramos nuestra salud). Pero la pregunta es… ¿qué pasa con nuestra alma? ¿Qué hacemos cuando estamos frustrados, impotentes, nos hacemos mala sangre, nos angustiamos o con nuestros defectos que nos hacen cometer el mismo error? Siempre tenemos el mismo discurso, “no lo voy a hacer más”, y eso es tanto para con nosotros mismos y con respecto a los demás. ¿Acaso se nos ocurre en pensar en una posible solución o tratamos de seguir adelante sin prestar atención a lo que nos sucede volviendo a cometer los mismos errores o incurrir en los mismos defectos etc.? En algunos casos como paliativo o analgésico compartimos las penas y los insabores con otros y estos a su vez nos cuentan los suyos y así nos consolamos mutuamente. En otros casos, los escapes son el vicio del alcohol, la ansiedad por la comida o las apuestas de dinero. En resumen… ¿podemos llamarlo a esto vida? Hay un lema que la mayoría de la gente dice, pero cuyo sentido es carente de contenido y es “lo importante es pasarla bien y aprovechar los pocos momentos de felicidad” y cuando hablamos con alguien lo primero que nos dicen es “basta la salud, todo lo demás va y viene”. Concientizarnos, es una tarea a desarrollar para empezar a mejorarnos. Si bien a ninguno de nosotros nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer, pero si poseemos dos dedos de frente y nos consideramos inteligentes, no nos debería molestar que los Rabanim (guías espirituales) nos ayuden para crecer y modificar nuestra actitud negativa, ya que si entendemos que el mecánico nos dice que nos va a arreglar el auto y no sabemos a ciencia cierta si nos traerá problemas posteriores o el médico nos da un tratamiento que obedecemos y lo cumplimos sin saber si realmente nos vamos a curar o nos traerá enfermedades posteriores , como también no sabemos si nos dio los remedios adecuados o quizás pueda desencadenar en otras enfermedades. Sin embargo, en muchos casos nos entregamos al mecánico en el caso del auto o al médico sin cuestionar o discutir su discurso técnico cuya explicación muchas veces no entendemos en absoluto. Entonces cuanto más y más cuando el tratamiento es de nuestro Yo interno, el alma, y si entendemos que D´S nos creó y nos dio un manual de instrucciones que nos mantuvo durante aproximadamente 3300 años que fue la entrega de la Torá y cuya medicina fue probada exitosamente para el alma, ¿cuáles son los miedos de probar este tratamiento espiritual (a través de los Jajamim) para entender la vida y hacer un cambio que nos permita vivenciar el verdadero judaísmo? Elias Dayé