lunes, 24 de junio de 2013
Hasan Rohaní, nuevo presidente de Irán “Adiós Ahmadi”: El régimen persa cambió de tono
Nueva Sion
Frente a la dialéctica de confrontación de los últimos años, el flamante presidente de Irán pidió ayuda a sus compatriotas en la tarea que le han encomendado, lo que pone de manifiesto una nueva estrategia discursiva. También es significativo que los principales centros de poder en el régimen islamista: los Guardianes de la Revolución, el Parlamento y el Poder Judicial hayan dado su apoyo al dirigente conservador, aunque del ala moderada, electo recientemente. No obstante, y más allá de la tímida apertura de la comunidad internacional, todo indica que el monopolio ultraconservador continuará vigente.
“Los problemas económicos del país no pueden resolverse de la noche a la mañana”, declaró Hasan Rohaní, apenas se conoció su triunfo. Sucede que, según datos oficiales, Irán tiene una tasa de inflación del 30%, un desempleo del 14% y, lo que es más grave, su moneda se depreció casi un 80% en los últimos dos años debido a las sanciones financieras internacionales. Y aunque la mayoría de los iraníes defienden el programa atómico, Rohaní fue el más crítico entre los candidatos respecto a la forma de conducir las negociaciones nucleares.
Sin poner en duda que tanto el programa nuclear, como la diplomacia y los asuntos de defensa dependen del líder supremo y los Pasdarán (o Guardianes de la Revolución), Rohaní ha dejado claro que es posible otra forma de abordar los problemas. También subrayó su disposición a mejorar las relaciones con el resto del mundo. Sin duda va a ser una tarea complicada después de los ocho años de confrontación bajo la presidencia de Mahmud Ahmadineyad.
De hecho, los iraníes que salieron a celebrar la victoria de Rohaní no coreaban su nombre sino “Adiós Ahmadi”. La repentina popularidad del presidente electo es en buena medida prestada. Muchos votantes lo apoyaron debido a la falta de un candidato mejor y, como dejaban claro los eslóganes de la velada electoral, esperan la liberación de los presos políticos, en particular la de Musaví y Karrubí, los dos dirigentes reformistas sometidos a arresto domiciliario desde la irregular reelección de Ahmadineyad en 2009.
La primera reacción de Estados Unidos fue declararse dispuesto a colaborar directamente con el nuevo gobierno sobre la cuestión nuclear. En la misma línea se manifestaron las monarquías de la península arábiga, siempre recelosas de la influencia de Irán en la región.
Israel, por si parte, puso en relieve la estructura real del régimen islamista y el hecho de que el poder sigue en manos de los clérigos ultraconservadores. “No nos engañemos. Quien manda en Irán es el líder supremo, no el presidente, y es él quien determina la política nuclear”, aseguró Benjamín Netanyahu.
Argentina, en tanto, no manifestó reacciones puntuales, aunque el perfil del nuevo presidente tranquiliza a los sectores que propician el Memorándum de Entendimiento por la causa del atentado a la AMIA.
En ese sentido, luego de que se difundiera una versión que sindicaba a Hassan Rohani como integrante del comité iraní que planificó el atentado contra la sede de la AMIA, el fiscal general de la causa AMIA, Alberto Nisman, negó que el presidente electo de Irán tuviera relación con el acto terrorista perpetrado en 1994.
Nisman aseguró que: “Este hombre (por Rohani) ni siquiera está mencionado en el dictamen, no hay ningún elemento que lo vincule y cualquier afirmación que se ha hecho corre por cuenta de quien lo dijo”.