La sangre derramada en París
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La ciudad luz fue sometida a una orgía de sangre. Criminales fanáticos fueron capaces de oscurecer el cielo de Paris y herir el corazón de todo el planeta. Las banderas de la libertad y la creatividad flamean a media asta en todo el mundo. Hubo 12 apóstoles del humor y la provocación intelectual que fueron asesinados por un fundamentalismo incomprensible para cualquier mentalidad democrática. Fueron cobardes porque utilizaron fusiles ametralladoras AK 47 contra lápices y sonrisas. Podría decirse que Paris también tuvo su noche de los lápices. El terrorismo islámico no es un enemigo tradicional. Esta mañana la genial Pilar Rahola dijo en el programa de Longobardi que la prensa tuvo su 11 de setiembre. Esos periodistas valientes, satíricos que no se casaban con nadie fueron derribados como aquellas Torres Gemelas. Pilar, siempre tan correcta en el uso del lenguaje se fue de boca por su profunda indignación y dijo que esos tipos nos han declarado la guerra porque tienen mierda en el cerebro y maldad en el alma. Pero dijo algo más profundo todavía. Cargado de valores republicanos, dijo que las leyes son para todos, pero los dioses son cuestiones privadas de cada uno.
Paris supo ser el faro de la libertad. Hoy es la tumba de la paciencia. No se puede convivir más con energúmenos que son capaces de masacrar a 132 chicos para convertir el patio de una escuela en un campo de batalla, como pasó en Pakistán. Basta de ser tibios con aquellos salvajes hijos de puta que asesinan cristianos por el solo hecho de verlos con un crucifijo colgando del cuello. Han llegado demasiado lejos. Han roto todos los códigos y todas las barreras. El terrorismo fundamentalista es capaz de degollar a cualquier en cualquier lugar. Viven alabando a un presunto Dios pero en realidad adoran el pánico que generan. Este atentado yihadista y todos los otros hablan de una guerra santa que es un oxímoron. No existe tal cosa. Son dos palabras contradictorias. No se puede hablar de santidad y de guerra como parte de la misma cosa. ¿Quién banca económicamente a estos poderosos criminales de lesa humanidad? ¿Quién alimenta ideológicamente su enfermedad de odio hacia los diferentes? En Francia viven casi 5 millones de musulmanes. Y ellos son las primeras víctimas de estos asesinos que hablan en nombre del Islam y que nada tienen que ver con la esencia ni de Dios ni de Ala ni de Adonay. Hablo de los dioses de los católicos, de los musulmanes y los judíos que suelen decir en Buenos Aires que apuestan a la paz, al Salam y al Shalom. Nos han declarado la guerra. Levantan una trinchera en cualquier lugar del globo terráqueo. El mundo civilizado debe enfrentarlos y derrotarlos antes de que ellos nos derroten a nosotros. Para que triunfe la civilización, el diálogo, la diversidad cultural y religiosa y sobre todo, la libertad absoluta.
Charlie Hebdó era un semanario laico que se satirizaba todo lo establecido. Y también a las religiones. A todas las religiones. Eran nietos de aquella revolución francesa que sembró el mundo de igualdad, fraternidad y libertad. Eran hijos de aquel mayo francés de la utopía de Daniel Cohn Bendit y el prohibido prohibir, o del seamos realistas, pidamos lo imposible.
Ayer, Daniel que ya no es tan joven, fue brillante en su diagnóstico: ” Hubo un fascismo que engendró la civilización occidental pero ahora hay otro que surgió del Islam”. Es una buena forma de poner las cosas en su lugar y no estigmatizar ni perseguir a ningun pueblo. No hay que generalizar porque todo el que generaliza discrimina.
Aquellos jóvenes salieron a la calle para llevar la imaginación al poder y los periodistas de Charlie Habdó lograron llevarla al papel de una revista casi anarquista que no facturaba ni para mantenerse viva. Solo la rebeldía corría por aquellas venas de papel. La frase que ayer leyó Micky sobre Charb, el legendario director lo define todo: ” No tengo hijos ni esposa, ni coche ni crédito. Esto puede sonar un poco pomposo pero prefiero morir de pié que vivir de rodillas”. Solo me gustaría agregar que un hombre que grita vale mas que miles que callan. Y que es hora de gritar contra los terroristas que censuran con ráfagas de metralla. Que quieren ordenarnos que es lo que tenemos que pensar.
Todos somos Charlié. Es verdad. Hay que cuidar celosamente la democracia y las libertades individuales. Pero me gustaría decir que la sangre derramada no será negociada. Me gustaría soñar con el triunfo de la civilización contra la barbarie. Seamos realistas, pidamos lo imposible.
Paris supo ser el faro de la libertad. Hoy es la tumba de la paciencia. No se puede convivir más con energúmenos que son capaces de masacrar a 132 chicos para convertir el patio de una escuela en un campo de batalla, como pasó en Pakistán. Basta de ser tibios con aquellos salvajes hijos de puta que asesinan cristianos por el solo hecho de verlos con un crucifijo colgando del cuello. Han llegado demasiado lejos. Han roto todos los códigos y todas las barreras. El terrorismo fundamentalista es capaz de degollar a cualquier en cualquier lugar. Viven alabando a un presunto Dios pero en realidad adoran el pánico que generan. Este atentado yihadista y todos los otros hablan de una guerra santa que es un oxímoron. No existe tal cosa. Son dos palabras contradictorias. No se puede hablar de santidad y de guerra como parte de la misma cosa. ¿Quién banca económicamente a estos poderosos criminales de lesa humanidad? ¿Quién alimenta ideológicamente su enfermedad de odio hacia los diferentes? En Francia viven casi 5 millones de musulmanes. Y ellos son las primeras víctimas de estos asesinos que hablan en nombre del Islam y que nada tienen que ver con la esencia ni de Dios ni de Ala ni de Adonay. Hablo de los dioses de los católicos, de los musulmanes y los judíos que suelen decir en Buenos Aires que apuestan a la paz, al Salam y al Shalom. Nos han declarado la guerra. Levantan una trinchera en cualquier lugar del globo terráqueo. El mundo civilizado debe enfrentarlos y derrotarlos antes de que ellos nos derroten a nosotros. Para que triunfe la civilización, el diálogo, la diversidad cultural y religiosa y sobre todo, la libertad absoluta.
Charlie Hebdó era un semanario laico que se satirizaba todo lo establecido. Y también a las religiones. A todas las religiones. Eran nietos de aquella revolución francesa que sembró el mundo de igualdad, fraternidad y libertad. Eran hijos de aquel mayo francés de la utopía de Daniel Cohn Bendit y el prohibido prohibir, o del seamos realistas, pidamos lo imposible.
Ayer, Daniel que ya no es tan joven, fue brillante en su diagnóstico: ” Hubo un fascismo que engendró la civilización occidental pero ahora hay otro que surgió del Islam”. Es una buena forma de poner las cosas en su lugar y no estigmatizar ni perseguir a ningun pueblo. No hay que generalizar porque todo el que generaliza discrimina.
Aquellos jóvenes salieron a la calle para llevar la imaginación al poder y los periodistas de Charlie Habdó lograron llevarla al papel de una revista casi anarquista que no facturaba ni para mantenerse viva. Solo la rebeldía corría por aquellas venas de papel. La frase que ayer leyó Micky sobre Charb, el legendario director lo define todo: ” No tengo hijos ni esposa, ni coche ni crédito. Esto puede sonar un poco pomposo pero prefiero morir de pié que vivir de rodillas”. Solo me gustaría agregar que un hombre que grita vale mas que miles que callan. Y que es hora de gritar contra los terroristas que censuran con ráfagas de metralla. Que quieren ordenarnos que es lo que tenemos que pensar.
Todos somos Charlié. Es verdad. Hay que cuidar celosamente la democracia y las libertades individuales. Pero me gustaría decir que la sangre derramada no será negociada. Me gustaría soñar con el triunfo de la civilización contra la barbarie. Seamos realistas, pidamos lo imposible.
Del Blog del Autor
http://alfredoleuco.com.ar/2015/01/la-sangre-derramada-en-paris-8-de-enero-2015/
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