Tetzavé(Éxodo 27:20-30:10)
La personalidad humana
“Tomarás el carnero de inauguración y cocerás su carne en un sitio sagrado. Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero y el pan que está en el cesto frente a la entrada de la Tienda de la Reunión. Ellos lo comerán, para dar expiación a ellos, para consagrarlos, para santificarlos…” (Shemot 21:36-37).
Señala el Talmud1: ‘“Ellos lo comerán, para dar expiación a ellos’: nos enseña que los cohanim comen la ofrenda y los dueños reciben expiación”. Curioso: los cohanim reciben las ofrendas que les llevaron sus dueños, las comen y son los dueños quienes reciben la expiación. Para decirlo de otro modo: una persona puede recibir algo, pero al recibir está dando más de lo que jamás recibió. El cohen recibe un poco de carne, pero al ingerirla, le está dando expiación a quien la llevó.
Con frecuencia nos enfrentamos a situaciones similares: recibimos de otras personas, pero al recibirlo damos más de lo que nos dieron. También sucede lo opuesto: damos, pero al dar, estamos recibiendo mucho más de lo que dimos.
Una de las mayores virtudes que uno puede alcanzar es convertirse en una persona dadivosa, que se preocupa constantemente de dar a otros. Sin embargo, para dar, se requiere que alguien reciba y muchas personas se sienten superiores a las personas a quienes están beneficiando. Por el otro lado, también el recibir puede ser problemático. El rey Shlomó señaló: “…el que odia los regalos vivirá”2, queriendo decir con eso que en general uno debe evitar recibir regalos. Siendo así, quizás uno no debería dar a nadie, pues le está haciendo un mal: lo puede acostumbrar a recibir y convertirlo así en una persona dependiente, lo cual evidentemente es perjudicial para su bienestar emocional.
Sabemos por experiencia que el dar y recibir regalos a personas queridas puede ayudar a mejorar y profundizar la relación que uno tiene con esa persona. Siendo así, ¿cuál es la mejor manera de dar? ¿Cuál debe ser la mejor manera de recibir?
La regla es muy sencilla: para que la relación de dar y recibir sea un círculo virtuoso con beneficios para ambas partes, uno debe pensar que al dar también está recibiendo, que se le está haciendo un favor al recibir lo que uno está dando y sentirse honrado que la otra persona esté aceptando lo que le doy. Y en el caso inverso, cuando una persona recibe algo de alguien, debe recibirlo con la actitud de hacerle un bien a la persona que se lo está dando y que la está honrando al recibir eso que se le está dando.
Cuando doy, debo recordar que también estoy recibiendo y de esa manera evito el riesgo de sentirme superior al recipiente de mis favores; cuando recibo, debo recordar que también le estoy dando al otro la oportunidad de dar, lo cual convierte mi “recibir” en un acto de bondad, eliminando así el riesgo de sentirme dependiente de aquella persona que me dio.
Los cohanim recibían las ofrendas de aquellas personas que necesitaban expiación y al recibirlas e ingerirlas le daban al dueño de las ofrendas un beneficio mayor que el de la comida que estaban recibiendo.
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