lunes, 2 de marzo de 2015

Antisemitismo en Costa Rica


"... que más se podía esperar de un judío..." (sic). Ese fue el comentario que un funcionario del MEP dejó en el perfil de una persona que compartió una nota de mi amigo Eliécer Feinzaig en la que hablaba sobre la necesidad de reducir el tamaño del Estado en Costa Rica. Hace unas semanas, cuando La Nación reportó sobre jóvenes costarricenses que están teniendo éxito en Israel con start-ups, la nota se llenó de comentarioscomo "'Costarricenses' y con sólo ver los apellidos de los ticos se sabe que son judíos". Y cómo olvidar el incidente del exdiputado Manrique Oviedo cuando reclamó que el expresidente Luis Liberman no protegía a los agricultores por pertenecer a cierto tipo de conspiración financiera judía. Oviedo, por cierto, rehusó a disculparse.
¿Hechos aislados? Lamentablemente no. Expresiones como estas abundan en las redes sociales todos los días. Al igual que cualquier otra fobia, como la homofobia, xenofobia y racismo, la judeofobia no tiene espacio en una Costa Rica que aspira a ser cosmopolita y tolerante y que ahora incluso está modificando su constitución para vanagloriarse de ser "pluricultural". Lamentablemente, si bien en nuestro país va en aumento el ostracismo hacia quienes incurren en comentarios racistas, xenófobos u homofóbicos (y admito que estamos muy lejos del ideal en esos apartados), la judeofobia por lo general no despierta el mismo tipo de rechazo social. Cuando en Twitter denuncié el comentario del funcionario del MEP, recibí respuestas como "y de cuál Judío hablaba... es que últimamente no tienen muy buena fama...". Porque claro, tratándose de un judío, primero hay que confirmar que no haya incurrido en nada malo, que podría ser uno de muchos subtextos de semejante comentario.
A muchos nos resultará difícil entender lo que se siente ser discriminado no por nuestras ideas o valores, sino por quiénes somos. En mi caso, soy hombre, católico y heterosexual. Como latino que vive en Estados Unidos, ciertamente eso me hace parte de una minoría, pero en los casi 10 años que tengo de estar acá nunca me he sentido discriminado por eso. Sí, muchas veces me han llamado "neoliberal", "facho", o "perro faldero de la CIA", pero esas son calumnias que nacen a partir de mis ideas políticas. Nunca nadie ha cuestionado mi integridad o intenciones a partir de mi fe, origen o raza.
Atacar a una persona de esta manera es cuestionar su humanidad, como lo explica mejor que nadie Eliécer en su Facebook:
"El ataque contra el judío, contra el negro, contra el nica, contra el musulmán o contra el homosexual es un ataque contra todos y cada uno de nosotros. Porque todos los seres humanos somos iguales, pero iguales únicamente en nuestra dignidad y en nuestros derechos. Yo puedo estar en desacuerdo con usted, y se lo puedo decir de manera respetuosa y, espero, inteligente. Lo que no puedo hacer es descalificarlo por lo que usted es, porque eso es parte de su humanidad".
Solo hay una solución posible ante estas manifestaciones de discriminación e intolerancia: la denuncia y el ostracismo hacia quienes la practican. Como liberal, creo que cada quien tiene derecho a sus ideas y prejuicios, pero eso no elimina que aquellos que encontramos repugnantes estas expresiones las señalemos y condenemos. Y entre más lo hagamos, podemos aspirar a tener una Costa Rica cada vez más libre de xenofobia, racismo, homofobia y antisemitismo. Quedarnos callados no es una opción.
Un ataque contra nuestros compatriotas judíos debe verse como un agravio contra todos nosotros. Estos son ataques que van dirigidos a amigos, colegas, compas de la U que, como ilustra la foto de La Nación en la nota sobre start-ups, van a Israel y se ponen orgullosos la camiseta de la Sele. Como bien lo describió una amiga recientemente, no se trata de "ellos", sino de "nosotros"

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