jueves, 5 de marzo de 2015

Contextos

El peligro del Estado Islámico en los Balcanes





Hay dos áreas del Mediterráneo desde las que el Estado Islámico amenaza a Europa. La primera es Libia, un estado fallido tras la muerte del coronel Gadafi, cuyas autoridades están divididas y son incapaces de controlar su propio territorio. La otra punta de lanza del Estado Islámico son los Balcanes. Siempre se dijo que el islam balcánico era moderado. Desde hace algún tiempo, esto podría estar cambiando. El Estado de Bosnia-Herzegovina se divide en dos entidades: La Republika Srpska, de mayoría serbia, y la Federación de Bosnia y Herzegovina, llamada también croato-musulmana, que es la mayor fuente de preocupaciones en lo que se refiere al islam radical.
La actual presencia yihadista en Bosnia se remonta a las guerras de la destrucción de Yugoslavia de los años 90. La ayuda financiera que Alia Izetbegovic y los musulmanes bosnios recibieron de países islámicos como Arabia Saudí, Irán y Pakistán fue acompañada por la llegada de miles de yihadistas. Daniel Korski analizó ya hace años la dependencia de los dólares saudíes y las armas iraníes que pesaba sobre la Bosnia de Izetbegovic. Entre 1992 y 1995, Arabia Saudí e Irán se repartieron los papeles: Riad brindaba apoyo financiero y logístico, Teherán enviaba armas y combatientes. Cuando les digan que suníes y chiíes jamás colaboran, tomen la afirmación con prudencia.
Por supuesto, no todo empezó en los años 90. Ya en 1941, Alia Izetbegovic se unió a la organización Los Jóvenes Musulmanes, que tomaba como modelo a los Hermanos Musulmanes. El joven Izetbegovic terminó apoyando a los ocupantes nazis, que habían organizado la División Waffen SS Handschar (“Cuchillo”). Desde entonces, el político bosnio jamás se alejó por completo de la militancia islamista. Su famosa Declaración Islámica de 1970 ya abría la puerta para la aplicación de la sharia en Bosnia y las autoridades yugoslavas prohibieron su publicación. La presencia islamista en la Federación Croato-Musulmana de Bosnia hunde sus raíces en el proyecto independentista de Alia Izetbegovic. Su hijo Bakir Izetbegovic, elegido en 2010 como miembro bosnio de la presidencia de Bosnia-Herzegovina, ha heredado las aspiraciones de su padre.
La llegada de los muyahidines a Bosnia dio un impulso decisivo a la recién nacida Al Qaeda y sentó las bases de la radicalización de los jóvenes musulmanes europeos. Cuando terminó la guerra de Bosnia, como recuerda John R. Schindler, salieron terroristas en dirección a Francia, Irak, Marruecos, Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido y, por cierto, España. Ya antes del 11 de septiembre se conocía que Bosnia acogía campos de entrenamiento como el de Podgorelica, dirigido por Irán. Tras el atentado contra las Torres Gemelas, cada vez más analistas y agencias de inteligencia prestaron atención a lo que sucedía en el interior de la Federación Croato-Musulmana de Bosnia. Lo que descubrieron no fue tranquilizador: Al Qaeda operaba en la zonatransfiriendo fondos, traficando con armas y planeando atentados.
Junto a la presencia de Al Qaeda, está la de las agencias de inteligencia iraníes. Leslie Lebl, autora de un estudio estratégico sobre islamismo y seguridad en Bosnia-Herzegovina, da datos realmente preocupantes. Tanto el Ministerio de Inteligencia y Seguridad Nacional (VEVAK) como la Guardia Revolucionaria tienen operativos desplegados en Bosnia. Tras el atentado terrorista en el aeropuerto de Burgas (Bulgaria), la sospecha de una creciente actividad de Hezbolá en la zona disparó las alarmas de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Bueno, quizás no las disparó lo suficiente.
Hoy la influencia islamista en Bosnia se deja sentir a través de las centenares de mezquitas financiadas desde el extranjero y la actividad de las llamadas organizaciones de caridad que reparten fondos para proyectos socio-religiosos. Por ejemplo, recuerda Lebl, Bakir Izetbegovic trabajó entre 1999 y 2003 en Mehamet, una entidad que, so pretexto de la ayuda humanitaria, distribuía armas en Bosnia durante la guerra. El hijo de Alia Izetbegovic se implicó personalmente en la construcción de la mezquita del Rey Fahd en Sarajevo, la mayor mezquita de los Balcanes y un centro de influencia wahabí en la región.
Por eso, no debe sorprender que Bosnia sea un terreno abonado para la propaganda del Estado Islámico y el reclutamiento de algunos de sus terroristas. Desde hace más de veinte años, Bosnia es uno de los frentes de la llamada yihad global. En los últimos seis meses, varias operaciones policiales han concluido con la detención y enjuiciamiento de reclutadores y financiadores de terroristas para Siria e Irak. El pasado día 18 de febrero las autoridades bosnias detuvieron a seis hombres presuntamente vinculados con el Estado Islámico; dos de ellos estaban a punto de partir a Siria para unirse a los hombres de Al Bagdadi. El pasado mes de septiembre se llevó a cabo otra operación que concluyó con 16 detenidos, entre los que estaba Bilal Bosnic, el líder del movimiento salafí en Bosnia. Bosnic ha hecho llamamientos públicos para que los jóvenes musulmanes se unan al Estado Islámico. Selvedin Beganovic, un imán en el pueblo de Trnovi, en el noroeste de Bosnia, se ha opuesto públicamente al reclutamiento de jóvenes para la yihad en Siria e Irak. El pasado mes de diciembre lo asaltaron y apuñalaron. Le han quemado el coche y han amenazado a su familia.
El riesgo de la actividad en pro del Estado Islámico en Bosnia no se limita al Estado nacido de los acuerdos de Dayton hace ahora veinte años. Las comunidades islámicas de Albania, Serbia –especialmente en el Sandjak y Kosovo– y Montenegro corren el riesgo de sufrir el mismo proceso de radicalización que viene sufriendo Bosnia. Uno podría pensar que los radicales son una minoría pero no son una cantidad despreciable.
Es cierto que las distintas reacciones frente al ISIS en el mundo islámico pueden alterar el equilibrio de fuerzas en las acciones de influencia y propaganda. Turquía, otro de los jugadores importantes en el tablero balcánico, e Irán pueden detener el avance de la propaganda del Estado Islámico, pero no necesariamente la de otros grupos más afines a Teherán o a Ankara. Arabia Saudí puede influir si condena al Estado Islámico pero no a otros.
Por desgracia, 20 años después de Dayton, el islam radical puede desestabilizar de nuevo los Balcanes.





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