EL PUENTE SAGRADO DANIEL KARPUJ
Hace muchos años, cuando yo era muy joven, un Maestro me enseñó el pasaje desde mi “persona” hasta mí “mi mismo”.
Primero lo hizo sin conocerme, luego con largos silencios, y finalmente durmiendo a mi lado en viajes interminables, en noches interminables.
Me enseñó a reconocer a mi teatro y a mi máscara, y a anhelar la grieta que me permitiera algún día acceder a mi “yo”.
Nunca quiso que lo imitara o lo siguiera, sino que me olvidara de él, y que solamente intentara dejar una orilla y pasar a la otra.
Me aseguró que el Mar se partiría en dos.
¿Acaso algo más puede pedirse de un Maestro?
¡Ni imitarlo ni seguirlo!
Olvidarlo.
En aquel momento no pude ni quise negarme.
Pero tampoco sabía que olvidar llevaría toda una vida.
Yo era muy joven…
Lo sigo intentando, cada vez más cercano al silencio inabordable.
El pasaje y el puente, ya me son innecesarios.
Irrelevantes.
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