domingo, 30 de noviembre de 2008

SORPRENDENTE

David Miller [no es su verdadero nombre], una persona observante de los preceptos religiosos judios, estaba en el aeropuerto Logan (en Boston) alistándose para abordar su vuelo. Se dirigía a Los Ángeles en un importante viaje de negocios y estaba obligado a tomar este temprano vuelo ya que muchos de sus asuntos de negocios dependían de ello. Abordó el avión, observó que las puertas se cerraban, y tomó asiento. De repente, recordó que había dejado sus tefilín o filacterias (las cajas rituales con correas usadas por los hombres judíos en sus oraciones) en la sala de abordaje de la terminal.De manera cortés, preguntó a la azafata si podía regresar y recuperar sus tefilín, que se hallaban en un asiento a pocos pasos de la puerta. Ella le dijo que una vez que las puertas del avión se cerraban, nadie podía bajar de él. Sin aceptar esto, él preguntó si podría hablar con el piloto para que le diera un permiso especial. Seguramente él comprendería. El comandante de la nave no accedió. Simplemente le confirmó la política de la aerolínea.
David no estaba dispuesto a perder el cumplimiento de su preciada mitzvá (precepto), ni permitir que sus valiosos y sagrados tefilín se perdieran tan fácilmente, por lo cual, sin saber qué más podía hacer, empezó a gritar con toda la fuerza de sus pulmones: '¡Voy a perder mis tefilín !'. La tripulación le pidió que se calmara, pero él se rehusó a dejar de hacer el escándaloŠ un verdadero disturbio.
Finalmente, estaba haciendo tanto alboroto y había provocado tal tumulto que la tripulación del avión le dijo que podía descender de la nave, simplemente porque ya era una verdadera molestia.
De hecho, aunque sólo le hubiera tomado alrededor de 90 segundos salir de la nave, tomar sus tefilín y correr de regreso, ellos no iban a esperar por él. No importaba. David no pensaba perder sus tefilín, incluso si ello le causaba grandes inconvenientes o le acarreaba pérdidas en sus negocios.
Así, David salió del avión, para nunca volver a abordarlo.
Este vuelo era el United 175Š el segundo avión que se impactó contra el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. La devoción de David por esta mitzvá salvó su vida.
Sin embargo, las consecuencias de las acciones de David no terminaron ahí. Al principio, los terroristas querían chocar contra ambas torres al mismo tiempo, para maximizar la explosiva matanza. Después se supo que, debido al alboroto que David causó, el avión retrasó su despegue, provocando la diferencia de 18 minutos entre cada impacto de los aviones contra las dos torres gemelas.
Este retrasó permitió que miles de otras personas escaparan con vida de los dos edificios. Literalmente millares de vidas, si no que es que docenas de millares, fueron salvadas debido a que un judío no abandonó sus amados tefilín.
Esta historia está documentada en 'Even in the Darkest Moments', por Zeev Breier.

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