lunes, 29 de junio de 2009
Antisionismo es antisemitismo
La Guerra librada por Israel en Gaza contra el terrorismo de Hamás tuvo consecuencias en América Latina? ¿Hubo cambios en las relaciones diplomáticas entre Israel y los países de la región? ¿Existió perturbación en la vida de las comunidades judías en esos países? ¿Y en la vida de los judíos individualmente considerados? Sin duda, una de las consecuencias manifiestas que tuvo este conflicto fue el significativo aumento del sentimiento y las demostraciones concretas contra Israel y los judíos. En muchos casos, quienes las llevan a cabo no se consideran a sí mismos antisemitas, sino antisionistas.
La expresión antisemitismo fue acuñada en 1879 por Wilhelm Marr para referirse al odio a los judíos. El término adolece del defecto que no sólo los judíos son semitas, sino también lo son los árabes. Por eso, Gustavo Perednik entiende que lo deberíamos denominar judeofobia.
La judeofobia o antisemitismo no es una especie común de racismo o xenofobia, puesto que, en primer lugar, los judíos no constituyen una raza, y en segundo término, no son extranjeros en los países en los que viven.
Es el odio más antiguo de la historia de la Humanidad, y para mantenerse vigente superando distintas etapas históricas, la judeofobia ha ido mutando. Quinientos años antes de la era común, los judíos eran odiados por el imperio de turno por su monoteísmo abstracto y su ética. El cristianismo los acusó de deicidio y para los musulmanes, los judíos (al igual que los cristianos) eran dimmi, ciudadanos de jerarquía inferior.
El antisemitismo religioso dio origen al antisemitismo popular que provocó persecuciones y masacres. La difusión de las leyendas sobre asesinatos rituales y ritos satánicos deshumanizó a los judíos.
Posteriormente sobrevino el antisemitismo científico, teoría racista que sostiene, con argumentos histórico-antropológicos, la inferioridad de la raza hebrea y que propició el Holocausto. Estos prejuicios deberían haber quedado superados por la evolución del pensamiento humano. Sin embargo, la judeofobia encontró una vía para emerger renovada, vigorosa y con un tinte de legitimidad: el antisionismo.
El antisionismo cuestiona el derecho a existir del Estado judío. Aspira a la desaparición del Estado de los judíos, no reconociéndoles su derecho a la autodeterminación como al resto de las naciones, lo cual se corresponde con la definición de antisemitismo.
Israel es el “judío” de las naciones. Esta concepción ideológica es compartida por los antisemitas tradicionales de la ultraderecha, los musulmanes extremistas e importantes sectores de la izquierda occidental, tanto europea como latinoamericana. Su antisemitismo militante se manifiesta en todos los rincones del planeta y vincula directamente a las comunidades judías de la Diáspora con Israel.
Antisionismo en Latinoamérica
La ofensiva militar israelí contra Hamás en la Franja de Gaza tuvo repercusiones directas sobre las relaciones entre Israel y América Latina y además afectó negativamente, en algunos casos, la vida de las comunidades, que debieron enfrentar nuevos brotes antisemitas.
El sentimiento de identificación de los judíos con Israel es muy fuerte y por esa razón las comunidades han sido víctimas del antisionismo. La lucha palestina obtiene una popularidad desproporcionada, no tanto por apoyo al pueblo palestino, sino por ser una causa antiisraelí.
La motivación fundamental de los antisionistas no es el problema palestino, sino la deslegitimación de Israel. Por eso no tienen en consideración el acoso permanente al que estuvo sometida la población civil israelí bajo el asedio de miles de cohetes y morteros durante años. Las víctimas judías no son objeto de su compasión, sólo les importan las víctimas árabes. Minimizan el terrorismo palestino y tienen una actitud de comprensión hacia el fundamentalismo integrista.
Gerardo Stuczynski
Nuevo Mundo Israelita Venezuela
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