martes, 2 de febrero de 2016

MONTEVIDEO PORTAL, POR ANA JEROZOLIMSKI-comite central israelita

Aciertos y errores en el Consejo de Seguridad


Los aciertos son los de nuestro Canciller, Rodolfo Nin Novoa, y los errores, a nuestro criterio, del Secretario General de las Naciones Unidas.

Ambos pueden haber dejado la impresión de discursos equilibrados, con palabras que podían satisfacer a las dos partes en el conflicto israelo palestino. Pero mientras Nin Novoa dejó en claro un terminante rechazo del terrorismo, sin dejar de lado siquiera su capacidad de maniobra en lenguaje diplomático, Ban Ki Moon, en la práctica, arruinó su condena al mismo al expresar de hecho comprensión ante el fenómeno, explicándolo como "reacción natural" a "casi medio siglo de ocupación", como si algo justificara acuchillamiento de civiles inocentes.

Al presidir la sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Canciller Nin Novoa expuso la posición oficial de Uruguay respecto a Oriente Medio, tanto en cuanto a Israel y Palestina, como a Siria y el Estado Islámico. Nos concentramos aquí en el primero.

Nin Novoa recalcó algunos puntos cardinales: la importancia de "conversaciones bilaterales" entre israelíes y palestinos, en cuyo marco se halle una solución al conflicto, y el cese de la violencia como elemento clave que haga posible poder volver al diálogo.

El ministro se refirió a "la violencia y los asentamientos ilegales" como "el mayor obstáculo para la paz". Si bien discrepamos con este último punto, no porque no consideremos esencial llegar a un acuerdo entre Israel y los palestinos que incluya el tema de los asentamientos sino porque vemos en otros puntos los mayores obstáculos para la paz, lo central es el apoyo tajante y firme a soluciones de paz, negociadas, de diálogo, o sea un claro rechazo a la violencia, por parte de la Cancillería uruguaya.

Y esta posición es especialmente digna e importante, al recordar el ministro, tal cual lo hizo en la ONU, que Uruguay siempre apoyó la idea de dos Estados, uno junto al otro, viviendo en paz. Recordó las palabras del otrora Embajador de Uruguay ante las Naciones Unidas Enrique Rodríguez Fabregat quien en el debate que condujo finalmente a la aprobación de la resolución 181 que recomendó el 29 de noviembre de 1947 la Partición de Palestina en un estado árabe y otro judío, declaró: "Los que estamos aquí votando por la partición no lo hacemos contra ninguno de los dos pueblos, estamos votando por su progreso, civilidad y avance en la comunidad de las naciones".

Y aquí, nuevamente, el mensaje central, de boca del Canciller: "Uruguay mantiene su firme apoyo a la existencia de dos estados independientes", y defiende el "derecho de ambos a vivir en paz y libres de cualquier amenaza o acto contra la paz como el terrorismo".

Con esto de fondo, es más que comprensible el comunicado publicado poco después del discurso del Canciller, por la Embajada de Israel en Uruguay.

"Uruguay e Israel comparten una histórica amistad, larga y profunda, basada en lazos y valores compartidos.

Apreciamos el compromiso de Uruguay de apoyar la paz y la seguridad para Israel y también su apoyo para un camino negociado con la finalidad de llegar a una solución de dos Estados.

La única manera de llegar a una solución al conflicto israelo-palestino es a través de la negociación directa entre las partes. Esto funcionó en el pasado con Egipto y Jordania.

Los palestinos están eligiendo el camino de las victorias fáciles en la O.N.U., que implica no afrontar con valentía a su población y decirles que tendrán que comprometerse para llegar a la paz.

La incitación a la violencia y el terror palestino contra civiles israelíes debe terminar.

Hacemos un llamado a la comunidad internacional a invitar a los palestinos a volver a la mesa de negociaciones y retomar el diálogo para la paz"...

Aciertos y errores, decíamos.

Los errores son los del Secretario General Ban Ki Moon, quien si bien dijo al pasar que condena los acuchillamientos de israelíes, se esforzó demasiado en entenderlos y agregó un lamentable "pero" , alegando que el terrorismo es producto de la "desesperación por casi medio siglo de ocupación".

Además de olvidar que fueron varias las propuestas israelíes rechazadas por los palestinos, propuestas que incluían la creación de un estado palestino, el Secretario General Ban parece no conocer el terrible fenómeno de la incitación que conduce concretamente a jóvenes palestinos a empuñar cuchillos y salir a buscar judíos para matar. Y nada justifica el asesinato de inocentes, tampoco si viven en territorios en disputa.

Nada justifica el asesinato de Dafna Meir, una madre de seis hijos, a la entrada de su casa, aunque sea en el asentamiento de Otniel. El terrorista, Morad Adais, de 15 años, confesó al Servicio de Seguridad israelí que lo detuvo, que actuó motivado por lo que veía en la televisión de la Autoridad Palestina.

Nada justifica el acuchillamiento de una mujer embarazada, que se salvó por milagro, aunque haya sido en el asentamiento de Tekoa. Especialmente chocante es pensar que podría haber muerto, al recordar que su fallecido suegro, el rabino Menajem Fruman, dedicó su vida a constantes esfuerzos de diálogo, convencido de que israelíes y palestinos pueden convivir en paz.

Y nada justifica el ataque de otros dos terroristas que se abalanzaron esta semana en la localidad Beit Horon sobre Shlomit Krigman, de 23 años, logrando matarla a puñaladas, hiriendo a otra mujer más y luego intentando lanzar dos cargas explosivas en el almacén del lugar.

Los palestinos que perpetran estos ataques, no actúan por desesperación, ni por apostar a la paz ni para construir un Estado palestino. Actúan instigados por la incitación a la violencia en los propios medios palestinos.

Los ejemplos son demasiados. El 13 de noviembre, en un programa para niños, una joven palestina que lo conduce se dirige a los televidentes con tono apropiado para su edad, suave y agradable, pero sus palabras son veneno puro, mentiras destinadas a incitar: "La ocupación ataca a los niños dondequiera que estén. En sus escuelas, cerca de sus casas. Debemos ser muy cuidadosos. Estamos enfrentándonos a los ocupantes, que actúan de modo bárbaro y terrorista. Están intentando matar a la gente donde puedan, sin razón ninguna. Gente que simplemente está caminando por la calle".

En un programa de la televisión Al Awdah, de Al Fatah, una joven cantante palestina deja en claro el mensaje: "Levanten vuestras armas y avancen. Jerusalem los llama dolorida. Vamos, golpéenlos, ustedes tienen la fuerza para hacerlo. Conviertan vuestra ira en fuego del Infierno. Sítienlos en sus barrios, ahóguenlos en un mar de sangre, mátenlos como ustedes lo deseen".

Nada de esto merece ni una pizca de comprensión.

No atribuimos al Secretario General un apoyo personal a la muerte de civiles israelíes. Pero en su posición, tendría que medir más sus palabras.

Sin embargo, en realidad, nada aquí sorprende: en los últimos cuatro meses, fueron aprobadas en la ONU doce resoluciones contra el terrorismo, pero ninguna de ellas se refería al terrorismo contra Israel.

El mundo entero se salió de sí, con razón, para condenar el atentado del 31 de julio en la aldea Duma en Cisjordania, en el que murió el bebé palestino Ali Dawabshe, que perdió luego a sus padres a raíz de sus quemaduras. También Israel, izquierda y derecha, usó las palabras más terminantes existentes para condenar esa barbarie, que se supuso desde un comienzo había sido obra de judíos.

De las Naciones Unidas no salieron voces ni con la milésima parte de esa firmeza, para condenar cuando los quemados, acuchillados o baleados, son civiles israelíes.

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