domingo, 7 de febrero de 2016

Partir Y No Olvidar**

Te dejé partir, sin saber que hacía; al bajarte del coche me miraste, con tus bellos
ojos, donde se veían lágrimas a punto de caer y yo ignorando tu dolor, te dejé partir.
Cruzaste la plaza y entraste a tu iglesia a llorar tu pena o pedirle a tu díos volver
el tiempo atrás y no habernos conocidos.
Ya nada era posible, nos conocimos, nos amamos, grabé, en tu corazón, mi nombre
y yo, en el mío, tu cariño, tu confianza, tu enorme amor, limpio y sincero.
Te dejé partir, sin una palabra de consuelo, de esperanza, por compromisos que tenía,
pensé que era una manera de darte la libertad que elijas otro hombre que merezca tu
amor; que disfrute de tu tierno corazón y que tu puedas casarte, ser feliz, como lo has
aprendido en tu religión.
Te dejé partir sin medir las consecuencias de nuestra separación; y hoy, al paso de los
años, te lloro como el primer día, grito tu nombre, en el silencio de la soledad, que es
el lugar donde vivo, donde pago mi condena, donde busco, en el fondo del vaso, la
pregunta que aún arde en mis labios, pregunta que no tengo respuesta:
¿ Porqué te dejé partir ?
¡ Yo sabía que te quería !

Mario Beer-Sheva

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