**Pulso Enamorado**
Pintar un amanecer, o quizás un atardecer, en verano o
invierno, el contraste
no cuenta. Puede ser en otoño, las hojas que toman el
tinte rojizo, antes de
caer, o en la primavera, cuando la savia viene con fuerza,
y su color verde así
lo demuestra...
En la orilla del mar, con el verano a todo calor, o en la
orilla del río, sombreado
por los árboles con todo su esplendor. ¿ Que importa donde
y cuando con tal de
pintar ?
Soy pintor de un solo modelo que es lo que Di-s creo. ! La
naturaleza ! esa obra
de arte que no nos deja de asombrar.
Según la estación, según la hora y el lugar, según nuestro
ánimo o nuestro humor...
Verano de 1958, costa del lago Nahuel Huapí, amanecía, sol
fuerte y radiante. Ella
dibujando el lago que iba cambiando, minuto a minuto, yo
observando su trabajo y
su belleza. Su belleza competía con las montañas,
los árboles y el marco de la
naturaleza de la zona...
Mi amor hacia ella nació en un instante. La adoré de
lejos, la deseé antes de hablarle,
fui su esclavo cundo me miró....
Verano del 58, todas las mañanas nos encontrábamos,
pintando, charlando, mientras
yo ! enamorándome ! de la belleza que el Señor creo. Nunca
se lo dije, no me atreví...
Ella no era libre, vivía para la pintura, para el pincel,
para los colores y matices que
sus ojos le ordenaban ver.
Terminó el verano, tomó el tren hacia la capital y nunca
más la volví a ver...
Pero quiero confesar que no necesito verla, ella está
presente en mis trabajos: será
amaneceres, atardeceres, veranos o inviernos, otoños o
primaveras .En todos mis
lienzos, si miras detenidamente, tú la verás, ya que mi
pulso, como una magia, la
pinta sin mirar.
¿ Será que mi pulso está enamorado ?
Mario Beer-Sheva
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miércoles, 25 de mayo de 2016
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