miércoles, 25 de marzo de 2015

Barack Obama, en un pasillo de la Casa Blanca.
"La Administración Obama está capacitada para tratar de amedentrar a Israel y a sus simpatizantes de entre la judería norteamericana. Pero precisas e importantes razones políticas le impedirán ejecutar sus amenazas"
¿Por qué, según se ha informado, la Administración Obama amenaza con apoyar una resolución de la ONU que llame a Israel a replegarse a las fronteras previas al armisticio de 1967? Sería la manera de Obama de castigar a los votantes israelíes por elegir un Gobierno que no es de su agrado, y tendría como objetivo intimidar a Israel y a sus simpatizantes para que cedan a las demandas territoriales árabes.
La Casa Blanca debe de pensar que tenemos poca memoria. Recuerde este titular del New York Times de 2011: “Obama considera las fronteras del 67 el punto de partida para un acuerdo de paz”. Es decir, que Obama ya utilizó la intimidación del “apoyaré-las-fronteras-de-1967” hace cuatro años. No funcionó entonces y no funcionará ahora.
El 18 de mayo de 2011, con la llegada a Washington del primer ministro Netanyahu prevista para el día siguiente, Obama y sus consejeros se volcaron en presionar e intimidar al líder israelí. Obama pronunció un discurso en el Departamento de Estado en el que declaró que las fronteras de 1967 deberían ser la “base” de cualquier acuerdo israelo-palestino. Israel protestó vehementemente, y el primer ministro Netanyahu calificó las fronteras de 1967 de “indefendibles”.
Que lo son, desde luego. Entre otras cosas, significarían que Israel se vería constreñido en su vulnerable sección central a una anchura de sólo 14 kilómetros, distancia que podría cubrir fácilmente una columna de tanques árabes. Las fronteras de 1967 supondrían entregar los Altos del Golán a Siria, una Siria gobernada por su actual dictador genocida o por los salvajes del Estado Islámico que están intentando conquistarla. Esas fronteras dejarían el aeropuerto internacional Ben Gurión al alcance de los proyectiles palestinos.
Las fronteras de 1967 supondrían igualmente la entrega de la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se encuentran los más sagrados lugares del judaísmo (el Monte del Templo y el Muro Occidental). Ramot, la Colina Francesa y Gilo, físicamente inseparables de la ciudad, caerían también en manos de la Autoridad Palestina.
Obama se envalentonó. Pero Israel resistió. Y ahí acabó la historia.
Hay ahí una lección importante que aprender.
La Administración Obama está capacitada para tratar de amedentrar a Israel y a sus simpatizantes de entre la judería norteamericana. Pero precisas e importantes razones políticas le impedirán ejecutar sus amenazas.
La Casa Blanca y el Departamento de Estado se pasaron semanas lanzando todo tipo de advertencias y amenazas, presionando a miembros del Congreso para que boicotearan el discurso del primer ministro Netanyahu en el Capitolio. Pero al final lo escucharon el 90% de los congresistas. El boicot de Obama fue un completo fiasco.
¿Por qué? Porque los congresistas tienen que buscar la reelección. Y la gran mayoría sabe que sus electores apoyan a Israel de forma abrumadora; no sólo los votantes judíos, también decenas de millones de cristianos.
El año pasado, el sondeo anual de Gallup sobre asuntos internacionales encontró que el 72% de los norteamericanos tienen una visión de Israel “muy favorable” o “mayormente favorable”. Compare esa cifra con las referidas a los países vecinos de Israel: Egipto, 45%; Arabia Saudí,  35%; Libia, 19%; Autoridad Palestina, 19%; Irak, 16%; Siria, 13%; Irán, 12%. Y eso a pesar de décadas de cobertura mediática hostil a Israel, y de la frecuentes declaraciones de la Administración Obama de simpatía hacia los árabes palestinos.
No es sólo el Congreso el que tiene en cuenta esas tendencias de la opinión pública. El Partido Demócrata también. Si el demócrata es percibido como un partido que se está volviendo contra Israel, el próximo candidato demócrata a la Casa Blanca podría sufrir las consecuencias. Y la campaña electoral está a la vuelta de la esquina.
Así que los amigos de Israel no deberían desanimarse. Las amenazas de un presidente lame duck no deberían intimidarnos o conseguir que disminuyera nuestro apoyo al Estado judío en estos tiempos de necesidad.
© Versión original (inglés): The Algemeiner
© Versión en español: elmed.io 

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