**Penas, nada más que penas**
A nadie contaré mis penas, son penas sin importancia, que
sólo a mi puede
interesar.
No esperen, que de mi boca, salga un quejido, de dolor y
amargura. ¿ Cuantos
de estos desengaños, han llorado por lo mismo ?
Para estos no hay remedio, el tiempo puede ser el bálsamo,
sin seguridad, pero
intentar olvidar, si el corazón no lo permite, es imposible
olvidar.
Si yo les digo a ustedes, que la quise de verdad. ¿ Cambia
en algo la situación?
¡ La historia sería igual ¡
Nada nuevo hay bajo el sol, un hombre, enamorado, de una
mujer que no se
merece tal amor y aprovecha sus favores, siendo hermosa y
gentil, hasta el día
que conoce otro amante.
¡ Ya les dije ¡ Son penas sin importancia, que no merecen,
la menor atención.
Me gustaría hablar de ellas y compartir mi dolor. ¿ A
ustedes les interesa los
latidos, de un corazón, herido ?
Les aseguro que la quise y la respeté, también. Le di todos
sus caprichos, sin
importar si yo podía, quería tenerla conforme. ¡ No quería
pensar, vivir sin ella !
Y hoy, al perderla, me doy cuenta que mi vida no es vida. Es
como una herida
abierta y ella es la sal, que no permite cicatrizar y
olvidar.
¡ Pero no se hagan problemas !
Tantos casos que hubo y tantos otros que habrá. Las lágrimas
formarán un río, que
desemboque en el mar y se perderá en la distancia y ya nadie
recordará.
¡ Son mis penas, yo las viviré, las regarán mis lágrimas,
para mantenerlas frescas !
Son penas sin importancia. ¡ Gracias, por escuchar !
Mario Beer-Sheva
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