lunes, 16 de mayo de 2011

Los líderes islamistas han revertido décadas de políticas pro-occidentales en Turquía

Por Daniel Pipes

El Ministro de Exteriores de Turquía Ahmet Davuto lu anunciaba de forma grandilocuente hace unos días que, "Si el mundo está en llamas, Turquía es el bombero. Turquía va a asumir el papel rector de la estabilidad en Oriente Próximo".
Tal ambición es nueva en el caso de Ankara. En la década de los 90, cumplió encantada sus obligaciones para con la OTAN y siguió la iniciativa de Washington. De 1996 en adelante más o menos, las relaciones con Israel florecían. En conjunto, la política turca ofrecía una agradable excepción a la mentalidad tiránica, islamista y conspirativa que dominaba en general a los pueblos musulmanes. Que los líderes políticos del país fueran corruptos o torpes parecía tener poca repercusión.
Esos defectos, no obstante, demostraron tener repercusiones enormes, que condujeron al rechazo de los partidos políticos asentados y a la victoria de una formación islamista, el Adalet he Kalkinma Partisi (AKP), en los comicios de noviembre de 2002. Hacia marzo de 2003, con vistas a la próxima guerra de Irak, el nuevo ejecutivo indicó que había comenzado una nueva era negándose a permitir que los efectivos estadounidenses atravesaran territorio turco.
A lo largo de los ocho años siguientes, la política exterior turca se volvió progresivamente más hostil hacia Occidente en general y hacia Estados Unidos, Francia e Israel en particular, al tiempo que se volvía más cordial hacia los gobiernos de Siria, Irán y Libia. Este cambio se hizo particularmente patente en mayo de 2010, cuando Ankara ayudó a Teherán a saltarse las sanciones por su programa nuclear y dañaba la reputación de Israel con la flotilla encabezada por el Mavi Marmara.
Pero el alcance total de las ambiciones de Ankara en Oriente Medio emergía a principios de 2011, coincidiendo con los levantamientos multitudinarios en la región. De repente, los turcos estaban en todos lados. Sus actividades recientes incluyen:
Brindar un referente: Gül sostiene que Turquía puede surtir "un efecto positivo enorme e increíble" en Oriente Próximo -- y ha hecho algunos experimentos. Por ejemplo, Rachid Ghannouchi, líder del movimiento Ennahda tunecino recién legalizado, ha afirmado: "Aprendemos de la experiencia de Turquía, especialmente de la paz que se ha alcanzado en el país entre islam y modernidad".
Tender una línea económica a Irán: El presidente turco, Abdaláh Gül, realizaba una visita de estado a Teherán en febrero, acompañados de un gran grupo de empresarios, rematando una evolución en la que, según la Fundación Jamestown, "Turquía se está convirtiendo en el principal sustento de Irán". Además, Gül elogiaba el sistema político iraní.
Obstaculizar los esfuerzos extranjeros en Libia: Desde el 2 de marzo, el gobierno turco pone reparos a cualquier intervención contra el régimen de Mo'ammar al-Qaddafi. "Las intervenciones extranjeras, las militares sobre todo, sólo agravan el problema", en palabras de Davuto lu el 14 de marzo, temiendo tal vez una intervención de naturaleza parecida encaminada a proteger a los kurdos de Turquía oriental. Cuando la operación militar arrancó el 19 de marzo, las fuerzas turcas no tomaron parte. La oposición turca aplazó la implicación de la OTAN en Libia hasta el día 31 de marzo y luego la supeditó a numerosas condiciones.
Apoyar a Gadafi: El Primer Ministro de Turquía Recep Tayyip Erdo án ayudaba a Gadafi difundiendo soflamas demagogas ("Turquía nunca será una parte que apunte un arma al pueblo libio") y a la vez haciendo propuestas prácticas (por ejemplo, que Gadafi rescate a su ejecutivo nombrando un presidente). Ankara también ofrecía, según el rotativo Hürriyet, "implicarse en el reparto de ayuda humanitaria en Libia, gestionar el aeropuerto de Bengasi y desplegar fuerzas navales para controlar la zona entre Bengasi y la isla griega de Creta". Como gesto de gratitud, Gadafi replicaba, "Todos somos otomanos". En contraste, los rebeldes libios echaban pestes y se manifestaban contra el ejecutivo turco.
Ayudar a Damasco: En enero, Ankara accedía a entrenar a las fuerzas sirias; en marzo, Erdo án asesoraba públicamente al Presidente de Siria Bashar al-Assad cómo conservar el poder, temeroso tal vez de que los 1,4 millones de kurdos de Siria puedan lograr mayor autonomía y sembrar el descontento entre los aproximadamente 15 millones de kurdos de Turquía.
Anti-sionismo: Ankara se ha convertido en el líder de la deslegitimación de Israel. Davuto lu trata de unificar el mensaje de sus enemigos al tiempo que predice la desaparición de Israel; una organización de afiliación pública planea una nueva flotilla "de la libertad" a Gaza con al menos 15 embarcaciones; y el viceprimer ministro insta a realizar un bombardeo de corte libio sobre Israel.
Las ambiciones de Ankara han de ser vigiladas. De manera menos provocativa y más inteligente que el régimen iraní, aspira a remodelar los países musulmanes a su imagen islamista. Las salvas de apertura de su iniciativa han salido bien, resultando eficaces en la misma medida que han pasado desapercibidas.
Los posibles métodos de obstaculizar la influencia del AKP incluyen manifestar desagrado hacia las políticas "neo-Otomanas" de Ankara; cuestionar públicamente que las acciones de Turquía sean compatibles con la pertenencia a la OTAN; alentar discretamente a los partidos de la oposición en los comicios nacionales de junio de 2011; y, en este momento de hostilidad hacia el AKP y de levantamientos kurdos al Este de Turquía, reconsiderar la delicada cuestión de los derechos civiles kurdos.

Diario de America

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