jueves, 17 de abril de 2014

ACTUALIDAD

¿Puede salvar Barguti el proceso de paz?

Fuente: Gatestone Institute- Traducido por El Med.io
16/4/14


¿Por qué Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina, exige ahora la liberación de prisión del líder de Fatah Marwan Barguti como condición previa para prorrogar las conversaciones de paz con Israel?
Un alto cargo palestino en Ramala afirmó que la liberación de Barguti facilitaría que Abás accediera a prorrogar las conversaciones tras el 29 de abril, fecha tope fijada por el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
¿Quiere Abás que Barguti salga de prisión porque le preocupa el proceso de paz, o porque teme a Mohamed Dahlán, otra destacada figura de Fatah que está llevando una campaña para minar al líder de la Autoridad Palestina?
Algunos palestinos consideran que la exigencia de Abás de que Barguti sea liberado está vinculada a su enconada disputa con Mohamed Dahlán.
Según fuentes palestinas, la mayor preocupación del rais es que Dahlán pueda haber estado tratando deforjar una alianza con Barguti para derrocarlo. Parece temer que su rival, con la ayuda de algunos países árabes, esté involucrado en una trama para apartarlo del poder. Por eso ha adoptado una serie de medidas como represalia contra Dahlán, entre ellas su expulsión del Comité Central de Fatah.
Un representante palestino admitió en una entrevista con el periódico Al Hayat, con sede en Londres, que Abás estaba buscando la liberación de Barguti para que éste pueda ayudarle a hacer frente a los intentos de Dahlán por minar su autoridad. Al parecer, espera que se ponga de su parte una vez logre convencer a norteamericanos e israelíes de su liberación para “salvar el proceso de paz”.
Abás exigió por primera vez la liberación de Barguti en el transcurso de su última reunión en Washington con el presidente Barack Obama.
Marwan Barguti, de 54 años, fue detenido por las Fuerzas de Seguridad Israelíes en abril de 2002 por su implicación en una serie de atentados terroristas contra israelíes. Posteriormente fue condenado a cinco cadenas perpetuas.
Según altos cargos palestinos, la Administración estadounidense ha prometido tratar el tema de Barguti con el Gobierno israelí. “Los norteamericanos no han rechazado la idea de que la liberación de Barguti aumentaría las posibilidades de que Abás siguiera adelante con las conversaciones de paz”, declaró uno de esos cargos.
Algunas informaciones han sugerido incluso que altos cargos del Gobierno estadounidense habrían estado realizando “llamadas telefónicas diarias” a Barguti, en su celda, para sondear si tiene planes de presentarse a unas futuras elecciones presidenciales palestinas. Al parecer, los norteamericanos creen que, a diferencia de Abás, el preso se precipitaría a hacer amplias concesiones que allanarían el camino para un acuerdo de paz palestino-israelí.
Esa suposición carece de fundamento si se tienen en cuenta las declaraciones públicas de Barguti durante los últimos años. Quienes creen que sería más flexible que Abás en lo relativo al proceso de paz viven en una ilusión. De hecho, su postura al respecto no se diferencia de la de Abás, y es posible que sea incluso menos flexible.
En su última entrevista desde la cárcel, Barguti consideró que Israel era el único responsable de la falta de avances en el proceso de paz. Instó, incluso, a acciones unilaterales por parte de los palestinos, como unirse a organismos y tratados internacionales, además de al Tribunal Penal Internacional, para allanar así el camino a una demanda contra Israel por crímenes de guerra.
Barguti llamó también a una campaña palestina de aislamiento y boicot a Israel para obligarlo a retirarse a las fronteras anteriores a 1967.
Como Abás, Barguti ha instado en repetidas ocasiones a un levantamiento de resistencia popular contra Israel, para hacer que ceda a las exigencias palestinas.
Irónicamente, Barguti no cree que la Administración estadounidense que, al parecer, apoya su liberación, sea capaz de actuar como intermediario honesto en el conflicto palestino-israelí, debido a su “predisposición” a favor de Israel.
Y, a diferencia de Abás, no apoya la idea de un intercambio de territorios con Israel. “Nadie tiene autoridad para alterar las fronteras o para realizar intercambios de territorio”, declaró en una entrevista. “El pueblo palestino insiste en una completa retirada israelí a las fronteras anteriores a 1967 y en que todos los asentamientos sean desmantelados”.
Además, Barguti parece estar en contra de la actual coordinación en cuestiones de seguridad entre la Autoridad Palestina e Israel. A este respecto comparte la postura de Hamás, que también se opone a esa coordinación.
Así pues, no está claro por qué algunos están convencidos de que Barguti correría a respaldar un planteamiento más moderado respecto a Israel una vez quedara libre de prisión.
El propio Abás es consciente de que ni él ni Barguti podrían hacer verdaderas concesiones a Israel, especialmente en temas fundamentales, como Jerusalén o los refugiados. Sabe también que ningún dirigente palestino podría jamás presentarse ante su pueblo con un acuerdo que no incluyera el 100% de las exigencias palestinas. Como supuestamente dijo el presidente palestino Yaser Arafat tras abandonar las reuniones de Camp David: “¿Queréis verme ahí tomando el té con Sadat?”
Durante muchos años, Abás pareció hacer poco por ayudar a que Barguti saliera de la cárcel israelí. En determinado momento, la esposa de Barguti, Fadua, llegó incluso a acusar al rais y a los dirigentes de la Autoridad Palestina de no ayudarla en sus intentos de lograr la liberación de su marido.
La exigencia de liberar a Barguti no tiene que ver en absoluto con el futuro de las conversaciones de paz. La única persona que se beneficiaría con ello es el propio Abás, que quiere llevarse el mérito de la liberación de una cárcel israelí de una de las figuras palestinas más destacadas.

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