El emblemático edificio de la Bolsa de Diamantes en Ramat Gat
Mazel u broija", o simplemente "mazel", que significa en yidish "suerte y bendición" recitado de viva voz junto a un apretón de manos, es la señal de que un acuerdo entre agente y comprador ha sido sellado en el mundo del diamante.
Estas palabras suponen un contrato verbal entre vendedor y comprador en cualquier parte del globo, generalmente tras una ardua negociación, y dan cuenta de la herencia dejada en una profesión, la de diamantero, que durante siglos ejerció el pueblo judío en Europa.
Israel pretende que a lo largo de esta semana se hayan pronunciado en múltiples ocasiones durante una feria, la quinta de este tipo, que intenta atraer a vendedores, exponer las ventajas del negocio en este país y presentar los exponentes de su industria.
Bajo la nomenclatura de "La Semana del Diamante Internacional y de EEUU", el encuentro que concluye hoy, ha supuesto una oportunidad para más de 400 proveedores, entre ellos numerosas empresas locales, de ofrecer y adquirir estas preciadas piedras por un valor en conjunto de mil millones de dólares.
La feria tiene lugar en Ramat Gan, donde está situado el Distrito Diamantero israelí, el centro de comercialización más grande del mundo, constituido por cuatro rascacielos interconectados y que es la sede de la Bolsa del Diamante.
El complejo además de albergar a más de un millar de empresas dedicadas al negocio, cuenta también con sucursales de seis bancos especializados en la industria, incluido el Banco Nacional de India.
"Tratamos de atraer a compradores de todo el mundo a fin de mostrarles el poderío y los servicios que ofrece esta industria en Israel, pues tenemos la tradición, del saber hacer y el liderazgo en este campo", explicó a los medios en la inauguración el director gerente de la Bolsa, Moti Besser.
Más de 400 empresas de una veintena de países del mundo se dieron cita esta semana en la Bolsa de Diamantes de Israel para intercambiar sus últimas novedades en un sector que anualmente mueve 28 mil millones de dólares / EFE
Las empresas saben que el sello israelí es sinónimo de calidad y rigor en la manufactura de esta piedra preciosa, incluso aunque se fabrique en el extranjero.
En un mundo cada vez más global, donde los países emergentes con mano de obra no menos especializada están compitiendo fuerte, el sector en Israel trata de recuperar el viejo hacer y una tradición milenaria en torno a una mesa, pinzas y muchas lupas.
"Queremos traer más manufactura a Israel, pues en países como la India en los últimos años los costes de producción se han encarecido", señala Besser, si bien reconoce que gran parte del pulido de uno de los minerales más duros se sigue haciendo fuera.
El presidente de la Bolsa, Shmuel Schnitzer, apunta por su parte que el evento, en coordinación con el Club de Comerciantes de Diamantes (DDC, por sus siglas en inglés) con sede en Nueva York, otorga una atmósfera cálida en un mismo salón comercial, el más importante y activo a nivel mundial.
Robert Kaufman, presidente del DDC coincide en que la idea de negociar en un mismo suelo, a la vieja usanza y desarrollando una relación personal, es el escenario más favorable para el acuerdo.
En medio del atronador ruido característico de un salón en plena ebullición, como en los grandes parqués bursátiles de antaño, Tal Asaf, director de ventas de la israelí "Paloma", lo tiene claro.
"Para los compradores Israel es un lugar cómodo al que venir porque está a mitad de camino entre Europa y Asia. Todos saben que lo que se hace aquí es lo mejor", afirma a Efe.
Con un nombre español, "porque les suena bien a los clientes a nivel mundial", esta diamantera fundada en 1973 es una empresa familiar que sigue comprando y puliendo las piedras y dispone de oficinas en Hong Kong, aunque sus empleados no superan la quincena.
En los últimos 40 años, el sector crece a un promedio del 8 por ciento, pese a altibajos como en 1991 cuando cayeron cohetes iraquíes en el distrito financiero de Tel Aviv y las aseguradoras no pudieron garantizar la zona, o la crisis financiera de los últimos años que ha hecho mella en Europa.
Con todo, el volumen de venta anual es de 28 mil millones de dólares, lo que supone cerca de un cuarto de las exportaciones industriales de Israel.
Y sólo el comercio anual de diamantes brutos -se estima que uno de cada dos pasa por empresas israelíes- fue entre 8 y 10 mil millones de dólares, lo que constituye alrededor de 30 millones de kilates vendidos, señal de su elevada calidad.
Los empresarios del gremio dicen no haber encontrado problemas de "boicot" internacional pues el mineral no se extrae o confecciona en territorio ocupado, e insisten en que la mejor fórmula para el negocio es ofrecer facilidades al cliente.
"Cero coste, sólo que vengan a hacer negocio", resume Besser.
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