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Enseñanza del Rebe de Lubavitch
Transcribimos a continuación la explicación a la Parashá Kedoshim del Rebe de Lubavitch, Menajem Schneerson Shlita (Likutei Sijot, Tomo 1 - Pág. 255), publicada por Jabad Lubavitcn, (Enseñanza Semanal 863) manteniendo la trasliteración original de las palabras hebreas.
“El mismo pensamiento en tres mandatos divinos”
“Santos sean” (Vaikrá 19:2)
En la Torá todo es absolutamente exacto. Incluso diferentes preceptos que aparecen en la Torá en una misma secuencia, deben poseer un contenido en común. A la luz de ello debemos encontrar la relación entre los tres mandatos Divinos que aparecen uno tras el otro en el comienzo de nuestra Parashá, a pesar de que a simple vista son totalmente diferentes: "Santos sean "; "Un hombre a su madre y a su padre temerán "; "a mis Shabat han de cuidar".
Con la orden "santos sean " nos exige Di-s identificarnos de entre las naciones del mundo (Santidad- Kedushá- significa macar la diferencia, separar, como también está dicho en el final de nuestra Parashá: "y seréis sagrados para Mí... y os He separado de entre los pueblos ".
¿Con qué debemos marcar la diferencia? Si esto se refiere a nuestra obligación de vivir en base a lo que dice la Torá y sus preceptos, no es apropiado el término de marcar la diferencia, destacar, separar, puesto que las demás naciones directamente no tienen relación con la Torá, entonces de un principio no participan de algo en común como para marcar, destacar, una diferencia. Está claro entonces que este precepto se refiere a aquellos aspectos en los cuales hay similitud entre quién es judío y quién no lo es, y ahí nos ordena la Torá "santos sean", destáquense y marquen la diferencia con las naciones del mundo.
Siempre santos Esta indicación de la Torá se refiere a los aspectos neutros de la vida, que no son preceptos religiosos ni tampoco cosas prohibidas- como ser comer, beber, comerciar, etc. En estos campos, a simple vista no se ve diferencias entre el judío y el no judío. Ambos se alimentan para preservar la salud corporal, trabajan para ganar el sustento, se dedican a las necesidades en común de los humanos.
Sin embargo, la Torá nos encomienda: "santos sean "- es vuestro deber introducir santidad también en estos planos; también en los quehaceres cotidianos hay una particularidad propia de los judíos. Y esto es que: también lo cotidiano, lo natural, debe realizarse con un objetivo espiritual ulterior-Leshem Shamaim- por ejemplo, alimentarse para que el cuerpo esté sano y pueda cumplir con los mandatos de Di-s, y a su vez santificándose también en lo permitido ( "santifícate en aquello que te está permitido ") y no dar rienda suelta en aquello que es lícito disfrutar.
Al interrogante de cómo es posible ser santos también al estar dedicados a los temas mundanos, la Torá nos responde de inmediato con las palabras "pues Yo Soy Santo". El judío, dondequiera que se encuentre, está unido al Altísimo, sobre Quien decimos: "Tú Eres Santo . Y de esa santidad se nutre uno de fuerzas para generar una atmósfera donde brilla la Presencia Divina también durante la comida, los negocios y las demás ocupaciones cotidianas de este mundo.Transmitir a los niños
A ello sigue la segunda orden: "un hombre a su madre y a su padre temerán". La santidad del judaísmo que engloba a todos los aspectos de la vida de un judío, debe ser transmitida también a la generación siguiente. No debe darse uno por satisfecho con que él mismo sea santo, sino que debe asegurarse de que esa santidad pase también a sus hijos.
Luego viene la tercera ordenanza del texto: "Ya Mis Shabat han de cuidar". Con ello, la Torá completa las indicaciones de esta instrucción. Este precepto viene a responder de dónde sacamos las fuerzas para un desafío tan grande como el de santificarse a sí mismo y simultáneamente velar por el traspaso de la santidad también a las generaciones futuras. Y la respuesta a ello es el Shabat.El Shabat como aviso recordatorio
La visión general de la relación "Di-s-mundo " es que "Di-s abandonó a la Tierra " y la dejó en manos de la naturaleza y los factores de influencia terrenales. En contraposición a ello, el Shabat convierte en palpable y visible a la visión de la fe judaica en la renovación y manejo permanentes del mundo por parte del Creador.
La observancia del Shabat es la señal del pacto existente entre nosotros y el Altísimo, y nos recuerda siempre, que también la naturaleza está bajo el dominio absoluto de Hashem. El Shabat proporciona la capacidad de imbuir de santidad a todos los aspectos de la vida cotidiana y compenetrar con esa conciencia también a nuestros hijos.
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